La Vía Láctea podría tener una forma diferente a la que pensábamos hasta ahora, como muestra un artículo publicado por investigadores de la Academia de Ciencias china. Una afirmación tan simple como esta sin embargo requiere de varias puntualizaciones para ser entendida correctamente.
Estudiar la forma y estructura de nuestra galaxia resulta complicado por la cuestión inevitable de que nos encontramos dentro de esa misma forma y estructura que pretendemos estudiar. Al situarnos en el interior de la Vía Láctea, rodeados de millones de estrellas y de diversas nubes de gas y polvo, nuestra visión se ve distorsionada. Esto hace que averiguar la forma de la galaxia sea complejo, pero no imposible. Por un lado podemos intentar obtener la posición exacta de la mayor cantidad de objetos, midiendo la distancia que nos separa de ellos, para así poder construir un modelo de lo que nos rodea. Además, podemos observar galaxias lejanas, caracterizar los patrones presentes en la estructura de las diferentes galaxias e intentar inferir qué veríamos si el Sol se encontrara el interior de estas galaxias.
Esto nos ha llevado a la conclusión de que la Vía Láctea es una galaxia espiral, una galaxia plana, con forma de disco y para la que de su región central surgen varios brazos que se retuercen a su alrededor como regiones con mayor densidad de estrellas. Esta estructura está en claro contraste con la de las galaxias elípticas, que consisten en una acumulación más o menos uniforme y esférica de estrellas. Las galaxias elípticas carecen de mucha estructura interna, mientras que las espirales pueden ser de varios tipos. La diferenciación principal está en si contienen o no una “barra” en su núcleo o no. De esta barra saldrían, en las galaxias que la contengan, los brazos espirales.
Las observaciones tomadas hasta ahora nos indican que la Vía Láctea no tiene esta barra en su núcleo y que contiene múltiples brazos espirales surgiendo de esta región central, que a su vez se irían dividiendo en nuevos brazos secundarios en las regiones exteriores. Las nuevas investigaciones sin embargo podrían cambiar la imagen que tenemos de nuestra galaxia. Cabe aclarar algo antes de continuar. Aunque ahora nuevas investigaciones nos hagan cambiar la imagen que teníamos de nuestra galaxia, estos cambios probablemente no serán extremos. Al fin y al cabo, sabemos desde hace décadas que la Vía Láctea es una galaxia espiral con un núcleo y varios brazos que salen de él. Por tanto las nuevas observaciones tal vez cambien el tamaño de ese núcleo, el número de brazos espirales o su disposición, pero sin duda no nos hablarán de una galaxia completamente nueva. Pero aún así, son importantes.
Imagina que representamos una teoría científica con la imagen de un paisaje. La teoría del Big Bang, por ejemplo. Este paisaje recoge toda la complejidad y todas las sutilezasde la teoría. Podríamos pensar que en caso de ser incorrecta la teoría recogida en el paisaje, la teoría correcta tendría un aspecto completamente diferente y el cuadro pasaría a mostrar un ambiente urbano, por ejemplo. Sin embargo la realidad es que, aunque algunos aspectos puedan ser incorrectos, hay otros que están demasiado asentados como para cambiar. Si hubiera que modificar el paisaje tal vez habría que cambiar un pino por un castaño, elevar un poco una colina o añadir un par de ovejas al fondo. Es decir, cambiaría en sutilezas o aumentaría su nivel de detalle, nada más.
Esta confusión viene por cómo se utiliza la palabra “teoría” en ciencia y en el lenguaje cotidiano. En nuestro día a día teoría debería sustituirse por hipótesis. Una hipótesis se propone con la idea de ponerla a prueba. Se podría plantear la hipótesis de que cierto líquido incoloro, inoloro e insípido es perfectamente sano y que no pasará nada al beberlo, o que mi cuerpo es suficientemente fuerte como para saltar desde cierta altura sin hacerse daño. Son cosas que en principio no sabemos y que no averiguaremos hasta que se comprueben. Una teoría por el contrario es un conjunto de principios y relaciones que pretenden explicar algo que ya conocemos, algo que entendemos.
Las teorías de la gravitación, de la relatividad, de la evolución o del Big Bang explican fenómenos que han sido observados en multitud de ocasiones, que han sido corroborados con estudios independientes y que tienen ecuaciones matemáticas que los describen y los apoyan. Las teorías científicas por supuesto pueden estar equivocadas, aunque lo que nos lleva a descartar teorías que llevan décadas o siglos funcionando suele ser que son incompletas más que incorrectas. La gravitación de Newton no es incorrecta, la seguimos usando hoy en día para mandar sondas a otros cuerpos del sistema solar, pero no es tan completa y precisa como la Relatividad General de Einstein.
Con todo, el nuevo estudio propone que la Vía Láctea es una galaxia espiral con múltiples brazos, como ya sabíamos, pero que de la región central surgen dos brazos simétricos (los brazos de Perseo y Norma), los cuales se van dividiendo en nuevos brazos al alejarse del núcleo galáctico. Estos nuevos brazos tienen diferentes tamaños y entre ellos se incluyen los brazos de Centauro, Sagitario, Carina y el brazo local, en el que se encuentra el sistema solar.