La falta de algunos grupos de medicamentos ha puesto en alerta a los farmacéuticos de Brasil, que piden al Gobierno intermediar para romper el bloqueo logístico agravado por los confinamientos en China y la guerra en Ucrania.
El problema es “preocupante” y afecta al país “entero”, aunque en grados distintos dependiendo de la región, afirma a Efe el secretario general del Consejo Federal de Farmacia (CFF) de Brasil, Gustavo Pires.
Los primeros avisos surgieron en los hospitales a finales de 2021 y desde hace un mes y medio son una realidad en las farmacias, que están reportando cada vez más dificultades para reponer los inventarios de medicamentos como antibióticos o analgésicos, especialmente pediátricos.
La demanda está disparada en este país de 213 millones de habitantes, coincidiendo con la entrada del invierno austral en la mitad sur y un repunte de los casos de dengue y covid-19.
“Todo eso genera una tempestad perfecta”, dice a Efe Marcelo Polacow, presidente del Consejo Regional de Farmacia de Sao Paulo, el estado más rico del país y uno de los más afectados.
El origen del problema está principalmente en los graves desequilibrios en las cadenas globales de producción y distribución.
Brasil fabrica en torno al 70 % de los medicamentos que consume gracias a un parque industrial hoy en expansión, pero importa más del 90 % de las materias primas necesarias para producirlos, principalmente de India, pero sobre todo de China.
Importar esos principios activos hoy es un dolor de cabeza. Las últimos confinamientos en China por la covid-19 han empeorado la situación, con fábricas paradas y puertos tan importantes como el de Shanghái funcionando con serias dificultades.
La guerra en Ucrania ha agravado la crisis logística internacional y disparado los costes de transporte -alza de los combustibles, falta de contenedores…-, algo que se arrastra desde la pandemia.
“Si no llega el insumo, no consigo producir, no consigo distribuir y no llega a la punta de la línea”, o sea, al consumidor final, resume Polacow.
Pero es que no sólo hay trabas para hacerse con esos insumos, sino también para conseguir piezas imprescindibles para fabricar y hasta para embalar ciertos fármacos.
Un ejemplo. Para hacer algunas fórmulas inyectables se necesita agua con un alto grado de pureza, la cual se obtiene con unos “filtros ultra mega especiales y carísimos”, cuyo mayor productor mundial es Estados Unidos, expone Pires.
Polacow precisa que, desde el estallido de la guerra en Ucrania, EE.UU. ha limitado su exportación por miedo a que su mercado interno quede desabastecido.
Las consecuencias se traducen en que un 98,5 % de los más de 1.100 farmacéuticos consultados en el estado de Sao Paulo “sufren con el desabastecimiento” de algunos medicamentos tanto en la red pública, como en la privada, según una encuesta publicada el lunes pasado por el Consejo Regional de Farmacia.
De ese grupo, casi todos (93,5 %) relataron falta de antibióticos, entre los más citados amoxicilina y azitromicina; y otra buena parte indicó mucolíticos, antihistamínicos y analgésicos, como metamizol, ibuprofeno o paracetamol.
Sobre el terreno, en las consultas pediátricas de la capital paulista están teniendo “grandes problemas” para recetar sobre todo antibióticos y jarabes para la tos, según afirmó a Efe un pediatra que prefirió mantener en reserva su identidad.
“Y esa falta es generalizada en todo Brasil, no sólo en Sao Paulo”, advierte Polacow, quien mencionó a Minas Gerais, Río de Janeiro, Pernambuco y Goiás entre los estados que también pasan dificultades.
Por ello, Pires pide al Gobierno de Jair Bolsonaro que, como hizo al asegurar el suministro de fertilizantes rusos para el sector agrícola, “actúe” con una “política externa asertiva” y “negocie con los países productores una garantía mínima” de esos insumos médicos.
La industria farmacéutica brasileña reduce el problema a “cuestiones puntuales” y descarta un desabastecimiento estructural, según apunta a Efe Reginaldo Arcuri, presidente ejecutivo del Grupo FarmaBrasil, asociación que reúne a las principales firmas nacionales del sector.
Y ellos también tienen sus propias demandas.
Arcuri señala que, debido al aumento de los costes y como no hay “libertad de precio” de los medicamentos en Brasil, donde ese precio es fijado por el Gobierno, fármacos como el metamizol inyectable dejaron de ser rentables y algunos fabricantes nacionales pararon su producción.
Ante esto, la Cámara de Regulación del Mercado de Medicamentos de Brasil -órgano interministerial- publicó el 1 de junio una resolución en la que liberó temporalmente los precios de medicamentos “con riesgo de desabastecimiento en el mercado” nacional, algo que previsiblemente se sentirá en el bolsillo de los brasileños.