Sebastian Stan se aleja de forma progresiva de su papel de superhéroe (El Soldado del Invierno) para poder compartir con otro tipo de espectadores su registro actoral. La evolución de su carrera se agradece porque va dando pasos a desmarcarse de la sombra de Marvel. Si se quedara bajo ella no sería un problema, pero puede que sí se viera condicionado su trabajo. Fresh, la más reciente película de Disney Plus, es uno de ellos.
Esta producción llega luego de su éxito como Pam & Tommy, la miniserie también desarrollada por Disney Plus, en la que interpreta a Tommy Lee. De esa comedia negra pasa a Fresh, interpretando a Steve, un médico seductor que se acerca a distintas chicas de una manera no tan común, en tiempos actuales: en persona, sin aplicaciones mediante. En ese viaje, conoce a Noa, interpretada por Daisy Edgar-Jones.
Ella es una chica con una vida sentimental en deuda, que anhela conectar con alguien más allá de la digitalidad (aunque su principal contacto con los hombres sea a través de ese espacio). Entonces, Steve emerge como esa persona cercana, cálida, en un momento en el que ella da rienda suelta a ese tipo de experiencias. La trama propicia la exploración de múltiples temas a través de la película, que comienza como una suerte de comedia romántica y termina siendo una película de terror.
Fresh y la crítica a las aplicaciones para citas
Desde hace años, aplicaciones como Tinder y Bumble no paran de crecer. Amistades que refieren que conocieron a tal o cual por esa vía, la normalización de una nueva manera de relacionarse que, aún así, no deja de ofrecer dudas. Sobre estas se lanza Fresh. Sin profundizar en demasía (algo que habría convenido), la película puede entender como una crítica al tipo de relaciones que se pueden desarrollar a través de la aplicación o la falta de consentimiento al compartir fotografías íntimas, derivando en un tipo de violencia.
Noa sirve de vehículo para abrir ese tipo de debates. La película no aspira a posicionarse como un ensayo crítico al respecto, pero dice lo suficiente como para detonar distintas reflexiones. En especial, vistas desde el lado femenino, el más vulnerable cuando se trata de salidas con personas que, más allá de algunos mensajes, siguen siendo desconocidas. Como Steve, quien se presenta como el ideal que ella busca y luego, como el clásico de doctor Jekyll y el señor Hyde, se vuelve en algo no deseado por ella (ni por nadie).
Esta película se estrenó en el Festival de Sundance durante el pasado mes de enero, siendo celebrada por la crítica. Una de las razones para hacerlo es esa transformación que experimentan sus protagonistas y, en el trayecto, la película.
El contraste narrativo y otros guiños
De una atmósfera limpia, en espacios abiertos, Fresh se va “encerrándo a sí misma” en locales más pequeños, con luces cada vez menos intensas. Aquella pareja de desconocidos sigue siéndolo, pero distintas circunstancias hacen que no puedan separarse. En relación con lo anterior, la película vuelve sobre su premisa, gritando los distintos riesgos que corre un mujer cuando sale a la calle y, a la vez, intenta llevar una vida normal.
Mimi Cave, su directora, compone un relato comprensible y eficaz; quizá el más logrado dentro de su trayectoria. Aunque todo lo dicho pueda sugerir que Fresh es una película rígida, no lo es en el sentido más formal. El personaje de Steve tiene algunos destellos de humor, Mollie, interpretada por Jonica T. Gibbs, una chica homosexual amiga de Noa, funciona como símbolo de sororidad, mientras el desenlace de la película desemboca en una violencia impensable durante buena parte de la historia.
La cámara de Cave sale de esos espacios cerrados para abrirse a un campo donde la violencia entre los involucrados se hace explícita, luego de haber expuesto a Steve como una suerte de Hannibal Lecter moderno, obsesionado por la carne de las mujeres. Una alegoría sólida sobre el machismo y sociedad global contemporánea, donde la mujer sigue siendo una suerte de presa condicionada por tantos techos. En ese contexto, Fresh es un relato que resuena de buena manera con el presente, mirándolo de forma crítica.