Si besas a una rana, no obtienes un príncipe a cambio, pero si lames un sapo del desierto de Sonora (Incilius alvarius, y anteriormente Bufo alvarius) puede que obtengas un viaje psicodélico espectacular… o morirte. Sea cual sea el caso, el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos te pide que no lo hagas.
“Es algo que en general aplica a la mayoría de las cosas que puedes encontrar en un parque nacional” explican con cierta sorna los responsables de la institución desde su página de Facebook. “Da igual si es una babosa banana, un hongo desconocido o un sapo grande con ojos que brillan en la oscuridad. Por favor abstente de lamer. Gracias.” El aviso estaba acompañado de una foto nocturna de un sapo que no sabemos si mira amenazante a cámara o está pidiendo que por favor lo salven de los humanos.
El Sapo del desierto de Sonora o Sapo del Río Colorado es uno de los más grandes de Estados Unidos, con una media de 17cm de largo. Pasa la mayor parte de su vida hibernando bajo tierra y solo sale a la superficie para aparearse entre los meses de mayo y septiembre. Su hábitat es amplio. Pueden encontrarse ejemplares desde el sur de Arizona hasta la esquina suroeste de Nuevo México y en el norte de México. Hace tiempo también podían verse en el sur de California, pero ahora mismo se consideran extintos en esa región. El último avistamiento de la especie en esa zona data de 1955. Por fortuna, la franja donde habita comprende multitud de parques nacionales y zonas protegidas.
Es en esas zonas donde el Servicio de Parques Nacionales ha pedido a la población mantenerse alejada de los sapos. Los Incilius alvarius excretan una potente neurotoxina que puede hacer que una persona enferme o incluso muera si sujeta el animal con las manos o llega a ingerir la sustancia.
Lo que el comunicado de los parques no explica es por qué demonios alguien querría lamer un sapo. Pues bien, resulta que como parte de sus secreciones, el sapo del desierto de Sonora exuda un poderoso compuesto alucinógeno conocido como 5-metoxina-N, N-Dimetiltriptamina (5-MeO-DMT). La sustancia está clasificada como ilegal por buenas razones, y es que es el equivalente natural de la droga conocida como DMT, un potente alucinógeno conocido popularmente como la molécula de dios.
Conocida en el mercado negro como veneno de sapo, se suele consumir fumada en ceremonias chamánicas. Famosos como Mike Tyson, Chelsea Handler o Hunter Biden reconocen públicamente haberla probado. Ahora mismo, la ciencia está estudiando su posible uso terapéutico si se administra de manera controlada, pero hasta la fecha se considera peligroso tomarla sin ningún tipo de control o supervisión médica.
El problema es que la demanda de veveno de sapo para uso lúdico ha disparado la caza furtiva de estos animales. La especie ya está amenazada en Nuevo México y los responsables del Servicio de Parques Nacionales aseguran que parte del problema son los que usan las secreciones del animal como droga.
Diferentes herpetólogos han alertado ya de que si la caza sigue a este ritmo la propia supervivencia de la especie podría verse comprometida. “Hay una percepción de abundancia, pero si eliminas suficientes ejemplares de una especie, llegará un momento en que su población colapse como un castillo de naipes”, advertía en una entrevista al New York Times Robert Villa, presidente de la Sociedad Herpetológica de Tucson. Existe una versión sintética del 5-MeO-DMT, pero los promotores de lamer sapos aseguran que la sustancia natural es mucho mejor porque chamanismo pendejo y naturaleza mal entendida.
Lo que estos chamanes no dicen es que el cóctel de sustancias que exuda el sapo de Sonora incluye algunas que pueden ser letales. Hay casos documentados de personas que han muerto tras fumar el veneno de sapo. Es cierto que son pocos casos, pero están ahí. En España fue sonado el caso de la muerte de un fotógrafo durante uno de estos rituales chamánicos que implicó al actor porno Nacho Vidal.