Ha de suponerse que cada persona, hombre o mujer debe definir temprano lo que quiere hacer con su existencia.
Aunque estamos obligados a pertenecer a un núcleo social, por naturaleza, somos individualistas y algo o muy egoístas.
Por más que queramos ser ermitaños, no es posible conseguirlo y el vivir en sociedad nos obliga a tener derechos y deberes, hoy solo se manifiestan derechos.
En todo el mundo se reclaman derechos, no deberes. Tiene el mismo derecho un patan que ni trabaja ni estudia, que quién trabaja afanosamente y procura su superación?.
Antes los ojos de Dios, todos seremos iguales, pero como parte del conglomerado no podemos serlo, porque ni en el reino animal ni en el vegetal se manifiesta la igualdad.
Hay perros de raza y viralatas , caballos de paso fino y jamelgos, árboles frondosos y raquíticos, la igualdad es una farsa.
En fin, eso de igualitario siempre tendrá sus limitaciones y eso no se quiere entender en momentos en que las personas protestan por todo, opinan de cosas que no saben y enjuician a otros sin conocerlos.
En medio del caos en el que vivimos, no le encuentro explicación a quienes aspiran a un cargo público, incluyendo gente con dinero mal o bien habido.
El que tiene recursos y posee la capacidad de posicionarse como rico, puede alcanzar el mismo poder que cualquier ministro y mucho más que un legislador.
Pero debemos estar conscientes de que el mundo no retrocederá y que debemos montarnos en la ola o quedarnos fuera de juego!