La ISS no va a durar para siempre. Por eso la NASA ya está trabajando en un gigantesco «remolcador» espacial

Sobre jubilaciones no hay nada escrito. Las hay deseadas, temidas, pospuestas, las hay apacibles y las hay que descuadran. Pocas serán comparables sin embargo con la que afronte en un puñado de años la Estación Espacial Internacional —ISS, por sus siglas en inglés—, una estructura única, ejemplo de colaboración internacional y que recibió su primera tripulación hace ya la friolera de 22 años, a finales de 2000. Y si única es su historia, único será también será su final en 2031.

La idea general de cuál y cómo será su destino la conocemos desde hace ya algún tiempo. Ahora la NASA ha desvelado sin embargo una pincelada interesante: quiere un nuevo «remolcador espacial» para que la ayude en el proceso.

¿Un «remolcador espacial»? Exacto. Hace unas semanas se presentó la solicitud de presupuesto federal de la Casa Blanca para 2024, un documento más interesante de lo que a priori pueda parecer porque incluye la cantidad asignada a la NASA: 27.200 millones de dólares. De ellos hay una pequeña parte —pequeña en proporción, claro— de 180 millones que se reserva para un fin llamativo.

¿Cuál? «Iniciar el desarrollo de un nuevo remolcador espacial», una descripción somera que esconde, en realidad, una nave que pretende ayudar a la «jubilación» de la ISS, atrayéndola hasta la atmósfera terrestre para su destrucción controlada. El colofón lo conocemos desde hace ya tiempo, pero que sigue dejando sorpresas.

¿Se sabe algo más? Del proyecto no ha trascendido gran cosa, solo la cifra del presupuesto para el año fiscal 2024 y las pinceladas que dio días después la propia NASA durante un encuentro con la prensa. Una de ellas apunta que el coste total de la nave será muy superior. «Teníamos una estimación de costes que se quedaba un poco corta, en torno a los 1.000 millones de dólares», explicó a los reporteros Kathy Lueders, jefa de vuelos espaciales tripulados de la agencia espacial.

Su objetivo es lanzar una convocatoria para recibir propuestas y valorar luego las diferentes opciones. «Esperamos recibir un precio mejor que ese. Pero esto nos da un buen comienzo en 24 para conseguir esa capacidad crítica a bordo», detalla.

Pero… ¿Para qué lo quiere la NASA? Ayudar en la destrucción controlada de la ISS dentro de unos años, cuando sus responsables den por finalizada su labor. El objetivo es el que ya detalló la agencia estadounidense en su día: arrastrarla hasta la atmósfera terrestre como parte de una reentrada controlada en nuestro planeta. Los restos que sobrevivan a ese trance acabarán cayendo en el Pacífico Sur.

¿Trabajará sola la nueva nave? No. Ante semejante desafío un remolcador puede ser un aliado valioso. Al menos así lo cree la NASA. Los planes de la agencia pasan sin embargo —detalla Space.com— por usar el vehículo como un apoyo más de la misión. No el único. Su idea es que complemente los recursos de los que ya disponen los diferentes socios embarcados en la estación espacial.

El plan actual pasa por utilizar los motores de las naves de carga Progress, aportados por Rusia. “Estamos desarrollando también esta capacidad de Estados Unidos como una forma de tener redundancia y ser capaces de ayudar mejor a la orientación del vehículo y su retorno seguro», explica Lueders. En declaraciones a Gizmodo, la directiva fue incluso algo más allá: «Nuestro modelo actual todavía se usa [la nave espacial rusa] y seguimos trabajando con nuestros homólogos rusos sobre cómo salir de órbita de manera segura con los vehículos Progress».

¿Cuándo y cómo será el adiós? A comienzos de 2022 la NASA anunció que el gobierno estadounidense está decidido a extender las operaciones en la ISS hasta 2030. Poco después trascendían los planes de la agencia para jubilar a la estación en 2031 y evitar así que se sume a la preocupante carga de basura espacial contra la que ya lidian tanto los organismo públicas como, cada vez más, las compañías privadas. En su informe International Space Station Transition Report, fechado en enero de 2022, la agencia desgrana algunos datos y fechas importantes.

¿Qué dice el informe? Quizás uno de sus contenidos más interesantes es el gráfico en el que, de forma esquemática, presenta la planificación de la ISS en los últimos años de su vida útil. Para ser más precisos, cómo se alterará su órbita. Su idea es seguir con las operaciones, aunque reduciendo la altitud a partir de 2026.

El siguiente momento clave llegará entre junio y noviembre de 2030, cuando entre en juego tres naves Progress que —precisa New Atlas— se acoplarán a la estación y aprovecharán sus motores para reducir la marcha. Los técnicos advierten que el calendario podría verse alterado en cualquier caso por el ciclo solar.

¿Y a partir de ese momento? La ISS perderá altitud de forma gradual hasta llegar a los 280 kilómetros, un punto de no retorno. La idea es que una vez se haya quemado el último motor reentre de forma controlada en la atmósfera.

La estación se romperá y los escombros restantes se precipitarán en la zona deshabitada del Pacífico Sur (SPOUA), en torno al «Punto Nemo». «Los operadores de la ISS realizarán el reingreso de la estación, dando el empujón final para bajarla tanto como sea posible y garantizar una entrada segura a la atmósfera», precisa.

¿Cómo lo describe el informe de 2022? «La ISS realizará las maniobras de salida de órbita usando sus capacidades de propulsión y las de sus naves visitantes […]. No todas pueden usarse para ayudar en la órbita —zanja el dosier—. La NASA y sus socios evaluaron diversas cantidades de naves rusas Progress y determinaron que tres de ellas pueden llevar a cabo la puesta fuera de órbita. Además, Northrop Grumman ha estado ampliando las capacidades de propulsión de su nave Cygnus y la NASA ha estado evaluando si Cygnus también podría formar parte del vehículo».