«Las presiones sobre cómo debe ser un buen hombre en la cama hacen muchísimo daño y por ello no hablan de sus problemas»

El estado de ánimo, la salud física y los medicamentos que tomamos pueden afectar a la respuesta sexual.

Si hay una actividad vital que parece estar hecha para disfrutarse es la sexualidad. La evolución ha dotado a la especie humana de unos órganos cuyo cometido es literalmente generar placer sexual y, sin embargo, el sexo sigue siendo motivo de quebraderos de cabeza. Más de lo que a lo mejor nos gustaría reconocer, incluso ante nosotros mismos.

En las últimas décadas, el avance de ciertos movimientos sociales, como el feminismo o el LGTBI+, ha puesto la sexualidad (y especialmente la libertad sexual) en el centro del debate, con esperanzadores logros para las comunidades más reprimidas culturalmente en estos aspectos. Sin embargo, se da la paradoja de que la demografía a priori más libre y privilegiada en este sentido parece quedarse atrás.

«Los hombres no hablan de su sexualidad»

Esto es lo que opina Ana Lombardía,  sexóloga experta en bienestar y salud sexual de la firma We-Vibe y autora del libro Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero. «Parece que el hombre heterosexual y tradicional cuenta con muchos privilegios en lo sexual, pero el modelo de masculinidad que existe a día de hoy en nuestra cultura es también perjudicial para él. No hablan de su sexualidad, pese a que están sometidos a muchísima presión», explica a 20minutos.

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Es esta situación, dice, la que le animó a escribir un libro dedicado a ellos «como un caballo de Troya»: «Cuando arreglemos esa masculinidad tan mal entendida, los demás colectivos también vamos a poder disfrutar de nuestra sexualidad más libremente».

Inseguridades, falta de deseo, disfunción eréctil, eyaculación precoz, dificultades para alcanzar el orgasmo… Son conceptos familiares, pero al mismo tiempo lejanos, que rara vez se discuten más allá de las clínicas de sexología («El día que los hombres hablen de sexo entre ellos, los sexólogos nos quedaremos sin trabajo», comenta entre risas Ana). Una situación que condena a muchos hombres a sufrir estos problemas en silencio y retrasa la llegada de una solución, con el coste que ello conlleva para la salud y el bienestar propios.

«Las presiones sobre cómo ser un hombre hacen daño»

Para esta experta, todo parte del paquete de características que hemos asignado culturalmente a la sexualidad masculina (y que, por supuesto, es por defecto heterosexual). «Se espera que sea fuerte siempre, que no muestre sus emociones, que esté siempre listo y dispuesto a mantener relaciones sexuales, que le encante cualquier mujer, que tiene que durar un montón en la cama…».

Estas expectativas, como es obvio, no siempre se cumplen. «Las presiones sobre cómo debe ser un buen hombre hacen muchísimo daño. Es cierto que hay algunos que pasan un poco más por encima de esto y son menos permeables, pero la mayoría de ellos lo sufren bastante. Cuando se dan cuenta de que no encajan en esto, sufren un montón de problemas».

La vergüenza perpetúa este sufrimiento. «Cuando los hombres hablan de sexo, lo hacen desde la fanfarronería, pero no se cuentan si han tenido una eyaculación precoz o no eran capaces de tener una erección», desarrolla Lombardía: «y como no se cuentan esto, luego piensan que son los únicos a los que les pasa».

«El 90% de las cosas que les pasan son normales»

Ante todo esto, Ana aclara que «el 90% de las cosas que les pasan son normales. No son patológicas, forman parte del funcionamiento normal de un cuerpo sano y perfectamente normal. Se patologizan porque muchas veces no son capaces de aceptar que les haya pasado».

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En buena parte, esta tendencia a alarmarnos cuando algo en la cama no va tal y como se espera se alimenta de la centralidad que se da a la sexualidad en la construcción de la identidad masculina heterosexual. «Es probable que en ciertas situaciones la sexualidad no esté en el primer plano de las prioridades. Y no pasa nada», argumenta.

«Incluso, en esas épocas de nuestra vida se puede querer tener una sexualidad que no sea genital. A lo mejor, la genitalidad no apetece y en cambio sí apetece otra parte de la sexualidad que tenga que ver con besos, caricias, abrazos, mimos, autocuidados…», apostilla.

«El deseo sexual no funciona si no estamos bien»

Sucede a menudo que este tipo de situaciones en los hombres no son el problema en sí mismo, sino más bien una consecuencia de otro malestar de otra naturaleza. El estado de ánimo, la salud mental y fisiológica o incluso los medicamentos que consumimos pueden afectar de manera importante la función sexual.

«La sexualidad es una parte integral de la persona que no se puede separar del resto»

«Hay muy pocas posibilidades», aduce Ana, «de que nuestro deseo sexual funcione adecuadamente si no estamos bien anímicamente. Al fin y al cabo, la sexualidad es una parte integral de la persona y no se puede separar del resto. Cosas como el cansancio, el estrés, el dolor crónico, el uso de antidepresivos o ansiolíticos, medicamentos para la calvicie, para la diabetes o para la hipertensión… Todo ello puede afectar a aspectos como el sentir deseo, mantener una erección o llegar al orgasmo».

Además, advierte de que «muchas veces los propios médicos no tienen una formación específica en cómo afectan todas estas condiciones a la respuesta sexual y no avisan de sus posibles efectos secundarios».

«Hay que llevar la vida sexual que queramos llevar»

Así, la experta ofrece a los hombres heterosexuales algunas claves para lograr una sexualidad más sana. «Lo importante es que sea la vida sexual que tú quieres tener. Muchas veces tenemos la vida sexual que se supone que tenemos que tener, y yo creo que es importante analizarnos, ser conscientes de nuestros propios deseos y de nuestras propias inquietudes y ser coherentes en la práctica con ellas».

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«Hay que liberarse de todas las presiones, que en el caso de los hombres son muchas: el tamaño del pene, la duración, la eyaculación, las erecciones… cada persona debe crear la vida sexual que quiere tener, respetando sus propios sentimientos y sus propias emociones», prosigue.

«Cuando se necesite, hay que pedir ayuda», añade. «Puede ser con profesionales, o puede ser consultando libros; es difícil, pero a veces el camino se puede hacer a solas. Hay herramientas como los juguetes sexuales, que se están normalizando mucho para las mujeres pero también pueden ayudar a los hombres a entender cómo funciona su cuerpo y su deseo».

Finalmente, recalca la importancia de normalizar la diversidad en la vida sexual masculina. «Cuando haya problemas», dice, «hay que normalizarlos. Puedes pensar que eres el único al que le pasa, pero en realidad son muy frecuentes, las profesionales estamos acostumbradas a verlos todos los días. Es importantísimo que se empiece a hablar de la sexualidad de los hombres heterosexuales».