Italia, el segundo país más endeudado en la UE, afronta también elevados niveles de inflación.
La renuncia del primer ministro de Italia, Mario Draghi, no solamente abre el paso a un mayor agravamiento de la crisis gubernamental en un país fragmentado políticamente, sino también amenaza con arrastrar a toda la Unión Europea a un caos económico, advierten los expertos.
A Draghi, que fue nombrado presidente del Banco Central Europeo en 2011 cuando una situación cercana a la bancarrota en Italia amenazaba con provocar el derrumbe de toda la eurozona, se le atribuye la salvación de la divisa con su determinación a «hacer todo lo necesario» para preservar el euro. Ahora, sin embargo, su partida del Gobierno italiano podría convertirse en precursora de una grave crisis europea.
«No es un buen día para tener inversiones»
Los mercados reaccionaron con sensibilidad ante la noticia de la dimisión, finalmente aceptada por el presidente de la república, Sergio Mattarella. Los rendimientos de los bonos italianos, que en enero se situaban en un 1,1 %, superaron el 3,63 % en la mañana de este jueves, según datos de MarketWatch.
Además, el principal índice bursátil de la bolsa de valores del país, el FTSE MIB, cayò más de un 2,8 % durante el discurso de Draghi. «No es un buen día para tener inversiones en Italia», dijo a Bloomberg Sebastien Galy, estratega macroeconómico jefe en la gestora financiera Nordea Asset Management.
El segundo país más endeudado de la UE
Italia —el segundo país más endeudado en la Unión Europea después de Grecia con una deuda del 150,8 % del PIB en 2021— afronta también elevados niveles de inflación. Este junio, la inflación interanual en el país transalpino alcanzó el 8 %, la cifra más alta desde 1986, según datos del Instituto Nacional de Estadística italiano. Mientras, los precios de la energía, el principal propulsor de la subida, crecieron un 48,7 %.
La situación política pone en duda la capacidad de Italia de avanzar en las reformas necesarias para desbloquear los casi 200.000 millones de euros (unos 204.000 millones de dólares) en asistencia pospandémica aprobada por la Comisión Europea, apunta Bloomberg.
¿Otro reto para el BCE?
La vertiginosa crisis política en Italia coincide con el anuncio de nuevas políticas adoptadas por el Banco Central Europeo (BCE) para equilibrar la situación económica en el bloque comunitario. Este jueves, la entidad anuncio que eleva los tipos de interés en 50 puntos básicos —el doble de la cifra prevista inicialmente— y lanza un instrumento que le permite reducir las disparidades en los costos crediticios para los Estados europeos.
El drástico cambio de planes ya había transcendido en forma de rumores poco después de que la crisis del Gobierno se manifestara por primera vez con claridad en Italia. Aunque ciertos expertos como Ipek Ozkardeskaya, analista jefe del banco Swissquote, opinan que el caos político italiano puede ser suficiente para «suavizar la mano del BCE» en lo que se refiere a los tipos de interés, la drástica subida de 50 puntos en el contexto de la dimisión de Draghi podría señalar lo contrario.
El euro, «bajo presión»
Sin embargo, expertos señalan el riesgo que presenta la medida del BCE para los países más endeudados como Grecia o Italia. «Lo preocupante es que Italia o Grecia u otro país no puedan permitirse altos niveles de tipos de interés y puedan eventualmente quedar en bancarrota«, dijo Stefan Legge, de la Universidad de San Galo, al portal Marketplace.
Mientras, la economía italiana es lo suficientemente grande como para «derribar» al resto de la zona euro, señala Reuters. «El sistema entero todavía es bastante frágil. Puede volver a estar bajo presión», comentó Lorenzo Codogno, ex economista jefe en el Departamento del Tesoro del Ministerio de Economía y Finanzas de Italia.
«Diez años tras la promesa de Draghi de hacer lo que sea necesario, [la presidenta del Banco Central Europeo] Christine Lagarde corre el riesgo de repetir la historia. Debe evitar desviarse hacia otra crisis que finalmente le obligará a hacer la misma promesa que su predecesor«, apuntó por su parte Neal Shearing, economista jefe en la empresa de investigación macroeconómica Capital Economics, citado por AP. fuente RT en español