Los carriles rápidos para los vehículos con mayor ocupación son relativamente habituales en las grandes ciudades. Con la intención de priorizar el uso del transporte compartido, ciudades como Madrid cuentan con su propio carril Bus-VAO, un espacio por el que solo pueden circular coches con dos o más personas a bordo, autobuses y los vehículos cero emisiones.
Aunque la multa es de hasta 200 euros, algunos conductores prefieren arriesgarse a ser multados antes que cumplir con el suplicio del atasco mañanero. Esto ha provocado que, puntualmente, salten noticias a los medios de comunicación en las que se hable de conductores que pretendan engañar a las cámaras con muñecas hinchables o maniquís.
Cuando la infraestructura está segregada, como en el caso de la carretera A-6 en Madrid, saltarse las normas es más complicado, pues una patrulla de Tráfico a la entrada puede servir para vigilar quién entra y quién sale de un carril que no cuenta con ramificaciones entre su origen y destino.
El problema viene cuando la apertura de este carril Bus-VAO es dinámica y con luces se señala cuándo o dónde los conductores pueden aprovechar esta vía rápida para llegar a su destino. Un proyecto de estas características, con un Bus-VAO low-cost, ya está licitado en Madrid en su entrada por la A-2.
La ventaja es evidente: con poco dinero se puede conseguir un carril exclusivo rápido que favorezca el uso del vehículo compartido. La desventaja también es evidente: al no haber separación física, los conductores pueden entrar y salir cuando lo deseen, aunque no esté permitido.
En Lyon se han cansado
Este tipo de proyecto se puso en marcha en Lyon. A finales de 2020 comenzó a funcionar el proyecto. El funcionamiento era sencillo, en los kilómetros cercanos a la ciudad, una de sus autovías mostraba un rombo blanco sobre fondo negro en su carril izquierdo. Esto quería decir que solo los coches con dos o más personas a bordo, los taxis, los autobuses y los vehículos cero emisiones podían circular por él.
La realidad ha resultado ser otra. Pese a que las multas comenzaron en 2022, la facilidad para entrar y salir del carril ha provocado que numerosos conductores hayan optado por beneficiarse de este sistema y su eficacia ha quedado en entredicho. Pero en Francia se han cansado.
La ciudad ha sido elegida para poner en marcha un proyecto piloto con nuevos radares. Unas cámaras infrarrojas detectarán cuántos pasajeros viajan a bordo de cada coche. Jean-Charles Kohlhaas, vicepresidente a cargo de Desplazamientos de la región, ha explicado a Le Figaro que la efectividad esperada de estos nuevos controladores es de un 96%.
La llegada de estas cámaras infrarrojas se espera para la segunda mitad de 2023 y deberán certificar cuántas personas viajan en el interior del coche, pese al uso de ventanas tintadas. De momento, en Le Figaro se preguntan si el radar será lo suficientemente capaz para discernir si un bebé circular en la parte trasera de un vehículo.
Los primeros resultados los conoceremos en unos meses.