El nombre de Stan Lee es, podríamos decir, tan conocido como el de la propia Marvel. Para el ojo menos entrenado o poco atento a los títulos de crédito (o muy atento, pero que se los cree a pies juntillas), Stan Lee es poco menos que el creador de todos los personajes clásicos que conforman el universo de superhéroes de la editorial.
Es un papel que Lee ha interpretado gustosamente hasta sobrepasar los noventa años. Lo hemos visto haciendo cameos en todas las películas de Marvel, después de innumerables demandas y cruces de acusaciones con la editorial donde ayudó a crear al panteón de dioses más popular del siglo XXI. Superadas las crisis legales, Stan Lee terminó aceptando su papel de tótem, más simbólico que otra cosa: una especie de demiurgo a quienes todos estos multimillonarios de Hollywood deben sus fortunas.
Pero… ¿realmente se las deben? Desde hace unos años, la figura de Stan Lee, por mucho que no haya perdido su potencial icónico (por eso ha sido abundantemente homenajeado tras su muerte y por eso ha aparecido sin descanso en todas las películas del MCU -una tradición que estaba en marcha desde los tiempos de los films de los X-Men y de los Spider-Man de Raimi-) ha sido puesta en duda. Por una parte, por la reivindicación de Jack Kirby como posible autor casi total de los clásicos de Marvel, y por otra, por la aparición de un libro que quiere documentar el papel auténtico de Lee en la creación de Marvel: ‘Verdadero creyente – Auge y caída de Stan Lee’, escrito por Abraham Riesman y publicado en España por Espop Ediciones.
Se trata de una revisión de la carrera del autor que desmenuza su participación en la creación de personajes como los Cuatro Fantásticos, Spider-Man, Capitán América, X-Men o Hulk, entre muchos otros, y que expone, con documentación y declaraciones de los creadores, testigos y editores directamente implicados en la Marvel de la época, qué sucedió realmente en la editorial. O qué pudo suceder, porque obviamente, las dudas siguen estando en el aire.
Para abrirnos paso por las cuestiones que plantea este estupendo volumen y la propia figura de Stan Lee, hemos charlado con Pablo Fluiters, periodista y experto en cómic, y que ha colaborado con nosotros en ocasiones como la charla sobre tebeos independientes USA que tuvimos en nuestro podcast ‘Laberinto de papel’. Con él intentaremos desentrañar los misterios de una figura polémica y que desafía a una sola interpretación.
Los problemas de la historia oficial
Empecemos por dejar claro cuál es la versión oficial. ¿Qué hemos creído siempre acerca de los cómics Marvel? Que sus personajes eran una creación, como mínimo, a cuatro manos: Stan Lee escribía historias de un par de páginas (que no guiones: la división en viñetas correspondía al dibujante, en lo que luego acabó conociéndose como Método Marvel, que permitía que Lee produjera una docena de historias cada mes), pero los diseños, el ritmo de la página, a menudo los diálogos eran obra de los dibujantes.
¿Hasta qué punto puede considerarse entonces que Stan Lee es el factótum último de Marvel? «A Stan Lee lo que hay que reconocerle es el mérito de haber sido capaz de canalizar una enorme cantidad de talento no solamente en esa primera generación de artistas como Kirby y Ditko (co-creadores de Los Cuatro Fantásticos y Spider-Man), sobre todo, sino también una segunda de gente como Roy Thomas, Mark Wolfman y Romita», nos cuenta Pablo.
Es decir, Stan Lee es una especie de aglutinador de los creadores de Marvel, una cola que los une: «Para mí Stan Lee es el Trent Reznor del comic, un productor excelente, y con diferencia la persona más importante del proceso. Pero indiscutiblemente para producir un buen cómic necesitas unos buenos autores, y cuando perdió el empuje de los buenos autores cogidos por el cuello perdió muchísimo del empaque».
Por ejemplo, para poder entenderlo, nos remitimos a una de las parejas artísticas más famosas de Lee, Jack Kirby: «Una vez Kirby se va de Marvel, Stan Lee nunca vuelve a hacer un cómic bueno, esto es un hecho. También hay que decir que Kirby llevaba treinta años haciendo comics y nunca consiguió hacer nada parecido a lo que consiguió en Marvel. De hecho después se fue a DC, donde estuvo muchísimos años dibujando el cómic de Jimmy Olsen, lo cual es una vergüenza para todas las personas implicadas».
Pero entonces… ¿por qué Stan Lee se convierte en un icono? Pablo nos cuenta que «más allá de que la gente necesite un ídolo único creo que la gente necesita una narrativa para justificar que le gusten los cómics de superhéroes y no sentirse mal con ello». Es decir, Stan Lee forma parte de una especie de búsqueda de una figura que dignifique el medio, y que mucha gente necesita.
Los orígenes del mito
Trasladémonos al momento en el que Stan Lee comienza a trabajar en Marvel para entenderlo mejor. «Stan Lee encaja con una nueva forma política de los de los sesenta. O en el periodismo, la gente del Nuevo Periodismo como Tom Wolfe, de pronto se convierten en estrellas. De pronto el capitalismo necesita reafirmarse en figuras mucho más aspiracionales que los Rockefellers. Ya no puedes ser Rockefeller, es evidente que no vas a poder ser propietario de un banco. Así que la siguiente promesa es que a través de las artes o de las profesiones liberales te puedes convertir también en una estrella y en una figura célebre y notable».
Y Stan Lee, que otra cosa a lo mejor no, pero desde luego, era un tío muy listo, entendió esto: «Yo creo que él lo pilló muy bien, es la persona que mejor lo debió pillar en los sesenta fuera del rollo musical». Es decir, ve los cómics como un medio de convertirse en un triunfador: «Él tiene la idea de que se va a convertir en una persona importante en otro medio, lo intenta en la tele, lo intenta con la comedia, lo intenta con la literatura muy pobremente, con el teatro, con el cine, intenta entrar en cualquier medio más respetable que el cómic durante mucho tiempo».
Y llega un momento en el que solo le queda el cómic, lo que explica su relación de amor-odio con Marvel: «Finalmente lo consigue en el cómic, pero él solo aprecia ese mundo cuando ya ha triunfado». ¿Qué nos cuenta ‘Verdadero creyente – Auge y caída de Stan Lee’ sobre el tema? «El libro tiene algunas anécdotas durísimas sobre ese tema, cuando se reúne con gente de fuera del mundo del cómic y entonces sale de él ese rollo de ‘no, no, el cómic es una mierda, si yo no trabajara en esta industria no leería cómics'»
Tal y como explica el libro, él mismo no entendió el potencial de su encarnación como icono del cómic de superhéroes hasta mucho más tarde. Nos cuenta Pablo que «él verdaderamente no se creyó demasiado esa esa faceta hasta muy entrado ya el éxito, e incluso después de eso yo creo que finalmente se hace mucho más popular como el creador de Marvel (que no lo era), que como guionista. Un poco ese rollo mesiánico empresarial a lo Steve Jobs, pero mucho antes de Jobs». ¿Y la base de todo esto cuál es? El eterno complejo de inferioridad de la cultura popular.
Sucede, de hecho, con toda la cultura pop: «El rock and roll comparte con el cómic cierto complejo de inferioridad, y por eso muchas veces vemos esa especie de ensalzamiento de los virtuosos. Esto lo comparte con el cómic, y mucha gente que sueña con los cómics como su modo de vida entran en esta narrativa de que los cómics son algo grandioso y no una cosa miserable y espantosa, con esta idea de que el cómic de superhéroes es una obra de autor vanguardista y progresista».
Pero en realidad no lo es, al menos no en los términos en los que a veces se defiende, pero esto encaja perfectamente en por qué Stan Lee acaba convirtiéndose en un icono: «Casi cualquier logro a nivel narrativo, a nivel expresivo, a nivel político que se le pueda atribuir al cómic de superhéroes ya se había hecho en otros muchos sitios antes: en Francia, en Japón, en Europa a partir de los sesenta, en el underground norteamericano… y creo que en este discurso autocomplaciente Stan Lee encaja, porque él es el paradigma de que el cómic es un medio legítimo».
Esa transformación en icono no llegará hasta unos años más tarde, con las películas de Marvel, que coincide con que la narrativa de superhéroes se masifica y se convierte en algo que puede consumir absolutamente todo el mundo. La coincidencia en el tiempo de estos dos fenómenos no es casual: «Cuanto más mainstream se vuelve el cómic, cuanto más llega la gente, más fuerte se insiste en poner a Stan Lee como la figura más representativa. Uno de los grandes éxitos en ese sentido ha sido que probablemente más de la mitad de la gente que ha ido a ver alguna vez una película del Capitán América cree que lo ha creado Stan Lee, porque Stan Lee ha creado todos los demás personajes importantes de Marvel»
Pero un poco como reacción a la contra es como surge este libro, una documentadísima crónica de todo el camino que ha recorrido la figura de Stan Lee desde sus inicios en Marvel, sus intentos de saltos a otros medios y, finalmente, su transformación en icono. Su existencia, de hecho, ha causado tal conmoción en la cada vez más maltrecha imagen de Lee que ha llegado a generar una reacción a su vez, ya que a raíz de este libro hay otras muchas editoriales que se han animado a publicar otros libros mucho menos duros con su figura.
De entre todos los valores de ‘Verdadero creyente – Auge y caída de Stan Lee’, Pablo destaca su independiencia: «Si te compras un libro sobre Marvel o Stan Lee de una empresa que haya editado a Marvel durante años no te crees que vaya a ser muy objetivo, porque evidentemente ellos tienen un interés. Por eso creo que este es interesante que esté editado por una editorial que no tiene nada que ver con el cómic». Es decir, un baño de realidad crítica para un personaje de la industria que hasta hace muy poco era virtualmente intocable.