El triunfo en Arabia Saudita fue más un golpe moral que uno en el campeonato, el inglés dominó la cabeza del neerlandés y se aproxima el último round con uno volando como mariposa y picando como abeja, el otro, contra las cuerdas.
Lewis Hamilton no sólo llegó antes a la meta en el Gran Premio de Arabia Saudita y empató en puntos el Campeonato de Pilotos de la Fórmula 1. El inglés de Mercedes también derrumbó mentalmente a su rival Max Verstappen y eso puede ser clave de cara a la última carrera del año en Abu Dhabi, el 12 de diciembre próximo.
El siete veces campeón del mundo mucho más que llevarse 26 puntos para empatar en 369.5 con el neerlandés, el domingo en Jeddah destruyó a ‘Mad Max’ y lo hizo actuar con frustración.
Baste recordar el incidente en la recta del circuito árabe en la vuelta 37, cuando el control de carrera le ordenó a Verstappen devolver la primera posición a Hamilton porque había cortado pista para asegurarla.
Ahí, el piloto de Red Bull bajó la velocidad unos metros antes de la línea que activa el DRS con la intención de que el británico se volviera la presa y él fuera el cazador que con el sistema activado lo volviera a pasar al final de la recta. Pero Hamilton no mordió el anzuelo.
«Max estaba intentando dejarme pasar antes de la zona de DRS para luego él usar el DRS, pero no soy estúpido», dijo Hamilton a SKy Sports TV en la entrevista en zona mixta luego de la carrera.
La sonrisa del que ganó, pero no sólo eso, del que se ‘atoró’ al rival y le dio una lección enmarcaba el rostro de Hamilton en esa charla con la prensa y además denotaba la confianza del que, como dijo, está en modo de pelea y listo para el siguiente round.
Los videos del Gran Premio dejan ver cómo Max reduce mucho la velocidad y se pasa al lado derecho de la pista, pero al ver que Hamilton hace lo mismo, zigzaguea un poco. Luego, Lewis quien tenía espacio por la izquierda para adelantar, no lo hace y se provoca un extraño contacto que pareció producto, tanto del «sentón» de Verstappen, como de la intención de dar una lección al joven de 24 años.
Verstappen estaba en el modo de o pasas tú o nos quedamos los dos. Hamilton en el pasas tú y yo gano la carrera.
Como dijo Lewis, ninguno quería pasar primero. Era una sentencia para dejar al «carterista» a tus espaldas y ser la víctima propicia para un robo en despoblado. Las explicaciones de Verstappen fueron de falsa inocencia, por decir lo menos.
«Me dijeron que le devolviera la posición, así que me moví de la línea de carrera y bajé la velocidad. Lewis se quedó detrás de mí, no entiendo por qué no me pasó», dijo Verstappen, pero él sabe que el punto era la línea de DRS.
Al final, una penalización, polémica, de 10 segundos y dos puntos en el carnet para Max por el enfrenón, más 5 segundos por cortar pista fueron el regaño de la FIA, cuyo papel ayer dejó mucho que desear, pero eso es punto aparte a analizar.
De ese choque el RB16B salió dañado de atrás y el W12 con el ala delantera rota, pero lo que realmente pasó es que la mentalidad de Hamilton se convirtió en Godzilla cuando ya era Sansón y la de Verstappen quedó frustrada como la de un niño al que se cae la bola de helado del barquillo. Su cara era un rojo amasijo de músculos llenos de rabia y frustración.
Hamilton sacó toda la experiencia para, más que apretar el campeonato, exprimir la mente de Verstappen. El verdadero campeón no es el más fuerte muscularmente hablando, no es siempre el más rápido, el atleta es tan poderoso como su mente.
A Lewis Hamilton lo bombardean ‘bots’ en las redes por sus labores sociales, por su moda, por ser tan ganador y porque no decirlo, hasta por su color, pero él lejos de sentarse a llorar o abandonar la competencia, se presenta y es mejor que todos.
Verstappen no es un rival fácil, ni un bloque de hielo que se derrita a la primera onda de calor. Es un guerrero igualmente poderoso, cuya cabeza y autoconfianza y aptitudes lo tienen al borde el título mundial. Sólo que, en este momento, a menos de 24 horas de que cayó la bandera a cuadros en Arabia Saudita, el momento es de Hamilton. Se salió con la suya y hace sentir que volverá a hacerlo en el dramático fin de temporada que se avecina en Abu Dhabi.
Otro golpe que, literalmente, abolló la confianza de Max fue la calificación del sábado. Recordemos que el reloj estaba casi en ceros, Verstappen venía en una vuelta casi mística, donde parecía que Ayrton Senna lo había poseído.
Las paredes del peligroso y angosto circuito de Jeddah eran rasuradas por el Red Bull del holandés. Se percibía que venía todo o nada en un estado de trance que le daría la pole position. Los cronometros no mentían, pero no lo podían creer, como tampoco lo asimilaba Fernando Alonso quien no podía dar una entrevista de ver el tren que llevaba el portentoso Max.
Pero una curva antes de llegar a la meta, Verstappen fue todavía más lejos, frenó tarde y golpeó con la llanta trasera derecha la pared de la pista. Ese golpe fue el primero de la semana, porque, obviamente la pole fue para Hamilton, escoltado por Valtteri Bottas.
Una curva más y el momento habría sido color Red Bull el resto del fin de semana. Haber logrado esa vuelta sería un ‘boost’ más potente que mil latas de la bebida energética al mismo tiempo en las venas del hijo de Jos Verstappen, quien por cierto molió a golpes el mueble que tenía enfrente al ver el choque de su hijo.
Ni hablar. Hoy lo que reina en el paddock son esas sonrisas socarronas de Toto Wolff y Lewis Hamilton, mientras que Christian Horner tiene el gesto del que necesita hacerse fuerte para confortar a su equipo, pero al mismo tiempo está al borde de las lágrimas. «El título de Constructores ya es casi imposible y es el que da el dinero, pero el que da el prestigio es el de Pilotos y vamos a reagruparnos para ir por él», dijo el Team Principal de Red Bull.
¿Recompondrá Verstappen su mente para llegar al renovado trazado de Abu Dhabi sin el lastre de la derrota en Jeddah?
¿Logrará Red Bull darle el auto que pueda tener la velocidad, ritmo y paso que se necesita para vencer a un Mercedes y un Hamilton en estado de gracia?
Se aproxima el último round de una batalla sin cuartel donde los dos pesos completos lo han dado todo durante los 21 anteriores. Uno llega volando como mariposa y picando como abeja, el otro, contra las cuerdas, pero con una rabia enorme se relame las heridas, su mirada es de revancha. Que gane el mejor.