El comercio de pieles de burro, impulsado por la demanda de ejiao en China, ha desencadenado una crisis en África y otras partes del mundo. La creciente demanda de este ingrediente tradicional ha llevado a sacrificios masivos de estos animales, dejando a comunidades enteras sin su medio de transporte y sustento.
Este comercio plantea preguntas cruciales sobre el valor económico y social de los burros en las comunidades rurales. Son más que simples bestias de carga; son compañeros de trabajo y fuentes de sustento para muchas familias. La pérdida de burros afecta la desproporción
La organización Donkey Sanctuary estima que en todo el mundo se sacrifican al menos 5,9 millones de burros cada año para abastecer este comercio, y la demanda sigue creciendo. Además, denuncian que algunos animales son trasladados a través de fronteras internacionales para llegar a lugares donde el comercio es legal, lo que plantea preocupaciones éticas y sociales.
En países como Kenia, se ha observado un dramático aumento en el sacrificio de burros en los últimos años. Esto se debe, en parte, a la disminución de la población de burros en China, donde el ejiao ha pasado de ser un lujo de nicho a un producto ampliamente utilizado.
Para un futuro sostenible, es necesario buscar alternativas viables al ejiao. La agricultura celular emerge como una opción prometedora, ofreciendo una solución ética y sostenible que protégé a los burros y satisface las necesidades del mercado.
El comercio de pieles de burro amenaza la estabilidad y el bienestar de comunidades enteras, además de tener implicaciones ecológicas significativas. Proteger a estos animales es esencial para salvaguardar medios de vida y preservar el equilibrio ecológico, lo que requiere acciones coordinadas