La declaración de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en la que afirmó que «nadie debería ir a la cárcel por fumar marihuana» y criticó las actuales restricciones federales sobre esa droga, ha generado un debate importante sobre la política de drogas en el país.
Harris, junto al rapero Fat Joe y personas indultadas por el presidente Joe Biden por condenas relacionadas con la posesión de cannabis, resaltó la necesidad de reformar las leyes sobre marihuana. Enfatizó que la consideración de la marihuana como tan peligrosa como la heroína y más peligrosa que el fentanilo es absurda e injusta.
Este pronunciamiento de Harris se produce en un momento clave, con la expectativa de que la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) modifique la clasificación actual de la marihuana, situada en la categoría «lista I», junto con sustancias como el LSD y la heroína, que se consideran sin uso médico aceptable.
El Departamento de Salud de EE.UU. recomendó el año pasado reubicar el cannabis en la «lista III», indicando un nivel de menor peligrosidad y un reconocimiento de sus posibles usos médicos. Sin embargo, la decisión final está en manos de la DEA, y aún no se ha establecido cuándo podría producirse.
Estos movimientos y declaraciones reflejan una creciente aceptación y comprensión de los beneficios médicos y los impactos sociales de la marihuana, lo que podría allanar el camino para cambios significativos en la política de drogas en Estados Unidos.