El ejercicio físico fortalece y oxigena los músculos, ayuda a mantener el peso corporal y, además, es un gran aliado para proteger al cerebro. Casi a diario se dan a conocer nuevos estudios que refuerzan la importancia que tiene la actividad física en el bienestar neuronal y la prevención de enfermedades neurodegenerativas, como son el Alzheimer o el Parkinson.
Para “ejercitar las neuronas” muchos expertos recomiendan hacer crucigramas, aprender un nuevo idioma, realizar ejercicios recreativos vinculados a la memoria y más. Ahora sabemos que la actividad física también colabora al entrenamiento cerebral y promueve su plasticidad. Y la buena noticia es que esto, no beneficia solamente a los adultos mayores, sino que, además, los puntos positivos se extienden a todas las edades.
“El impacto de la actividad física en el cerebro es amplio. Ya no solo se centra en la propia oxigenación, sino que, además, se evidencian mejoras en la regeneración de las neuronas, disminuye la inflamación y se optimiza la comunicación entre las neuronas”, explicó Saul Villeda, neurocientífico que estudia cómo los factores en la sangre rejuvenecen el cerebro en la Universidad de California, en San Francisco.
Alberto Cormillot (MN 24.518), médico nutricionista, explica que “cuando avanza la edad, el hipocampo y la materia gris del área frontal se achican y ese achicamiento tiene que ver con la disminución de la memoria, la atención y el manejo de las habilidades cognitivas de las personas”. En cambio, “cuando la gente empieza a hacer actividad muscular segregan mioquinas, que son moléculas secretadas por las células musculares esqueléticas, que son favorables para estimular el crecimiento del cerebro y detener ese proceso de ‘achicamiento’”.
“Todos los ejercicios estimulan el cerebro y lo fortalecen, pero hay algunos que son especialmente buenos, como por ejemplo los ejercicios de fuerza o los de resistencia, donde el músculo tiene que luchar contra la resistencia, lo cual provoca cambios sustanciales en el lóbulo frontal. Dicho lóbulo frontal cumple la función de la toma de decisiones, tiene el juicio, pone límites, planifica cosas, y en el adulto mayor esa disminución hace que todos esos procesos se den de manera más lenta”, señaló el experto.
En ese sentido, el especialista advirtió que “una de las mioquinas más importantes es el factor estimulante derivado del cerebro, que en español se llama factor neurotrófico derivado del cerebro. Es una proteína que entre otras cosas está producida por estar relacionada con el nivel de músculo que una persona tiene. Es un nivelador del ejercicio físico sobre el cerebro”.
Hasta hace algunos años, los expertos habían puesto al cerebro en un lugar de “dictador solitario”, es decir que solamente recibía la información que él mismo enviaba al cuerpo y desde su lugar de privilegio, definía cómo se debía comportar el organismo.
Ahora, los científicos lograron determinar “que el cerebro no es ese órgano unidireccional” que domina el resto del cuerpo. “Más bien, hay una interacción mutua entre estos sistemas”, resaltó Christoph Handschin, investigador muscular y profesor de farmacología en la Universidad de Basilea, en Suiza, en diálogo con NatGeo.
“Todavía estamos arañando la superficie, pero es muy emocionante que ahora podamos abordar algunos de los vínculos observados durante mucho tiempo entre la actividad, la salud del cerebro, las enfermedades neurodegenerativas, la depresión y los trastornos del estado de ánimo, que hasta ahora no se han entendido en absoluto“, agregó el experto suizo.
Los beneficios de la actividad física en el cerebro no son iguales para todas las edades, aseguraron los científicos. Mientras que en los chicos se aprecian mejoras en su rendimiento cognitivo, según se advierte en las pruebas de coeficiente intelectual, y el rendimiento académico; en los adultos mayores se mide en prevención de enfermedades y funcionamiento neuronal.
Es más, para analizar cómo influye la actividad física en el funcionamiento del cerebro se realizaron estudio de imágenes que evidenciaron un crecimiento en el volumen del hipocampo, región cerebral que interviene en el aprendizaje y la memoria, en aquellos que presentan una mejor condición física, en relación con los “sedentarios”.
Incluso en aquellos con afecciones cerebrales; tales como las primeras etapas del Alzheimer, la esquizofrenia o las lesiones cerebrales; realizar ejercicio impulsa mejoras en el aprendizaje, la atención y la memoria, además de que colabora en las tareas de memoria espacial.
1. Convierte al cerebro en una fuente de placer: realizar actividad física estimula sustancias químicas tales como la dopamina, la serotonina y la norepinefrina, que le permiten al cerebro sentirse bien, según la Asociación Americana de Psicología. Estas hormonas gestionan el estrés, mejoran de la sensación de bienestar y la promoción de un interés activo en la vida.
2. Estimula la neurogénesis: para la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, el ejercicio físico estimula la neurogénesis (formación de nuevas neuronas). Un estudio realizado en el Hospital General de Massachusetts en Boston, Estados Unidos, los médicos experimentaron con ratas de laboratorio para ver si la medicina podía encender la neurogénesis. Aunque podía hacerlo, las neuronas morían antes de que tuvieran algún potencial. Pero cuando se sometió a las ratas a cursos de ejercicios, no sólo se produjo la neurogénesis, sino que las neuronas estaban lo suficientemente sanas y fuertes como para perdurar.
3. Mejora la memoria y el aprendizaje: el hipocampo es una zona del cerebro que sigue creando nuevas neuronas a lo largo de la vida del ser humano, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos; y es fundamental para el aprendizaje y la formación de la memoria. Múltiples estudios han demostrado que los adultos que hacen ejercicio rinden más en tareas de memoria, aprendizaje y toma de decisiones.
4. Aumenta el grosor de la corteza cerebral: se trata de la cubierta exterior de la parte más grande del cerebro y está asociada a los patrones de pensamiento consciente de alto nivel, incluyendo la emoción, la evaluación, el razonamiento y el lenguaje. Y según expertos de la Universidad Johns Hopkins, el ejercicio puede engrosar la corteza cerebral gracias a la toma continua de decisiones en fracciones de segundo.
5. Mejora la neuroplasticidad: desde el nacimiento, el cerebro es maleable, capaz de cambiar tanto física como funcionalmente en respuesta a eventos como el aprendizaje, nuevos entornos, lesiones y enfermedades. Cuanto mayor sea la neuroplasticidad, mejor se podrá adaptar el cerebro a los acontecimientos de la vida, desde la adquisición de nuevas habilidades laborales hasta el reaprendizaje de la marcha tras un accidente.