En una jugada significativa en el tablero geopolítico, Estados Unidos, en colaboración con el Reino Unido, ha decidido imponer una prohibición a las importaciones de aluminio, cobre y níquel procedentes de Rusia. Esta decisión, anunciada el pasado viernes, forma parte de una serie de sanciones adicionales que buscan mermar los ingresos de Moscú en respuesta a su invasión de Ucrania. Según un comunicado del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, esta medida no solo impide la entrada de estos metales a territorio estadounidense, sino que también restringe su comercio en los mercados globales de metales y derivados extrabursátiles.
El impacto de estas sanciones es notable, considerando que los metales representan el segundo mayor rubro de exportación de Rusia, después de la energía. Aunque el valor de estas exportaciones ya había sufrido una disminución desde el inicio de la invasión de Ucrania el 22 de febrero de 2022, el gobierno británico destacó en una declaración paralela que aún representan una porción significativa de los ingresos del país.
Las cifras proporcionadas por las autoridades muestran una caída drástica en el valor de las exportaciones rusas de estos metales, de 25.000 millones de dólares en 2022 a solo 15.000 millones en 2023. Esta reducción es atribuida a los esfuerzos coordinados del G7 y sus aliados, quienes han trabajado incansablemente para restringir el acceso de Rusia a los mercados internacionales.
El objetivo detrás de estas sanciones es claro: reducir aún más los ingresos por exportaciones de Rusia y, por ende, su capacidad de financiar sus operaciones militares en Ucrania. A través de estas restricciones económicas, Estados Unidos y Reino Unido esperan ejercer una presión sustancial sobre Moscú para modificar sus acciones y estrategias en el contexto internacional.