En el segundo día, bajonazo de Madrid. Se deslizó frente a un Valladolid dedicado después de un choque en el que tuvo dos caras. Al principio, un Real similar al de Vigo, fresco, solidario e intimidante, pero sin goleador. Al final, un Madrid con similitudes con el equipo desequilibrado y confuso de la decepcionante temporada anterior. Primero quería jugar, luego ganar sin camisa. No tenía razón cuando estaba en ascenso y Valladolid crujió cuando ya era un oponente desalmado.
El futuro de este Madrid aún no se explica. Resucita en Vigo y se derrumba a tiempo parcial antes de Valladolid. Su objetivo era una renovación considerable y hoy desfilan los de toda la vida. Como prueba de la influencia, el Madrid de los casi deportados Bale y James fue el Madrid enchufado de repente dos inesperados fichajes: Bale y James. Ninguno contó después de la auditoría de Zidane. Pragmático, el francés no tiene lo que quería, pero no regatea lo que está allí. Sin recargas, por ahora, con Asensio de larga duración, con Hazard todavía en la enfermería y con un sombrío Vinicius para Zidane, el entrenador de Gallo le tiró el empate a James. El colombiano, futbolista tan talentoso como intermitente, pisó Chamartín dos años después y recuperó el título de Madrid después de 833 días.
RMA
VAD
Real Madrid
Courtois, Marcelo, Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Casemiro, James (Vinicius Junior, min. 56), Kroos, Isco (Jovic, min. 67), Bale y Benzema (Lucas Vázquez, min. 88).
Real Valladolid
Masip, Nacho, Mohammed Salisu, Kiko, Javi Moyano (Waldo Rubio, min. 58), Óscar Plano, Pedro Porro (Antoñito, min. 79), Míchel, Fede (Anuar, min. 83), Enes Unal y Sergi Guardiola.
1-0 min. 81: Benzema. 1-1 min. 87: Sergi Guardiola.
Pablo González Fuertes
Casemiro (min. 91),
Kroos (min. 72),
Fede (mínimo 32) y
Waldo Rubio (min. 94).
En este verano Madrid todos son guiños del destino. Hoy, nada es lo que parecía que sería con la segunda entrega de Zidane, cuando quería advertir que el escuadrón estaba crujiendo. Como el fútbol a menudo no se ilustra, el Madrid que fue intuido necrotizado ahora busca revitalizarse con aquellos que estaban más bajo sospecha. Al igual que en Vigo, frente a Valladolid repitió un equipo con columna vertebral, coral, con todos al frente como un convoy. Nadie merecía un reproche, cada uno fue exprimido como un limón. Otra cosa era el objetivo. Hubo pocas ocasiones para James y Bale, jugadores de fútbol con una clínica para zurdos que recibieron varios disparos por un dedo meñique. Tanto los galeses como los colombianos fueron citados a la izquierda y capitalizaron casi todos los bombardeos locales. Extremadamente los británicos, como la cafetera. Por otro lado, Isco y Marcelo fueron escoltados. Y por los dos caminos que Madrid atravesaba, ya sea por tierra o por aire, y con frecuentes intercambios de posición de James, Isco y Benzema. Un equipo sin piñón fijo, suelto y fluido. Ni deslumbrante, pero nada que ver con el Real que tan rápidamente renunció el año pasado.
Frente a un poco renovado Valladolid, dispuesto a volver a la feria. En el Bernabéu comenzó como se esperaba, frágil con el balón, pero bien articulado sin él. Necesitaba mucho cuajo ante un Madrid que estalló en el colonizador extranjero. Según lo determinado a un ataque nuclear masivo como comprometido a eliminar y mantener secuestrado a todo el pucelano, sometido a una sujeción constante en el primer acto. Solo encontró alivio en la subasta en bruto de un gran golpeador como Óscar Plano. Al resto se le asignó el papel de socorrista en un equipo tan enchironado.
Al buen Madrid de la primera sección le siguió un Madrid con menos ritmo, nómada. Poco a poco, Bale ya no era tan categórico y James, que ni siquiera se estrenó en la pretemporada, fue elegido en ese momento. ZZ lo retiró a favor de Vinicius y avanzó la posición de Isco, que no terminó discutiendo con Benzema. Hasta que Madrid optó por la estampida, alguna defensa de vez en cuando y caballería hasta el claxon. Las pickups de Valladolid fueron cada vez más inquietantes para los jugadores del Real Madrid.
El tiempo estaba disminuyendo y Madrid estaba disminuyendo cuando Zidane intervino nuevamente. Le dio carrete a Jovic y dispensó con Isco. La primera aparición del serbio determinó qué es: un subastador puro. Bale lo ayudó desde la derecha y los Balcanes, de modo que una grúa que golpeaba, asintió hacia el travesaño. Es lo suyo, por lo que el entrenador local ordenó un intercambio entre Bale y Vinicius, zurdo y diestro. Cada uno fue a la orilla desde donde centrarse con su pierna mejor entrenada. Vinicius no estaba entonado, quien es más aprensivo, menos feliz. Dos derrotas del brasileño amenazaban a Courtois. Para entonces, sin bridas madrileñas, los visitantes ya estaban estirados, especialmente desde la entrada de Waldo.
El juego, nada que ver con la historia de la primera mitad, resultó en un duelo de doble dirección, pendular. Una intriga inesperada hasta cerca del final llegó con la apertura de Benzema. El francés recibió un pase de la derecha, realizó un exquisito control de espaldas a la portería. En un abrir y cerrar de ojos se giró y estalló la pelota en la red de Masip.
La prórroga fue ocho minutos más larga, pero el gol no mantuvo al Madrid, muy roto y anárquico. Ya con un equipo poco ortodoxo, el resultado de la urgencia de Benzema, apareció el Real más inestable. Y lo pagó. Un enjambre de Míchel a Kroos, fue dirigido por Oscar Óscar, que se conectó con Guardiola en el momento adecuado. El ariete no se encogió ante Courtois, al que disparó con un disparo entre las piernas. Enorme mérito pucelano y la primera mejilla para un Madrid en el que no se sabe lo que es real.
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