Los elementos ambientales nocivos, un estilo de vida poco saludable o un bajo nivel educativo son factores que aumentan la probabilidad de sufrir alzhéimer y otras demencias.
¿Se puede prevenir?
En el primer ‘Encuentro con Expertos’, organizado por la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA), bajo el título ‘Factores de riesgo en la demencia. ¿Puede hacerse prevención?’, se señalaron cinco factores de riesgo para modificar que podrían prevenir hasta un 40 % de las demencias.
Estos factores son un nivel educativo bajo, un estilo de vida poco saludable, la genética, elementos ambientales nocivos como la contaminación y padecer enfermedades.
El doctor Enrique Arrieta, secretario del Grupo de Trabajo de Neurología de Semergen-Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, señaló en la conferencia que “si el origen es multifactorial, la prevención debe serlo también”.
En España existen 1.200.000 personas afectadas por alguna demencia y se prevé que siga aumentando. Se trata de un problema de salud pública que se ha convertido en una epidemia silenciosa en el siglo XXI y supone un desafío para el sistema sanitario.
¿Por qué es un factor de riesgo un bajo nivel educativo?
Aunque se considera que el origen del alzhéimer es multifactorial, la edad no es el único factor de riesgo, ya que hasta un 9 % de los casos son de personas con menos de 65 años.
Tener un bajo nivel educativo podría ser desencadenante de padecer alzhéimer, ya que la educación es “fundamental, especialmente en los primeros años de vida”, señala Arrieta.
“Recibir una educación y estímulos intelectuales favorece el desarrollo del sistema nervioso. Hay personas con formación universitaria que desarrollan alzhéimer, pero a nivel estadístico la educación superior es un factor que protege sobre el riesgo de padecer una enfermedad”, apunta el experto.
Por esta razón, el médico cree que “debe garantizarse un nivel educativo para toda la población con el objetivo de favorecer un envejecimiento activo y saludable”.
“También es una cuestión de equidad. El acceso a unas buenas condiciones de vida y de educación secundaria para toda la población beneficia a todos como comunidad”, añade.
¿Cómo afectan los elementos ambientales?
El principal elemento ambiental nocivo es la contaminación atmosférica como la exposición a tóxicos y a metales pesados, especialmente en las ciudades. El experto apunta que hay estudios que relacionan la demencia con el uso de pesticidas y herbicidas.
“Estos factores aumentan el riesgo de neurodegeneración, base del alzhéimer. Las células del cerebro, las neuronas, no se desarrollan bien, se estropean y acumulan en su interior depósitos de proteínas”, explica.
“Eso dificulta que las neuronas sean capaces de establecer conexiones como el recuerdo -añade- y favorece que haya problemas en el funcionamiento cognitivo”.
El estrés también es un factor de riesgo
El estrés es una respuesta ante una amenaza y está relacionado con vivir bajo presión. Se trata de una respuesta evolutiva de cualquier organismo que se genera ante un peligro y suele repetirse.
La amenaza para los organismos ha sido siempre sobre la vida. El fuerte se come al débil y el débil genera una respuesta de huida, que suele ser ponernos en las mejores condiciones para escapar.
“Las personas podemos sentirnos amenazados por algo que ha ocurrido en el pasado o por cosas que todavía no han ocurrido. Aunque podemos racionalizarlo, nuestra respuesta automática salta continuamente y esto está dañando nuestro sistema circulatorio”, matiza el doctor Arrieta.
Por este motivo, el control de las emociones y el mantenimiento de unas buenas relaciones sociales son claves en la prevención.
Prevención primaria, la mejor aliada
La prevención de la demencia debe hacerse desde la juventud y la etapa de la madurez. Ser conscientes de los factores de riesgo es importante, según los expertos, aunque el principal sea la edad y no podamos cambiarlo.
Mantenernos activos, alimentar nuestra curiosidad y estar implicados en nuestra comunidad son estrategias relacionadas con la educación que previenen las demencias.
Respecto a temas de salud, se debe llevar un estilo de vida saludable desde jóvenes, prevenir factores de riesgo cardiovasculares como el colesterol y evitar el sedentarismo.
El doctor recuerda que “lo que es bueno para el corazón, lo es para el cerebro”.
Mantenerse en zonas sin contaminación y pasear por entornos libres de humos cuidará también nuestra salud y vejez.
No obstante, Arrieta destaca que no solo es importante la prevención primaria, sino también «la secundaria que se realiza para detectar los primeros síntomas de alzhéimer y activar medidas preventivas».
“Aunque la enfermedad se haya desarrollado, es importante seguir con una mentalidad preventiva (“prevención terciaria”). Esto es la rehabilitación que tiene como objetivo mejorar la calidad de vida del paciente y su entorno”, señala.
“Prevenir riesgos, favorecer la autonomía de la persona que lo padece y -agrega- evitar el padecimiento de otras enfermedades favorece una mejor calidad de vida y un menor deterioro”.
Medidas a nivel personal y también comunitario
Aunque cada persona puede tomar una serie de precauciones para cuidar su salud, las medidas a nivel comunitario son vitales para el abordaje y la prevención.
El doctor Arrieta destaca que desde la esfera política “se deben crear las condiciones para que sea más fácil a la población tomar decisiones saludables”.
“Favorecer el transporte público, tomar medidas alimentarias y crear unas políticas de consumo responsable son estrategias importantes”, valora.
Asimismo, favorecer la igualdad en el acceso a servicios públicos y dar las mismas oportunidades debe ser un eje primordial.
Según los datos disponibles, el alzhéimer afecta a más de 50 millones de personas en todo el mundo, de las que un 60 % viven en países con bajos ingresos, según el “Censo de las Personas con Alzheimer y otras demencias en España”.
“La desigualdad conduce a diferencias en salud, menor esperanza de vida y mayores tasas de enfermedades. Esa es la vertiente política de la prevención”, concluye el experto. Fuente EFE