Hay una solución barata y sencilla para reducir los atropellos y humanizar las ciudades: pintar el asfalto

A 30 km/h, la posibilidad de morir en un atropello es del 10%. A 50 km/h, el riesgo aumenta hasta el 90%. Son datos de la DGT que demuestran que el atropello es uno de los tipos de accidentes que más muertes producen en relación al volumen total de los mismos. Un problema que también contemplan en Estados Unidos y al que quieren poner solución: pintar las calles.

La tendencia. Desde hace tiempo, los agentes vulnerables están en el ojo de las administraciones públicas. En España, sólo en 2022, fallecieron 123 personas que eran peatones, ciclistas, motoristas o usuarios de vehículos de movilidad personal en autopistas y autovías. Sumando el resto de vías interurbanas, el número creció hasta los 299 fallecidos, según datos de la DGT. Concretamente, un 36% del total de fallecidos. Cifras que han motivado la reducción de todas las vías urbanas de un solo carril por sentido a 30 km/h. 

En Estados Unidos, los datos son parecidos. Allí, la reducción de vehículos motivada por la pandemia ha supuesto una mayor velocidad en las calles y, por tanto, un mayor riesgo de desenlace fatal en caso de accidente. Además, se está consolidando una tendencia y es que en la última década han aumentado un 45% los atropellos y las carreteras son cada vez más inseguras. 

Soluciones sencillas. Aunque la limitación de la velocidad se ha extendido en las calles españolas, lo cierto es que, personalmente, no he notado una pacificación real del tráfico. El simple cambio de la normativa no disuade a los conductores de levantar el pie del acelerador cuando la infracción es tan complicada de perseguir como en una ciudad, con tantísimos kilómetros de circulación.

En Estados Unidos han optado por algo simple y efectivo: pintar las calles. Utilizar el arte para rellenar los cruces ha servido para reducir los accidentes en un 50% y un 37% los casos en los que el accidente entrañaba lesiones. En estos cruces se pintaron grandes patrones coloridos en el suelo. 

Pacificar el tráfico. A este tipo de soluciones se las conoce como «pacificación del tráfico» y sirven para que los vehículos circulen a menor velocidad. Se consigue que el conductor sea más consciente de la presencia de peatones o ciclistas en la calzada. De hecho, se redujeron en un 25% los potenciales conflictos entre peatones y conductores y un 27% más de vehículos cedieron el paso. 

Este tipo de actuaciones demuestran que unos pocos elementos pueden cambiar por completo una calle. Reordenar un cruce con pintura y macetas puede ser suficiente para que el peatón gane terreno al vehículo privado y seguridad a la hora de cruzar la calzada. En Barcelona han optado por este camino y la Piazza Aperte en Milan es otro buen ejemplo de cómo los vecinos han recuperado un espacio por el que antes sólo circulaban los coches.

Me ha gustado muchísimo esta intervención de un cruce para convertirlo en plaza. Es increíble cómo cambia tantísimo con tan poco. ¿Me acompañas para analizar los cambios de la Piazze Aperte? #hilopic.twitter.com/RX4lgkeFwr— M. Martínez 📝📚 | 🏠+😷 (@euklidiadas) March 16, 2022

El subconsciente. Es evidente que en el caso italiano, con menos espacio para moverse, reduciría la velocidad a la que los coches circularían por la zona. Lo mismo sucede con las calles barcelonesas donde se han eliminado carriles y se han cedido al peatón, utilizando también grandes bloques de hormigón. 

Pero el caso estadounidense demuestra que la simple pintura, sin haber realizado ninguna otra intervención, ya es suficiente para que la mayor parte de los conductores levanten el pie del acelerador. «Todo es psicológico», señala Michael Flynn, director nacional de planificación de transporte de Sam Schwartz Consulting, a Axios. Reducir la velocidad es posible con aquellas cosas que restringen el campo de visión de los conductores, lo que ayuda a que sean más conscientes de la presencia de peatones.

Resistencia. Pese a los buenos resultados que han arrojado los estudios en Estados Unidos, los autores señalan la resistencia de las autoridades competentes a tomar partido por este tipo de iniciativas. En este caso se debe a la uniformidad que debieran presentar en su señalización todos los cruces y que se perdería con la pintura en la calzada. 

En Forbes, sin embargo, ponen en duda estos buenos resultados y consideran que se debe tener muy en cuenta la otra cara de la moneda: la posibilidad de que el conductor se despiste. Además, señalan que los sistemas de conducción semiautónoma podrían encontrar problemas, pues se han diseñado para seguir unas marcas viales invariables y comunes en todas las calles.