El paso de los años repercute en todas las personas en diferentes medidas. Es que el envejecimiento y todos sus pormenores son inevitables para cualquiera, más allá de cómo se manifiesten. En muchos casos -no siempre- los seres humanos mayores de 65 años pueden sufrir demencia, una enfermedad muy asociada con la vejez que afecta al desarrollo cognitivo.
En ese sentido, de acuerdo a los últimos datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de personas que viven con demencia está creciendo. El organismo calcula que más de 55 millones de habitantes del planeta Tierra -el 8,1% de las mujeres y el 5,4% de los hombres mayores de 65 años- padecen este cuadro actualmente. A su vez, los pronósticos indican que esta cifra podría aumentar a 78 millones de individuos para el año 2030 y a 139 millones para el 2050.
Las cinco claves para reducir el riesgo de demencia
1. Actividad física: El ejercicio aumenta la producción de endorfinas y de serotonina en el organismo, dos neurotransmisores que colaboran para regular el estado de ánimo. Asimismo, el movimiento corporal transporta más sangre oxigenada al cerebro.
Anteriormente, el médico clínico Luis Cámera (MN 51995) le había explicado a Infobae: “Los ejercicios aeróbicos como caminar prolongan la expectativa de vida y retrasan la aparición de la discapacidad. Esto también debe estar complementado con asociado con no fumar, con no beber en exceso y no comer muchos hidratos carbono”. Según había señalado el profesional, estos factores “ayudan a llevar una vida saludable. Entonces, el ejercicio aeróbico moderado es uno de los elementos más importantes para retrasar el envejecimiento, para prevenir enfermedades cardiovasculares y la aparición de la demencia”.
2. Actividad social: En 2022, un estudio científico publicado en la revista The Lancet Healthy Longevity por expertos del Centro para el Envejecimiento Cerebral Saludable (CHeBA) de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sídney, postuló que vivir con otras personas y participar en grupos comunitarios se asocian con una mayor longevidad, con un deterioro cognitivo más lento y, por ende, con un menor riesgo de demencia.
“Descubrimos que compartir un hogar con una o más personas y la participación semanal en grupos colectivos tuvo los resultados más sólidos en todos los estudios, lo que indica que estos factores son componentes fundamentales en el vínculo con un menor deterioro cognitivo. También identificamos una relación entre nunca sentirse solo y una tasa más lenta de deterioro cognitivo”, precisó Henry Boradty, uno de los autores del estudio.
3. Actividad mental: Mantener la mente activa a través de hábitos como leer, escribir o jugar es fundamental para promover el desarrollo cognitivo a lo largo de los años. Por caso, un trabajo científico publicado en la revista Neurology, que pertenece a la Academia Estadounidense de Neurología, encontró que estas actividades pueden ayudar a reducir el riesgo de demencia.
“Los estudios anteriores han demostrado que las actividades de ocio se asociaron con varios beneficios para la salud, como un menor riesgo de cáncer, una reducción de la fibrilación auricular y la percepción de una persona de su propio bienestar”, afirmó el autor del estudio, Lin Lu, según citó SciTechDaily. “Nuestra investigación encontró que las actividades de ocio como hacer manualidades están relacionadas con un menor riesgo de demencia”, añadió.
4. Evitar adicciones: Según los datos que publicó la OMS, fumar es un factor de riesgo para la demencia. Además, de acuerdo al organismo, la enfermedad de Alzheimer, que “es la forma de demencia más habitual”, tiene al tabaquismo como trasfondo en el 14% de los casos registrados en el mundo.
A su vez, el alcohol puede afectar la forma en que funcionan algunos órganos vitales y hacer que envejezcan más rápido. El consumo excesivo durante un tiempo prolongado puede encoger las células cerebrales y provocar daño cerebral relacionado con el alcohol y ciertos tipos de demencia. Los síntomas, en este caso, tienen que ver con dificultad para mantenerse concentrado, problemas de ira y falta de juicio, organización o control emocional.
“El consumo de alcohol tiene que ser moderado porque de lo contrario nos predisponemos no sólo a una mala calidad nutricional sino también al incremento de otros problemas relacionados”, le había dicho anteriormente a Infobae Diego Querzé (MN 7949), jefe de Nutrición en Enfermedades Neurológicas del Instituto Fleni.
5. Las vitaminas: Los déficits de vitaminas B, C, D y E están asociados al deterioro cognitivo. En un artículo anterior publicado por este medio, Ricardo Maiola, médico neurólogo del Hospital de Clínicas, había analizado: “Todavía está en discusión cuál es el nivel de vitamina C normal. Igualmente, el déficit de vitamina D se ha asociado a mayor riesgo de demencia”.
En segundo término, Maiola había detallado: “Con respecto a la Vitamina E, los altos niveles en sangre se asociaron a menor riesgo de Alzheimer y, si bien tiene propiedades antioxidantes, su administración sólo debería indicarse cuando existe déficit de esa vitamina, y no con criterios preventivos, ya que hay publicaciones en las que se demuestra que altas dosis de Vitamina E se asocian a un mayor índice de mortalidad por todas las causas”.
“En relación a los niveles de homocisteína, que refleja el estado de tres vitaminas del grupo B, se vio que los altos índices se asocian a mayor desarrollo de demencia, lesiones de sustancia blanca del cerebro, atrofia del cerebro y cambios patológicos propios del Alzheimer”, había cerrado el profesional.