En 1985 Andy Wharhol «pintó» a Debbie Harry con un Commodore Amiga. Prácticamente nadie había oído hablar de arte digital en aquel entonces. El artista, que falleció en 1987, está ahora involucrado en un singular caso judicial que teóricamente no tiene nada que ver con la inteligencia artificial. Y sin embargo, lo que se decida en ese caso puede tener un impacto enorme en las obras generadas por IA.
Qué ha pasado. Esta primavera se espera que la Corte Suprema de EEUU dicte sentencia sobre el caso Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. v. Goldsmith. En él se quiere determinar si una serie de imágenes que Warhol creó a partir de una foto del artista Prince se pueden considerar como un uso transformativo válido bajo la doctrina del uso justo de la ley de derechos de autor.
Preludio. Como explican en Wired, en 1981 Lynn Goldsmith fotografió a Prince en su estudio. En 1984 Vanity Fair licenció esa foto para que Andy Warhol la modificara, y aquella obra acabó en la portada del número de diciembre dando crédito a Goldsmith como la fotógrafa original. Más tarde Warhol crearía la «Prince Series» acreditando de nuevo a Goldsmith. La Warhol Foundation vendió 12 de esas 15 obras, y las restantes quedaron en el Andy Warhol Museum aunque la licencia comercial de las imágenes siguió siendo explotada en merchandising.
Problemas legales. Luego llegó el caos. En 2016 la editorial Condé Nast publicó un número especial dedicado a Prince en el que licenciaron la imagen «Orange Prince» por 10.250 dólares sin acreditar a Goldsmith. La fotógrafa contactó con la Warhol Foundation que la demandó de forma preventiva y ahí se inició una batalla legal que ahora está a punto de cerrarse.
¿Uso justo o violación del copyright? La cuestión que debe dirimir la Corte Suprema es si esas obras de Warhol se pueden considerar una transformación significativa de las fotos de Goldsmith —y por tanto protegidas por la doctrina del uso justo— o una violación de los derechos de autor. Lo que se decida puede acabar siendo crucial para determinar cómo se consideran las imágenes generadas por inteligencia artificial.
¿El fin de los derechos de autor? Ryan Merkley, director de Aspen Digital y que está en el consejo de la Flickr Foundation, deja claro que desde cierta perspectiva, la obra de Warhol «es obviamente una obra derivada». Para él «los derechos de autor deben ser un incentivo para la creación, y las IA no necesitan ese incentivo. Creo que si dejamos que las IA creen derechos de autor, será el fin de los derechos de autor, porque inmediatamente lo crearán todo y lo registrarán».
Una amenaza real. Lo cierto es que esa posibilidad es preocupante: los sistemas de IA podrían crear cualquier melodía y cambio de acorde para luego registar el copyright sobre ellos, lo que provocaría que cualquier músico estaría expuesto a la amenaza de una demanda legal por violación de copyright. Ese mismo peligro amenaza a muchas otras «obras», como medicamentos o arquitecturas de chips imformáticos. Las implicaciones son enormes, y ese juicio podría sentar un precedente clave para todo un futuro de creaciones generadas por IA, sean artísticas o no.