Una nueva startup asegura que ha comenzado a liberar partículas de azufre en la atmósfera terrestre, en un controvertido intento por combatir el cambio climático desviando la luz solar. Make Sunsets, una empresa que vende packs de compensación de carbono, confía en la geoingeniería solar para enfriar el planeta y, ya de paso, llenar sus arcas. Esta startup afirma que ya ha lanzado dos globos de prueba, cada uno con aproximadamente con 10 gramos de partículas de azufre, que han ido con destino a la estratosfera, como explica la web de la compañía y sobre la que informó por primera vez MIT Technology Review.
El concepto de geoingeniería solar es simple: agregar partículas reflectantes a la atmósfera superior para reducir la cantidad de luz solar que penetra desde el espacio, consiguiendo así enfriar la Tierra. Es una idea inspirada en los efectos atmosféricos secundarios de algunas erupciones volcánicas, que han provocado a lo largo de la historia drásticos cambios climáticos temporales, como por ejemplo el famoso “año sin verano” de 1816.
Sin embargo, la implementación efectiva y segura de esta idea es algo mucho menos simple. Los científicos e ingenieros han estado estudiando durante más de 50 años la geoingeniería solar como un potencial remedio para el cambio climático. Pero casi nadie ha realizado experimentos reales debido a los riesgos asociados con esta tarea, como podrían ser cambios drásticos en los patrones de precipitaciones de nuestro planeta, daños irreversibles a la capa de ozono o distintas ramificaciones geopolíticas significativas.
Aunque sabemos que las partículas de azufre pueden ayudar a reflejar la luz solar lejos de la Tierra y enfriar el planeta, las consecuencias no deseadas de tal acción son mucho menos conocidas y podrían ser potencialmente catastróficas. Algunos estudios sugieren que la inyección de azufre en el hemisferio norte provocaría sequías masivas en el Sahel, la selva amazónica y en otros lugares de la Tierra. Por el contrario, agregar azufre sobre el hemisferio sur podría aumentar drásticamente la cantidad de huracanes en la zona del Atlántico del hemisferio norte.
Además, siempre y cuando podamos enviar suficiente azufre a la atmósfera para enfriar significativamente la Tierra, tendríamos que seguir enviando nuevas partículas de forma indefinida para evitar entrar en una era de cambio climático entre cuatro y seis veces peor que la que estamos experimentando actualmente, según un estudio de 2018. Los aerosoles de azufre no duran mucho tiempo. Su vida útil en la estratosfera oscila entre unos pocos días y un par de años, según el tamaño de las partículas y otra serie de factores.
Presumiblemente, mientras se lleva a cabo esta tarea de geoingeniería, todavía seguiríamos añadiendo gases de efecto invernadero a la atmósfera, así como partículas de azufre. Si, en algún momento, el sistema de suministro de azufre fallase, los efectos de todo ese CO2 y metano se notarían rápidamente, calentando el planeta a toda velocidad. Los ecosistemas también quedarían fuera de control y la acidificación de los océanos continuaría sin cesar. Spoiler: sería un desastre.
Ahora, el fundador de Make Sunsets, Luke Iseman, está aparentemente llevándonos a todos al filo de un desconocido precipicio sin ningún tipo de aprobación regulatoria o permiso internacional.
La idea de que pueda existir un agente externo que decida poner en marcha labores de geoingeniería que puedan afectar al resto del planeta ha sido un motivo de preocupación para los gobiernos desde que los científicos han pensado métodos para manipular intencionalmente la atmósfera. El Pentágono incluso tiene equipos de investigación que trabajan en métodos para detectar y combatir tales intentos clandestinos. Pero defenderse eficazmente de la geoingeniería solar es mucho más difícil de lo que parece.
Según Iseman, para las primeras pruebas rudimentarias de su sistema lanzó dos globos meteorológicos llenos de aerosol de helio y azufre en algún punto de Baja California, en México. El fundador le dijo a MIT Technology Review que los globos se elevaron hacia el cielo pero, más allá de eso, no sabe qué les sucedió, ya que los globos carecían de equipo de rastreo. Tal vez llegaron a la estratosfera y liberaron su carga útil, o tal vez no. Este método con globos meteorológicos había sido propuesto con anterioridad, pero no se llegó a probar ni se demostró que fuera efectivo, según un informe anterior de MIT Technology Review. Pese a ello, hay científicos que han elevado la voz de alarma ante este intento.
“Continuar con esta implementación en este punto es una muy mala idea”, dijo a MIT Technology Review Janos Pasztor, ingeniero nuclear y jefe de la Iniciativa de Gobernanza Climática Carnegie. “El estado actual de la ciencia no es lo suficientemente bueno para justificar tales experimentos o predecir su resultado”, explicó.
Iseman y Make Sunsets afirman que un solo gramo de aerosoles de azufre contrarresta los efectos de calentamiento de una tonelada de CO2. Pero no existe una base científica clara para sustentar tal afirmación, dijo el investigador de geoingeniería Shuchi Talati. Por tanto, esos packs “de enfriamiento” que vende la compañía probablemente sean una patraña (junto con la mayoría de planes de compensación de carbono).
Incluso si los globos llegaran a la estratosfera, la pequeña cantidad de azufre liberada no sería suficiente para desencadenar efectos ambientales significativos, dijo David Keith a MIT Technology Review. Keith es uno de los nombres más conocidos en el mundo de la geoingeniería y es parte de un equipo de investigación de Harvard que ha estado tratando de poner en práctica sus propias pruebas con moléculas azufre durante años. No obstante, Keith está preocupado por la posibilidad de privatizar la labor de la geoingeniería con fines monetarios. “Hacerlo con el modelo de una startup es una idea terrible”, dijo el científico, destacando los riesgos de hacer esto con una motivación financiera detrás.
Parece casi seguro que la geoingeniería será parte de los esfuerzos para combatir el calentamiento climático en un futuro. El gobierno de Estados Unidos aprobó oficialmente fondos de investigación para la geoingeniería solar a principios de este año. Y a medida que se aceleran las consecuencias del cambio climático, la idea ha pasado del ámbito de la especulación y de la ciencia ficción a un debate más amplio. Pero para evitar que la geoingeniería solar se convierta en otro desastre climático inducido por el hombre, se necesita mucha más investigación al respecto.