A finales de 2019 los duques de Sussex tenían claro que querían empezar una nueva vida en el extranjero, lejos de las responsabilidades y presiones de su rol institucional, pero por aquel entonces aún estaban abiertos a la posibilidad de negociar los términos de su distanciamiento de la monarquía para que no fuera necesariamente una salida definitiva.
Según revela el príncipe Harry en los últimos episodios de su documental para Netflix, la reina Isabel II estaba enterada de los problemas que estaban afrontando porque él mismo se lo había explicado en numerosas ocasiones, y ella los invitó a quedarse en Inglaterra para hablar del asunto.
«Me dijo que no tenía planes para esa semana y que por qué no iba a tomar el té o a pasar la noche con Meghan», afirma su nieto ante las cámaras.
Sin embargo, y siempre según su versión de los hechos, cuando estaban preparándose para embarcar en un avión de regreso a Londres desde Canadá, donde se estaban alojando, recibieron un mensaje de un ayudante de la soberana informándoles de que la visita se cancelaba porque ella tenía una agenda muy ocupada durante toda la semana.
«Vaya. Pues eso es lo contrario de lo que me dijo», añade Harry. Cuando volvió a hablar con su abuela, la única explicación que ella le dio fue: «Sí, no sabía que estaba ocupada, me dijeron que estoy ocupada. De hecho me aseguraron que estoy ocupada toda la semana».
Para Meghan, ese fue el momento en que se dio cuenta de que el «negocio monárquico» prevalecía sobre la familia porque le estaban impidiendo ver a la soberana, pero también le estaban alejando de su única abuela.
Harry también compartió los detalles del plan que había trazado inicialmente junto a su esposa para alejarse de la atención mediática sin renunciar a su labor en representación de Isabel II: mudarse a Nueva Zelanda o Sudáfrica para continuar trabajando para la Commonwealth.
Si no funcionaba, él le aseguró a su papá, el actual rey Carlos III, que renunciaría a sus títulos, y tiene el mensaje de texto que prueba que realmente lo hizo.