La contaminación es uno de los principales desafíos de nuestra era. La civilización tardó siglos en darse cuenta de que éramos los humanos quienes estábamos generando una huella ambiental negativa con nuestros desechos, que ahora han llegado a niveles inmanejables e insostenibles. Los microplásticos son un buen ejemplo: han acabado en regiones remotas de la Tierra y se acumulan incluso en nuestros cuerpos y los de los animales.
Una de las estrategias conjuntas que se decidió aplicar pare frenar esa huella fue grabarnos a fuego la importancia del reciclaje. Pero ahora los expertos dicen que todas esas décadas de entusiasmo por el reciclaje han fracasado estrepitosamente.
El estudio. Una investigación de la Universidad de Virginia analizó y estudió lo que los ciudadanos entienden sobre la eficacia de las diferentes estrategias de gestión de residuos y cuál de ellas usan y prefieren. Los resultados sugieren los esfuerzos para educar al público en este aspecto han hecho del reciclaje una opción que los consumidores consideran importante, pero en detrimento de opciones más sostenibles.
Por ejemplo, las personas pasan por alto la reducción de desechos y la reutilización en favor del reciclaje, cuando no debería de ser así.
Desconocimiento total. Además, aunque la mayoría de los participantes en el estudio optaron por el reciclaje, no lo ejecutaron bien. El origen se encuentra en el propio sistema actual, que obliga a los consumidores a separar los materiales reciclables y mantener los contaminantes fuera de la basura. En este caso, se pidió a los participantes que clasificaran los desechos en contenedores virtuales de reciclaje, orgánico y basura. Muchos de ellos colocaron contaminantes comunes, incluidas bolsas de plástico (58%), vasos de café desechables (46%) y bombillas (26%), de forma incorrecta. Y creyendo que lo estaban haciendo bien.
«Reducir, Reutilizar, Reciclar»: no lo hemos entendido. La clave reside en la urgencia de priorizar la reducción de fuentes que previenen la creación de desechos, en lugar de tratar de gestionar y mitigar su impacto más adelante. El mismo estudio preguntó a los participantes la forma más eficaz de reducir los desechos de los vertederos o resolver los problemas ambientales asociados, y la mayoría citaron el reciclaje y otras estrategias post-producción.
Es decir, la jerarquía que algunas organizaciones como las Naciones Unidas adoptaron, el lema «Reducir, Reutilizar, Reciclar», no ha parecido servir de nada. Aún así: más de tres de cada cuatro participantes (78%) ordenaron las estrategias incorrectamente. Solo cuando les dieron a elegir dos opciones (prevención de desechos y reciclaje), el 80% entendió que prevenir los desechos era mucho mejor que reciclar.
El reciclaje del plástico no sirve. Y todo eso nos lleva al inmenso problema del plástico que, al final, tiene los mismos orígenes en ese desconocimiento de prioridades. Aunque algunos materiales pueden reciclarse de manera efectiva y fabricarse de manera segura a partir de contenido reciclado, los plásticos no pueden hacerlo. La alta tasa de reciclaje de papel de los EEUU del 68%, y las tasas de reciclaje de plástico del 9% lo demuestran. El problema del reciclaje de plástico no radica en el proceso, sino en el material en sí.
Volvemos al principio. El reciclaje puede conducirnos hasta cierto punto hacia un futuro sostenible, pero la solución está en fabricar directamente menos. Eso nos devuelve otra vez al mantra de «reducir, reutilizar, reciclar», y por qué reducir es mejor que reutilizar, que a su vez es más favorable que reciclar.
En la práctica, sin embargo, la atención y el marketing se han centrado en el reciclaje, debido a la falsa creencia de que una mejora masiva en las tasas de reciclaje será crucial para la transición circular, cuando estamos viendo que no, al menos en el caso del plástico. Si a eso le sumamos que un gran porcentaje de la gente ni siquiera recicla bien, tenemos un problema gordo. Muy gordo.