El gasoducto Baltic Pipe, que lleva gas noruego hasta territorio polaco a través de Dinamarca y el mar Báltico, fue inaugurado este martes en Goleniow, en el noroeste de Polonia, en un esfuerzo por desvincular al país y a Europa del gas ruso.
A la ceremonia de apertura asistieron el presidente polaco, Andrzej Duda, y los primeros ministros de Polonia, Mateusz Morawiecki; Noruega, Jonas Gahr Store; y Dinamarca, Mette Frederiksen, que abrieron una válvula de gas simbólica como muestra de la colaboración entre los tres países.
Según los informes, el inicio del transporte del hidrocarburo está previsto para el 1 de octubre y se espera que alcance su capacidad total de 10.000 millones de metros cúbicos (bmc) de gas anuales a principios de 2023. Sin embargo, el pasado sábado, el operador del sistema de gas danés Energinet declaró que el trabajo «avanza tan bien» que la capacidad total podría ser lograda a finales de noviembre de este año.
El pasado viernes, la empresa noruega Equinor anunció que había firmado un acuerdo de 10 años para vender gas natural a la polaca PGNiG por un volumen de 2.400 millones de metros cúbicos al año, es decir, alrededor del 15 % del consumo anual de Polonia.
El Baltic Pipe, cuya construcción comenzó en 2020, tiene una longitud total de unos 900 kilómetros a un costo de al menos 1.600 millones de euros. Alrededor de 267 millones de euros de ese total han sido aportados por la Unión Europea.
El presidente polaco aseguró que el hidrocarburo a través de la nueva infraestructura podrá suministrarse no solo a Polonia, sino también a otros países. Por su parte, Morawiecki dijo que Baltic Pipe se construyó en oposición a los gasoductos Nord Stream y Nord Stream 2 con la intención de reemplazar al gas ruso.