La acusación la Fiscalía británica contra Kevin Spacey por cuatro supuestos delitos sexuales vuelve a poner en la cuerda floja el regreso a la gran pantalla del actor, quien tras ser repudiado por Hollywood estaba tratando de hacerse un hueco en el mercado europeo.
Apenas dos semanas antes de que se conocieran las nuevas acusaciones, Spacey había confirmado su primer papel protagonista desde 2017 con la cinta “1242 – Gateway to the West”, una coproducción internacional con capital procedente de Reino Unido, Hungría y Mongolia, cuyo futuro queda ahora en el aire.
Los productores del drama histórico, en el que el actor iba a encarnar a un comandante del imperio mongol que trató de conquistar Europa, tomaron una decisión arriesgada al apostar por un actor que arrastra una marca radioactiva desde 2017, cuando salieron a la luz las primeras acusaciones contra él.
Expulsado de la maquinaria de Hollywood, Spacey, de 62 años, solo se había prodigado tímidamente en la gran pantalla formando parte del elenco de “L’uomo Che Disegno Dio” (2021), una película italiana que apenas contó con distribución comercial.
Este jueves, el actor fue acusado por la Fiscalía británica de cuatro delitos de agresión sexual contra tres hombres cometidos en el Reino Unido entre 2005 y 2013, cuando residió en Londres al ocupar el puesto de director artístico del teatro The Old Vic.
En aquella época, el actor llegó a la capital británica encumbrado por dos victorias en los Óscar, “American Beauty” (2000) y “The Usual Suspects” (1996), que hicieron de Spacey uno de los intérpretes más demandados de la década de los 2000.
Aunque los responsables de esa emblemática sala londinense ya indicaron en 2017 que una veintena de personas se quejaron de que fueron acosadas sexualmente por Spacey, no se habían presentado cargos criminales hasta ahora.
Antes, una investigación elaborada por el teatro concluyó que el “estatus” y la “fama” del actor pudieron haber intimidado a los actores jóvenes.
El mismo argumento fue esgrimido por el también actor Anthony Rapp, la persona que abrió el melón de los escándalos sexuales de Spacey.
En plena ola del movimiento #MeToo, Rapp aseguró que fue acosado por el protagonista de “L.A.Confidential” en los años 80, cuando él solo tenía 14 años y Spacey ya era mayor de edad.
La denuncia de Rapp llevó a Spacey a admitir abiertamente su homosexualidad y asegurar que no recordaba el episodio del que le acusaba, aunque dijo que si realmente tuvo lugar le debía “la más sincera disculpa”.
Pero pronto comenzaron a sumarse nuevos testimonios, algunos por parte de trabajadores y exempleados de “House of Cards”, la serie con la que Netflix arrancó su apuesta por la producción propia y que elevó el estatus de Spacey al de estrella televisiva.
El escándalo fue de tal magnitud que Netflix acabó abruptamente con su personaje protagonista y estrenó una última temporada sin contar con él.
Al mismo tiempo, en 2018, la fundación benéfica que llevaba el nombre del actor quedó disuelta al llegar a la conclusión de que su función “ya no era viable”.
Otra de los escándalos que generó más ruido mediático fue la acusación del hijo de una presentadora de la televisión estadounidense que afirmó que, en 2016 y cuando trabajaba de camarero, Spacey le insistió varias veces para que fuera a su casa hasta que, más tarde, frotó su pene contra él.
Sin embargo el joven decidió retirar los cargos en 2019, el mismo año en el que falleció un masajista que aseguró ser acusado por el actor durante una sesión de masaje.
Ahora, los cargos presentados en Reino Unido coinciden con el juicio pendiente de Spacey en Nueva York, por la denuncia de abuso sexual interpuesta por Rapp.
Y los problemas del actor no quedan ahí, pues la productora MCR, responsable junto a Netflix de la serie “House of Cards”, pidió en noviembre una indemnización de 31 millones de dólares por ruptura de contrato y para paliar los perjuicios que causó con su comportamiento durante el rodaje.