La ambiciosa inversión para transformar el Puerto de Manzanillo en el principal del noroeste del país, y sus grandes obras conexas, en un marco de tiempo concentrado y dentro de un espacio restringido, tendrá “un impacto extenso en el medioambiente, la población y las instituciones”. Y la mayor incertidumbre económica es la mano de obra.
Así se anticipa en el primer borrador del Plan Maestro de Manzanillo, que el Ministerio de la Presidencia ha presentado a sectores de Santiago y de las fronterizas Montecristi y Pepillo Salcedo. Este último lugar aloja el puerto.
“Es posible que la mano de obra existente para la construcción y las operaciones no satisfaga todas las demandas de las nuevas industrias”, se indica en la matriz de incertidumbres económicas contenida en el documento. Se estima que en Pepillo Salcedo residían 9,772 personas en el 2020.
En el borrador del plan se observa que no solo el puerto ampliado necesitará nuevas fuentes de mano de obra calificada, sino también otras industrias planificadas, como el astillero y las tres centrales eléctricas que se construyen, personal que la población actual “generalmente no tiene recursos para proporcionar”.
Se indica que existe una gran “gran incertidumbre” sobre si los desarrollos se pueden lograr sin llevar mano de obra de otras partes del país.
En el proyecto de Presupuesto General del Estado para 2023, el gobierno ha identificado como prioritario dentro del gasto de capital, la explotación del potencial geográfico, estratégico y las condiciones naturales del Puerto de Manzanillo. En este ha consignado 2,804,039,490 pesos para el mejoramiento del puerto y sus vías de conectividad.
La obra se construyó en la década de 1950 y está próximo al final de su vida útil, pero tiene potencial para tener espacio para barcos más grandes y aumentar el volumen de carga.
Actualmente, el puerto se utiliza para importar carga a granel, principalmente clínker, y carbón. En mayor proporción, para exportar el 60 % del banano dominicano.
Luego de que por años se hicieran estudios y se anunciaran planes para rehabilitar y ampliar este puerto, el gobierno ha garantizado que en el primer semestre del próximo año se iniciará su intervención, tras la presentación del Plan Maestro definitivo en febrero de 2023.
Con el documento se prevé plasmar la orientación del desarrollo a 20 años.
El proceso para el plan ha sido dirigido por un equipo compuesto por planificadores, arquitectos paisajistas, ingenieros y economistas del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos y el equipo de arquitectura e ingeniería de Alliance WSP Joint Venture.
El proyecto de ampliación del puerto está financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que incluye 62 millones de dólares para la mejora y ampliación de la infraestructura marítima, y 32 millones de dólares para reurbanizar las zonas logísticas y mejorar el acceso por carretera.
Además, 6 millones de dólares para consolidar la gobernanza portuaria y estudios de ingeniería.
Al oeste de Manzanillo están el río Dajabón (frontera natural con Haití) y el Refugio de Vida Silvestre Laguna Saladilla. Al este el Parque Nacional Manglares de Estero Balsa.
Se espera que la ampliación del puerto impulse nuevas inversiones privadas en la región y la necesidad de más viviendas, comercio, infraestructuras, instituciones, servicios e instalaciones.
“Muchas de las viviendas de Manzanillo se construyeron antes de que se trazaran los límites del SINAP (Sistema Nacional de Áreas Protegidas), por lo que, aunque estas viviendas pueden permanecer en su sitio, su desarrollo posterior debe coordinarse con el Ministerio de Medioambiente”, se observa en el borrador del plan.
“Las ambiciones para el pueblo de Manzanillo son altas -agrega- y los desafíos que se avecinan son considerables: el desarrollo de varios proyectos a gran escala en un marco de tiempo concentrado y dentro de un espacio restringido tendrá un impacto extenso en el medioambiente, la población y las instituciones de Manzanillo”.
Indica que, aunque el desarrollo debe evitar las restricciones medioambientales, debido a la escasez de terrenos urbanizables en Manzanillo, “puede ser necesario que se produzca algún desarrollo dentro de zonas medioambientales sensibles”.
“Cualquier desarrollo que afecte a una zona protegida, un hábitat o una zona de amortiguamiento requerirá medidas de mitigación, coordinadas con el Ministerio de Medioambiente”.
Los planificadores recomiendan realizar un estudio hidrosedimentológico costero integrado para evaluar el impacto de los proyectos marítimos en la costa y el agua de la Bahía de Manzanillo.
Además, desarrollar un estudio de mitigación de riesgos y vulnerabilidades de aumento del nivel del mar para la zona industrial y residencial, y que los activos físicos integren la resistencia al clima en su diseño.