El caso de Madeleine McCann sigue llenando las portadas casi dos décadas después. La trágica desaparición de una niña británica el 3 de mayo de 2007 durante unas vacaciones familiares en Portugal sigue siendo motivo de fascinación en toda la red a pesar de que el caso lleva años sin resolverse y que ha tenido drama y turbulencias de todo tipo en este tiempo. Lo que sí sabemos es que cíclicamente siempre vuelve. Una especie de «Alcasser internacional» con el que la gente nunca parece tener suficiente.
Ayer, tras 16 años, Madeleine volvía a la agenda pública después de que una joven polaca insistiera en tener pruebas de que ella es la niña desaparecida. Veamos qué ha pasado y por qué el caso sigue teniendo el morbo del Missing White Woman Syndrome y de toda buena teoría de la conspiración que se precie.
¿Qué pasó hace 16 años? Para los que desconozcan la historia de Madeleine McCann, es necesario conocer, al menos, la base del caso. Esta niña británica desapareció de su cama cuando tenía 4 años. Se encontraba en un apartamento de Praia de Luz cuando sus padres cenaban con unos amigos en el restaurante del complejo. Cuando la madre volvió y entró en la habitación de la niña, ella no estaba y la ventana estaba un poco abierta.
Más tarde la mujer del otro matrimonio recordaría haber visto cómo un hombre se alejaba con una niña en brazos pero no le dio importancia. La búsqueda no dio ningún fruto hasta que en 2021 el fiscal alemán Hans Christian Wolters le dijo a los medios que sabían que el responsable del secuestro y asesinato de Madeleine era Christian Brueckner, un alemán con antecedentes por abusos sexuales que se encuentra en prisión. Sin embargo, la fiscalía aún no ha presentado las pruebas necesarias contra Brueckner, quien mantiene su inocencia.
¿Qué ha pasado ahora? Una joven polaca de 21 años ha denunciado ser la niña desaparecida. A través de decenas de post en redes sociales, Julia ha defendido tener pruebas suficientes antes de volverse viral en todo Internet. Supuestas evidencias que quiere mostrar a los padres de Madeleine. «Ayudadme. Necesito hablar con Kate y Gerry McCann. Creo que puedo ser Madeleine. Necesito un test de ADN. Los investigadores de la policía tratan de ignorarme», insiste en su perfil de Instagram, donde ha comenzado a aportar imágenes comparativas entre la niña desaparecida y ella.
Las sospechas. Esta joven no había oído hablar del caso hasta hace poco e insiste en no tener recuerdos de su infancia. Dice que cuando le pregunta a sus padres nada cuadra y siempre intentan cambiar de tema. En su cuenta de Instagram @iammadeleinemccan afirma que les pidió fotos de cuando su madre estaba embarazada, registros médicos y fotos de su infancia y que nunca se las enseñan: «Me dicen que estoy loca».
Otra cosa que le hizo sospechar fue que en su colegio le dijeron dieron que no había estado escolarizada desde que era pequeña, mientras que sus padres dicen que sí. Pero la realidad es que no hay pruebas de ningún tipo que sostengan su tesis más allá de su propio relato.
Un misterio sin evidencia alguna. Que tengan una marca en el ojo parecida, dos lunares en las piernas en los mismos lugares y que, al mirar las fotos de la niña y de Kate y Jerry McCann se pueden ver parecidos razonables, no es suficiente. «Pruebas» que en la ciencia forense equivalen a nada. Tampoco cuadra la edad: Madeleine tendría ahora 19 años y ella tiene 21. Todos estos indicios llaman la atención, sí, pero las fotografías también presentan diferencias en barbilla y ojos, que son algo más pequeños que los de McCann.
Lo ideal sería acceder a su certificado de nacimiento, que, de existir, sería determinante para saber su edad real, pero ella dice no poder acceder a él.
Los abusos. Por otro lado, la joven polaca confiesa haber pasado una infancia desagradable y que tiene algunos recuerdos del momento en el que fue abusada sexualmente por un hombre. «He vivido una vida muy dura y he sufrido muchos traumas, mi abusador era un pedófilo alemán que era sospechoso en la investigación de Madeleine McCann».
Qué dicen los investigadores. También curioso es que las autoridades británicas y alemanas no se hayan mostrado interesados en escuchar su relato. Y es que Scotland Yard no ha dado ninguna credibilidad a su testimonio, incluido el negarle las pruebas de ADN que ha solicitado. También es cierto que desde la desaparición de la pequeña, una montaña de falsos testimonios han aparecido en las oficinas de la institución.
De hecho, la policía metropolitana utilizó un programa de envejecimiento facial para ver cómo sería Madeleine ahora y los rasgos no coinciden con las imágenes de Julia. De momento, Scotland Yard mantiene que la joven británica fue asesinada poco después del secuestro. Y la Fiscalía alemana tampoco cree a la joven polaca. Hans Christian Wolters, responsable de la investigación, ha dejado claro desde el primer momento que el culpable es Christian Brueckner, el pedófilo alemán convicto de 45 años.
La familia no se rinde. Tal y como han comentado fuentes cercanas a la familia: «No tienen nada que perder, están dispuestos a buscar todas las pistas. Es importante que analicen todos los factores. La niña se parece, no hay duda de eso». Los McCann no pierden la fe y se han puesto en contacto con la joven, quien afirmaba hace unas horas en su Instagram que «la prueba de ADN se realizará pronto».
Lo que sí sabemos es que el caso de Madeleine seguirá regresando de vez en cuando a las portadas. Y mientras, Internet seguirá saciando ese morbo que aparece cada varios años por descubrir más teorías de lo que en realidad es una tragedia ajena a medio enterrar.
¿Por qué sigue fascinando esta historia? Porque las conspiraciones nos encantan. El caso Madeleine ha atraído la atención mediática desde sus inicios, casi convirtiendo la figura de la pequeña en un meme transmedia totalmente viralizado. Y en realidad no es más que otro activador del denominado Missing White Woman Syndrome, o la desproporcionada atención que se da en los medios (televisión, radio y periódicos) a los casos de personas desaparecidas cuando son mujeres jóvenes, vistosas, de clase media o alta y de raza blanca.
Coberturas muy amplias de las víctimas y sus familias (como sucedió con las niñas de Alcasser) que rellenan la parrilla de algunos medios de comunicación y crean en Internet un laberinto totalmente inútil de falsas pruebas y testimonios. Una comidilla de rumores fácilmente refutables que no van a ningún lado.