Jo Nemeth, a los 46 años, decidió cambiar radicalmente su vida. En 2014, dejó su trabajo estable y cerró todas sus cuentas bancarias, entregando el dinero que tenía a su hija de 18 años, Amy. A partir de ese momento, optó por vivir sin dinero.
La inspiración para tomar esta decisión llegó después de leer dos libros: uno sobre una pareja que recorrió Australia en bicicleta, y otro sobre Mark Boyle, un irlandés que vivió tres años sin utilizar dinero. Según explicó Jo en una entrevista con ‘The Guardian’, empezó a sentirse «cada vez más desesperada» por el sistema económico global y por el impacto negativo que este tenía tanto en las personas como en el planeta.
Aunque tenía un buen trabajo, Jo sentía que no estaba aportando positivamente al mundo. Además, el trabajo implicaba largos desplazamientos, lo que le impedía cultivar su propia comida y la sumía en un estrés constante por tener que trabajar solo para pagar sus facturas.
En 2015, Jo tomó la decisión de vivir sin dinero, mudándose a una casa que construyó con materiales donados. Empezó a cosechar su propia comida y a intercambiar servicios como el cuidado de niños, lavandería y otras actividades para ayudar a la comunidad. Para mantenerse, pide a conocidos que le guarden artículos de hoteles, como jabones o pasta de dientes, y le pidió a una amiga con una cafetería que le guardara servilletas no utilizadas para utilizarlas en lugar de papel higiénico.
Jo destacó que muchas personas se sorprenden al saber que vive sin dinero, pensando que podría estar descuidada o sucia. Sin embargo, ella asegura que, en lugar de eso, ahora utiliza objetos desechados de formas que nunca imaginó.
Finalmente, la mujer expresó que, aunque al principio intercambiar bienes y servicios fue complicado, ahora se siente más segura que cuando ganaba dinero. Siente que tiene tiempo para construir lo que llama una «moneda social», ayudando a los demás, cuidando a amigos y familiares enfermos y contribuyendo a la comunidad.