El cambio climático podría llevar a 216 millones de personas de África subsahariana y del norte, Asia meridional, oriental y central, América Latina, el Pacífico y Europa oriental a desplazarse dentro de sus países para 2050 si no se toman “medidas urgentes” para reducir la emisiones de gases de efecto invernadero.
Este fenómeno, conocido como migración climática, se da en mayor o menor grado en todas partes del mundo en la medida en que los efectos del cambio climático son globales, asegura en una entrevista con EFE la profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Rovira y Virgili (URV), en España, Susana Borràs.
Sin embargo, hay determinados países que se encuentran en una situación de “alta vulnerabilidad y exposición geográfica”, especialmente del llamado Sur Global, es decir, los “más expuestos a sufrir los impactos del cambio climático y los más empobrecidos, con menos capacidad de resiliencia y los que menos han contribuido a generar el calentamiento global”, explica Borràs.
FENÓMENOS CLIMÁTICOS EXTREMOS
Borràs, que también es directora del proyecto académico ‘Migraciones Climáticas’, apunta que la causa de este problema hay que buscarla en aquellos fenómenos climáticos extremos, que comprenden tanto los impactos repentinos (huracanes, ciclones, tifones, fuertes tormentas, inundaciones…) como los de producción lenta (aumento de la temperatura, sequía, desertización, erosión de los suelos…). Todo ellos, declara, provocan la desaparición progresiva y la destrucción de los medios de subsistencia de millones de personas, y comprometen sus derechos más básicos- acceso al agua potable, alimentación, salud o vivienda.
En definitiva, añade, el derecho humano a la vida, a vivir en unas condiciones mínimamente dignas y salubres. Los datos mundiales sobre los desplazamientos transfronterizos en el contexto de las catástrofes son “limitados” y hasta ahora solo se han examinado algunos casos notables, como el número de visados humanitarios otorgados por Estados Unidos, Brasil y Argentina para los haitianos, lamenta.
En cambio, existe más información respecto al número de desplazamientos internos por desastres vinculados al cambio climático, que “suman más del doble de los que huyen a través de las fronteras como personas refugiadas por causas políticas”, subraya.
24,9 MILLONES DE DESPLAZAMIENTOS POR DESASTRES
EN 2019 Así, el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno constata que en 2019 cerca de 1.900 desastres generaron 24,9 millones de desplazamientos en 140 países y territorios, el número más elevado registrado desde 2012, que supera tres veces la cifra de desplazados por conflictos y violencia, agrega.
“Estas cifras, a pesar de ser tan elocuentes, no logran visibilizar la evidencia global del movimiento de personas por degradación ambiental, ya que solo reflejan los movimientos internos de las personas por causas climáticas, que si bien son lo más numerosos no incluyen el movimiento humano transnacional”, afirma Borràs.
¿Qué deberían hacer los países ante este problema? Según esta experta, hay que “visibilizar esta realidad y protegerla”, un hecho que pasa por “reforzar las políticas y marcos jurídicos enfocados en una perspectiva humanitaria y de derechos al adoptar, por ejemplo, una interpretación más amplia del estatuto de persona refugiada regulado en la Convención de Ginebra y sus Protocolos».
Además, prosigue, se deberían regular los visados humanitarios o climáticos que permitan proteger a estas personas de forma efectiva, una acción que tendría que acompañarse con la aplicación de la garantía de no retorno para quienes no pueden seguir viviendo dignamente en su lugar de origen porque las condiciones vitales, mermadas por los efectos del cambio climático, ponen en peligro su vidas.
“La realidad es que la cuestión de las pérdidas y los daños, donde se debe trabajar el problema de las migraciones climáticas, se ha bloqueado sistemáticamente o se ha reducido a meros diálogos o actos paralelos, y los países más enriquecidos y que más emiten, como la UE, Estados Unidos, Noruega y otros, se niegan sistemáticamente a discutir tanto la financiación como las cuestiones relativas al desplazamiento climático”, relata.
EL SUFRIMIENTO DE MUCHAS PERSONAS SE VUELVE “INVISIBLE»
Prueba de ello, manifiesta, es que en el programa de la COP27 no se incluye una sesión temática para este fenómeno, sino que se aborda en una reunión dentro las sesiones de financiación (9 noviembre) y del día de la ciencia y de la juventud y futura generación (10 noviembre).
“Sin duda, se vuelve a invisibilizar el sufrimiento de muchas personas que son despojadas por la violencia climática ejercida por muchos países enriquecidos, que siguen menospreciando aquellos que intentan sobrevivir a esta era de pérdidas y daños, que protagoniza la emergencia climática”, subraya.
En este contexto, “sigue habiendo estados, los enriquecidos a costa de las emisiones (los llamados ‘carbón majors’), que deciden quién se salva y protege y quién no”, concluye.