Estados Unidos y China firmaron en 1979 un acuerdo de cooperación en materia científica y tecnológica. Se trataba de un documento ambicioso que tenía como objetivo mejorar el desarrollo de ambos países en una amplia variedad de necesidades en la que el conocimiento era un elemento clave.
Áreas como la agricultura, la ganadería, la salud y el espacio se beneficiaron durante años con el desarrollo de investigaciones conjuntas e intercambio de documentación científica, tecnologías, estudiantes y académicos. Aquella dinámica, no obstante, está llegando a su fin. Pekín ya no suscribe al acuerdo.
Otro efecto de una relación cada vez más deteriorada
El Acuerdo de Cooperación en Ciencia y Tecnología entre Estados Unidos y China (S&T) ostentaba una gran reputación. No solo era uno de los más antiguos entre ambos países, sino que había sido ampliamente respaldado por una variedad de agencias federales estadounidenses y comisiones estatales chinas.
Ahora nos enteramos mediante Semafor que Beijing dejó de firmar el acuerdo en 2018, lo que significa que aquella relación que había conseguido construirse con el tiempo está deteriorándose. Y, por si eso fuera poco, la esperanzas de que vuelve a consolidarse son cada vez menores en medio de la guerra comercial entre países.
Las fricciones entre Washington y Pekín solo se han ido agravando desde ese entonces en el ámbito científico. Durante décadas, decenas de científicos e ingenieros de ascendencia china habían conseguido puestos permanentes en universidades estadounidenses.
El año pasado, sin embargo, muchos de ellos empezaron a abandonar sus puestos de trabajo. Una investigación de The Wall Street Journal señala que el número expertos chinos y chino-estadounidenses que decidieron continuar su carrera en el gigante asiático creció un 22% en 2022 en relación al año anterior.
Los motivos detrás de este movimiento, según el mencionado periódico, son el entorno político y racial cada vez más hostil que se vive entre el choque entre naciones. Algunos de ellos, señalan, han sido denunciados bajo preocupaciones relacionadas a la seguridad nacional, por lo que se han visto obligados a regresar a China.
Bajo el argumento de proteger a la seguridad nacional, la administración de Joe Biden también ha impulsado su cruzada contra el desarrollo tecnológico chino. Desde la Casa Blanca sugieren que las restricciones de tecnología avanzada estadounidense buscan evitar que esta sea utilizada en sistemas militares de su oponente.