El verano acaba de hacer su entrada triunfal, y las olas de calor ya amenazan con dejar estragos en España. Las recomendaciones estivales, ya recurrentes, cada vez se adelantan más en el calendario, y permanecen más tiempo. El cambio climático lo exige: el calor veraniego llega antes, es más intenso y dura más.
Junto a la recomendación de buscar la sombra y evitar salir a la calle durante las horas más calurosas del día, se suma la importancia de estar adecuadamente hidratado y beber agua, incluso sin sensación de sed.
Pero lo mejor del verano, aparte de las vacaciones para casi todos, es la gran variedad de fruta y verdura, que en muchos casos, contienen agua abundante, y puede ser verdaderamente refrescante. La recomendación general de consumir al menos cinco raciones de fruta y verdura al día —y no, los zumos no entran en el cómputo— se convierte, en verano, en un recurso más para luchar contra la deshidratación y los golpes de calor.
La fruta de julio
Es bien conocido por todos que hay determinados productos agrícolas que se producen eninvernaderos y otros entornos controlados, y están disponibles para su consumo en casi cualquier momento del año. También es cierto que mientras en el hemisferio norte comienza la estación cálida, en el sur está empezando el invierno, y frutas propias de esa estación, como los cítricos, el kiwi o el aguacate, pueden estar recolectándose e importándose. Sin embargo, si realmente queremos optar por fruta de temporada, hay muy buenas opciones a disposición del consumidor.
El verano es una época excelente para los frutos rojos. Aún pueden encontrarse fresas de temporada, aunque irán desapareciendo a lo largo del mes de julio. A cambio, empieza el mejor momento para moras, frambuesas, grosellas o arándanos.
Muy buen momento también para las frutas de hueso. A los albérchigos, ya presentes en primavera, se añade el melocotón, la nectarina, la ciruela y la paraguaya. Otras, como las cerezas, dejan de estar en temporada, aunque aún se pueden encontrar las variedades más tardías, como la Picota o la Regina.
Pero, sin duda, las frutas reinas del verano son la sandía y el melón. Ambas, con una gran cantidad de agua, son muy refrescantes y una opción excelente para sobrellevar los días de calor de julio. Sin olvidar el pepino, de la misma familia botánica y con similares propiedades. En algunos países de Latinoamérica, se emplea para elaborar una bebida refrescante, conocida como ‘agua de pepino’, muy recomendable en esta época del año.
Otras frutas para disfrutar en julio son las peras, que comienzan fuerte su temporada y se mantendrán hasta la entrada del otoño; las primeras manzanas comienzan a madurar, aunque aún les queda tiempo para estar en su momento óptimo; y todavía se puede disfrutar de las últimas brevas; los higos se quedan para agosto.
Además, las frutas comúnmente consideradas verduras, que gracias a la importación o el cultivo en invernadero suelen estar disponibles todo el año, en julio se encuentran de temporada. Productos como el calabacín, la berenjena, el pimiento o el tomate. Si hay suerte, se pueden encontrar ya las primeras calabazas, aunque no serán de buena calidad hasta el otoño.
La verdura de julio
Julio también es una buena época para las verduras. La mayoría de las verduras geófitas —como la patata, la zanahoria, la cebolla y el ajo— suelen darse todo el año, pero actualmente son productos de temporada. Se añade también la remolacha y, en menor medida, el rábano, que concluye su temporada veraniega y no estará disponible hasta el otoño.
Entre las verduras de hoja la disponibilidad es más limitada, salvo la lechuga que, encuentra en el verano su mejor momento; pueden quedar acelgas. Los buenos tiempos para la mayoría de legumbres ya ha pasado, solo las judías verdes aguantarán en temporada hasta la llegada del otoño.
Unas directrices orientativas, no auténticas reglas
Este calendario es orientativo. Como buenos productos de origen vegetal, la fruta y la verdura tiene su propia fenología y las condiciones climáticas y meteorológicas pueden alterar sus ciclos de desarrollo. No todas las plantas tienen los mismos requisitos; períodos anómalos, como sequías, exceso de lluvias o temperaturas extremas pueden alterar el calendario de disponibilidad de distintos alimentos, o su productividad.