Madrid, (EFE).- La circulación de bulos como el de la falsa muerte de José Luis Perales, desmentida por el propio cantautor, o la de Fernando Savater, ambas este lunes, demuestran una proliferación de “fake news” ante la que expertos consultados por EFE ven necesario el aumento de métodos de verificación y la alfabetización mediática de la población.
“No hay que echarse las manos a la cabeza, las redes funcionan así, y tenemos que acostumbrarnos a ello”, recuerda a EFE Myriam Redondo, periodista especializada en Comunicación Internacional y Desinformación Digital, al señalar que plataformas como Twitter, en las que los bulos emergen con facilidad desde cuentas anónimas, son las que “nos habitúan al impulso” y a publicar “mecánicamente y sin pensar”.
Eso fue lo que pasó en la noche de este lunes, cuando empezó a circular por Twitter una información de origen desconocido que anunciaba la muerte de José Luis Perales y que inundó la red con réplicas de un dato no contrastado.
Tanto que el cantante, de viaje en Londres con su familia -como habían confirmado a EFE fuentes de su entorno-, se grabó un vídeo en el que aseguraba estar “más vivo que nunca” y lamentaba que alguien con “muy mala idea” se hubiera inventado la noticia de su muerte.
Según Redondo, el principal problema de este tipo de información reside en “que los medios también se sumen a la desinformación”, cuando “estas son oportunidades increíbles para que los medios recuperen su identidad de entidades necesarias y fiables” ensombrecidas por una dinámica en la que “tienes que conseguir publicar algo rápido”.
Este tipo de noticias abundan en verano
A ello se suma, en opinión de Noemí Morejón, profesora de Periodismo en la Universidad Loyola Andalucía, el hecho de que este tipo de noticias abunden en verano, “un momento en el que existen menos noticias, más tiempo para el entretenimiento y mucho morbo”.
Ejemplo de ello son, además de los dos bulos desmentidos el lunes, el anuncio en Twitter de la supuesta muerte de Felipe González el pasado marzo, al que siguió la de la exvicepresidenta socialista Elena Salgado o, el pasado junio, la del escritor Arturo Pérez-Reverte, a las que, en los últimos años, han acompañado otras falsas necrológicas como las de Alberto Chicote, María Teresa Campos, Mario Vargas Llosa o Shakira.
Si bien esta forma de desinformación ha aumentado considerablemente desde la irrupción de lo digital, la difusión de falsas muertes de famosos ha sido una práctica frecuente que ha dado lugar a bulos previos, como el fallecimiento inventado de Miguel Bosé, Ana Torroja, Fidel Castro o, como señala Morejón, la invención de “un falso accidente que acababa con la vida de la entonces pareja del momento, Britney Spears y Justin Timberlake”.
El método actual seguido por los creadores de bulos es a menudo el mismo: el anuncio se produce por cuentas de Twitter que imitan a las de figuras de autoridad, como el delegado del gobierno gallego José Ramón Gómez Besteiro en el caso de Salgado, o instituciones como la Editorial Ariel, cuya cuenta falsa anunció la muerte de Savater.
Artífices más destacados
Esta práctica ha hecho saltar a la fama a algunos de sus artífices más destacados, como el experiodista y profesor italiano Tommaso Debenedetti, quien, además de vender entrevistas falsas con personajes ilustres, ha sido responsable de algunas muertes inventadas como las de J.K. Rowling, Vargas Llosa, Benedicto XVI o los propios Felipe González y Savater.
Frente a ello, se plantean herramientas de verificación encargadas de desmentir estos bulos, como las que usa EFE Verifica, el departamento de la Agencia EFE dedicado a localizar y explicar estas noticias falsas.
El protocolo seguido comienza por la constante monitorización de las redes y la identificación de informaciones sospechosas que puedan suponer un riesgo para la sociedad y sean manifiestamente virales, ya que dar mayor difusión a bulos, aunque desmentidos, podría aumentar su radio de expansión.
Alfabetización mediática
Tras ello, el análisis y la aclaración de la información, brindando un mayor contexto o simplemente desmintiendo las “fake news”, finalizan un proceso que, según Sergio Hernández, responsable de EFE, es útil pero insuficiente y debería ir acompañado de una alfabetización mediática.
“Que haya jóvenes o nuevas generaciones familiarizadas con los medios no significa que estén alfabetizadas mediáticamente”, subraya, ya que “uno puede conocer la herramienta pero desconocer la información que mueve ese canal”, y esta alfabetización debe consistir en un proceso “más profundo y analítico” que comience en etapas tempranas de la vida y se mantenga como una constante.
En ello coincide Redondo, quien plantea como método preventivo para la difusión de falsa información el “ejercicio analógico” de “pararse tres segundos a pensar” quién es la fuente proveedora de la información “antes de darle al botón de enviar o retuitear”.