Ver desfilar la bandera de Afganistán sin atletas de su país, portada por un representante de la Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, ha sido uno de los momentos más emotivos de la ceremonia de apertura de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, que se celebrarán hasta el 5 de septiembre en la capital nipona.
Un gesto, promovido por el Comité Paralímpico Internacional, «en solidaridad» con el país asiático y con sus deportistas. En especial, con la taekwondista Zakia Khudadadi y el atleta Hossain Rasouli, que iban a participar en representación de Afganistán, pero que no pudieron salir del país por el cierre de los vuelos comerciales en el aeropuerto de Kabul y la situación de inseguridad que se vive desde que las milicias talibanas tomaron el control.
De hecho, Khudadadi iba a convertirse en la primera mujer afgana que participase en unos Juegos Paralímpicos. La taekwondista publicó un vídeo en las redes sociales la semana pasada pidiendo ayuda para poder participar. Sí lo hará el nadador Abbas Karimi, de origen afgano, que desfiló como abanderado del Equipo Olímpico de Refugiados.