El líder de extrema izquierda estuvo vinculado al M-19 antes de dedicarse a la política, en la que ha mantenido intensas diatribas con Álvaro Uribe
Escogió Barcelona para presentar su programa electoral en Europa y tuvo a Oriol Junqueras en la tarima y a Juan Carlos Monedero de telonero. La gira en europea en enero pasado, que incluyó una cita con Pedro Sánchez, la organizó Enrique Iglesias, diputado del Partido Comunista y asesor de las FARC en las negociaciones de paz en Cuba con el Gobierno Santos. También en el viaje incluyó una importante parada en Roma para sostener un encuentro privado con el Papa.
Aunque intenta que le perciban como un candidato sin sesgos ideológicos, capaz de unir a todos los colombianos, en su tercer intento de conquistar la presidencia, Gustavo Petro no ha podido disimular su tendencia de extrema izquierda. Aunque proclama que en pleno siglo XXI ya no existe división entre derechas e izquierdas, sino que ahora hay dos grandes campos: «La política de la vida y la de la muerte». En la primera enmarca al Pacto Histórico, movimiento creado para los comicios de este 2022, al que pertenece el Polo Democrático, la Unión Patriótica y el Partico Comunista Colombiano, entre otros. En la de «la muerte», incluye a Álvaro Uribe y toda la derecha.
A pesar de su propuesta de hacer de Colombia «una potencia del amor y del afecto», ha endurecido su discurso y no duda en tildar de «asesino» al gobierno de Iván Duque o insinuar que el candidato del centro derecha y los partidos tradicionales, el independiente ‘Fico’ Gutiérrez, estaba detrás de uno de los supuestos intentos de segarle la vida.
Petro nació en Ciénaga de Oro, pueblo del departamento de Córdoba, pero pronto la familia se trasladó al boyancense Zipaquirá, en el centro del país, en donde comenzaría tanto su carrerea política como concejal como su vinculación a la guerrilla del M-19.
En su época subversiva adoptó los alias de ‘Aureliano’ y ‘Andrés’, pero no está claro qué papel jugó. Según Petro, aprendió a usar las armas aunque nunca disparó contra un ser humano y asegura que cuando sus compañeros asaltaron el Palacio de Justicia en 1985, un acto terrorista que costó más de cien vidas, él estaba detenido y sometido a torturas.
Casado con Verónica Álcocer, miembro de una reconocida familia de la costa caribeña, y padre de cinco hijos de diferentes uniones, en 1989, tras la firma de la paz con del M-19, Gustavo Petro regresó a la civilidad y a dedicarse de lleno a la política. Ha sido congresista y senador, y fue en el Srnado donde comenzó brilló por su oratoria y los debates que protagonizó contra la política de Álvaro Uribe, al que ha convertido en la principal diana de sus diatribas.
Movido por la popularidad que concitaba su figura en sectores de izquierda, en 2010 aspiró por primera vez a la presidencia, avalado por el socialista Polo Democrático, partido que luego abandonaría. Tras fracasar en su intento, un año más tarde consiguió salir elegido alcalde de Bogotá, un cargo donde dejó su impronta personal. Autoritario, terco, impetuoso, poco amante de escuchar consejos, tomó medidas controvertidas que ahondaron más la división entre sus seguidores y un amplio sector social que teme que pueda convertir el país en otra Venezuela.Más en El MundoEl lunes de los famosos, en imágenesEl Instagram de un jugador de Rumanía puede devolver a España sus opciones de ir al Mundial de Rugby
En 2018 volvió a intentar conquistar Casa Nariño pero Duque le venció por dos millones de diferencia, en parte gracias a esos millones que le sienten cercano al chavismo. Consciente del temor que infunde, durante la campaña firmó ante notario que nunca expropiará propiedades privadas. También inquietan a economistas algunas de sus propuestas que consideran inviables y ruinosas para las finanzas públicas, como que el Estado contrate a los tres millones de parados si no encuentran trabajo en el sector privado, con un salario mínimo.
Hace unos días declaró en un mitin que Rodolfo Hernández se volvió millonario por ser corrupto. El problema para Petro, que prefería haber tenido de contrincante a ‘Fico’ Gutiérrez, es que ya no puede tildar a su rival de uribista ni de miembro de la oligarquía y la clase política de siempre. A partir de ahora, deberá cambiar su estrategia. FUENTE EL MUNDO