El precio del café ha alcanzado su máximo de 10 años y los analistas creen que seguramente continuará creciendo hasta 2023. Su valor para entrega en diciembre ascendió a 2,34 dólares por libra (unos 450 gramos), mientras los futuros del café en la Bolsa Intercontinental de Nueva York se dispararon hasta los 2,46 dólares el pasado jueves, marcando el precio más alto desde 2011, cuando superó los 3 dólares por libra, recoge CNBC.
Asimismo, el precio de referencia de la Asociación Internacional del Café era de 2,07 dólares por libra el pasado viernes, lo que representa un aumento del 85 % en comparación con el año anterior. De acuerdo con Ole Hansen, jefe de estrategia de materias primas de Saxo Bank, se trata de una «tormenta perfecta de eventos» que influyó en el incremento del precio.
«Creo que tenemos que centrarnos en lo que se ha estado desarrollando en Brasil este año, donde hemos tenido temperaturas bajas generacionales, una helada muy rápida que afectó algunas de las áreas de cultivo, y hemos tenido un período de sequía; esto ha dejado la cosecha de 2022 en un estado un poco precario», aseguró el experto, agregando que las dificultades climáticas se harían notar en los próximos dos años.
«Si las proyecciones para los próximos meses continúan confirmando una desaceleración o reducción en la producción, entonces el riesgo de que nuestra infusión se vuelva más cara es muy real», advirtió Hansen.
Interrumpciones en el transporte, una guerra civil y la pandemia
Sin embargo, los expertos señalan que el problema de cultivo no es el único que amenaza a los costes del producto. Los países exportadores como Etiopía, Brasil y Vietnam son clave para que la industria funcione bien, ya que en estos estados se concentra la mayoría de la oferta cafetera. Sin embargo, factores como la guerra civil que está a punto de estallar en Etiopía o el aumento de los casos de coronavirus en Vietnam podrían perjudicar gravemente su producción.
Además, debido a la pandemia y al cierre de las fronteras entre países, las empresas productoras y las que refinan el café para convertirlo en un producto listo para el consumo que a menudo se ubican en diferentes puntos del mundo se encontraron con dificultades para ofrecer su mercancía al mercado mundial.
«Si hay daños en uno o dos de esos países, como hemos tenido, de repente el mercado se vuelve loco para intentar animar a otros países a producir café. Ese es el principio subyacente, y luego la guinda del pastel han sido realmente las interrupciones del transporte de mercancías», comentó Maximillian Copestake, director ejecutivo de ventas de café en Europa de la compañía Marex.
El ejecutivo enfatizó que no hay que esperar mejoras antes de que pasen cerca de dos años hasta que la situación se estabilice y la producción de café responda a un cambio en el precio.
«No creo que estemos fuera de peligro todavía», advirtió Copestake. «Pero cuando el precio sube, sale al mercado cada bolsa de café disponible en el almacén de cada agricultor, porque los precios son excelentes. Por lo tanto, existe un incentivo para plantar más, pero también para minimizar las existencias en origen y llevar esas existencias a destino. Creo que probablemente estemos haciendo eso».