Las lunas de Urano guardan océanos secretos. Y lo sabemos gracias a datos de hace 40 años

Los instrumentos científicos que viajan a bordo de sondas como JUICE y el telescopio James Webb son de lo más puntero que ha creado la humanidad en el campo de la exploración espacial. Eso no quita que los investigadores expriman al máximo los datos compilados hace décadas por instrumentos diseñados hace medio siglo. Es lo que acaba de suceder con los datos propiciados por la Voyager 2.

Océanos ocultos. Gracias a la información recopilada por la sonda Voyager 2 a su paso por Urano, un equipo de investigadores de la Universidad Johns Hopkins y el centro Goddard de la NASA ha encontrado pruebas relevantes de la existencia de océanos de agua líquida bajo la superficie sólida de al menos una de las lunas del gigante helado.

Hoy por hoy sabemos que existen numerosos océanos ocultos bajo las superficies heladas en satélites como Encélado o Europa. Este tipo de cuerpos de agua es capaz de acumular las condiciones necesarias para la aparición de vida, por lo que suponen un enorme foco de interés para astrónomos y astrobiólogos.

El estudio se centra en dos de las 27 lunas que orbitan Urano, Ariel y Miranda. Según explican los autores del estudio, de las al menos una de estas dos (si no ambas) podría contener agua líquida bajo una corteza de hielo. El trabajo fue presentado recientemente en un artículo en la revista Journal of Geophysical Research.

El legado de las Voyager. Para alcanzar esta conclusión, los investigadores desempolvaron datos obtenidos hace nada menos que 40 años por la sonda Voyager 2 a su paso por el entorno de Urano. Aplicando nuevas metodologías y herramientas, el equipo ha logrado obtener nuevas pruebas de la existencia de estas masas de agua.

Entre la información que analizaron se encuentran datos sobre partículas tomados por el isntrumento LECP (Low-Energy Charged Particle). Observaron que estos datos mostraban una población de partículas energéticas “atrapadas”. “No es raro que las mediciones de partículas energéticas sean un precursor para descubrir un mundo oceánico”, explicaba en una nota de prensa Ian Cohen, uno de los autores del trabajo.

Estas partículas habrían quedado en una región del ecuador magnético del sistema planetario. Esto, explica Cohen, resulta extraño, puesto que el campo magnético tendería a esparcir las partículas hacia distintas latitudes. Estas en cambio se encontraban “confindas” al entorno de las lunas Ariel y Miranda.

Cambio de hipótesis. Hasta ahora la hipótesis sobre el origen de estas partículas era un chorro de plasma que habría sido “inyectado” desde la propia cola de la magnetosfera. Sin embargo el equipo de astrónomos recalcaba que esta hipótesis no podía explicar el fenómeno, ya que también habría esparcido más las partículas.

Segundo estudio en menos de medio año. También llamativo resulta que este es el segundo estudio en menos de medio año que señala la posible existencia de océanos bajo la superficie de las lunas heladas de Urano. Hace unos meses, otro equipo (en el que también tomaron parte investigadores del centro Goddard de la NASA) constató que cuatro de las lunas del planeta eran lo suficientemente capaces de retener el calor procedente del decaimiento radiactivo como para sustentar océanos de agua líquida bajo su superficie.

Además, señalaban los miembros de este equipo, distintos compuestos químicos como el amoniaco, podían permitir la existencia de agua líquida en condiciones más frías de las que el agua pura permitiría dadas las mismas condiciones de temperatura y presión.

Un planeta que atrae nuevas miradas. El hecho de que dos estudios recientes hayan tenido herramientas y conclusiones semejantes no es casual. Cada vez es más la atención que atrae Urano. Hace unos meses, la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina estadounidense publicó un artículo en el que daban cuenta del resultado de la encuesta decenal realizada entre sus miembros.

En el artículo se establecía Urano como la siguiente gran prioridad en la exploración espacial de nuestro sistema solar. A día de hoy solo una misión ha realizado un acercamiento a este planeta, la propia Voyager 2.

Kathleen Mandt, quien firmaba el artículo, recomendaba una nueva misión que alcance el planeta helado antes de mitad de siglo. Entretanto, distintos equipos de astrónomos han procedido a revisar los datos con los que contamos hoy en día, lo cual mejorará nuestra capacidad de afinar los objetivos de la misión y las características de la sonda que la lleve a cabo.