Por Alexis Rodríguez
Es muy lamentable la cantidad de escándalos noticiosos que involucran a «religiosos» en los últimos días en República Dominicana.
Aunque siempre con la presunción de inocencia hasta que se comprueben los hechos que se les imputa, por un tribunal de justicia, es alarmante la cantidad de «pastores», «profetas», «apóstoles», «evangelistas» envueltos en hechos bochornosos, vergonzosos y aberrantes.
Estafas, violaciones a menores, infidelidades, asociación de malechores, malversación de fondos, chantajes, etc. son denuncias constantes cuyos protagonistas son hombres y mujeres que se aurodenominan «ministros del Evangelio».
Ya cualquiera obstenta un rango ministerial y religioso. Ya cualquiera es pastor o pastora; ya cualquiera es profeta o evangelista, y apóstol ni se diga ¡Cuántos apóstoles! Se ha cualquerizado esto y está haciendo mucho daño a la proyección y percepción de la religión en nuestro país, sobre todo del sector protestante evangélico.
En Puerto Plata, un supuesto «pastor» sostenía relaciones sexuales con gran parte de las mujeres de su feligresía argumentando que su semen era sagrado; muchas veces con el consentimiento de sus esposos y su propia esposa.
En los Alcarrizos, otro supuesto «pastor» creó un red de negocios tipo pirámide y se le acusa de estafar a muchos incautos, «cristianos evangélicos» en su mayoría.
En Higuey, un supuesto «pastor» en contubernio con un supuesto «profeta» son acusados de varias violaciones a niños; saliendo a la luz de que este «pastor» tiene VHI SIDA e infectó al menos a 4 de sus supuestas víctimas.
Una pastora y su hijo involucrados y señalados en malversación de fondos y de ser testaferros de actividades ilícitas, sacudió tiempo reciente a la opinión pública.
Otro supuesto «pastor» en los Alcarrizos se le acusa de violar varias menores en el sótano de las instalaciones de su templo. Y otros escándalos más.
Es un relajo, como se autodenominan «ministros» muchas personas sin formación, sin previa preparación, y lo más grave aún, sin el más mínimo temor a Dios. No hay un cedazo para cedacear a aquellos que aspiran obstentar un «título ministerial».
El común denominador en la mayoría de estos casos es el desconocimiento de su existencia de parte de las autoridades eclesiásticas y la desvinculación de estos «siervos y siervas» que no pertenecen a ninguna de organizaciones reconocidas como: Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE), Mesa de Diálogo y Representación Cristiana (MDRC), Consejo Nacional de Confraternidades de Pastores Evangélicos (CONACOPE), Confraternidad Evangélica Dominicana (CONEDO), y Acción Cristiana.
Cabe destacar que la mayoría de estos «ministros» involucrados en estos casos bochornosos dirigen iglesias independientes neopentecostales que no están afiliadas a ningún concilio, ni cuentan con la cobertura de instituciones representativas del país.
Es urgente, que se conozca el proyecto de Ley de Asocoaciones Religiosas para regular las instituciones esclesiásticas en República Dominicana, y creo que llegó el momento de estar todos los sectores representativos de acuerdo. No podemos seguir como chivos sin ley. No podemos hacernos cómplices de estas aberraciones. Tenemos que adecentar lo referente a la práctica del Evangelio de Jesucristo, para ser verdaderos influencers como sal y luz en la sociedad.
Estamos de acuerdo con que hayan regulaciones y leyes que, sin privar la libertad de expresión ni la libertad de cultos, pongan orden a este desorden de la cualquerización de «ministros del Evangelio»; entre otras cosas.