suspensión del acuerdo sería un golpe a la reputación de Rusia, ya que el resto del mundo se daría cuenta de que el país ha abandonado a los países del sur, de África y Latinoamérica en la entrega de alimentos que necesitan. El acuerdo ha permitido exportar más de 32 millones de toneladas de alimentos desde Ucrania, con más de la mitad destinada a países en desarrollo, incluidos aquellos que reciben ayuda del Programa Mundial de Alimentos.
Expertos señalan que, si no se renueva el acuerdo, es probable que haya un aumento en los precios de los alimentos, aunque la duración del repunte dependerá de cómo reaccionen los mercados. Organizaciones como el Comité Internacional de Rescate advierten que el acuerdo es vital para los 79 países y los 349 millones de personas en primera línea de la inseguridad alimentaria.
La suspensión del acuerdo también afectaría a los países que dependen de la importación de alimentos de la región del Mar Negro, como Líbano y Egipto, ya que tendrían que buscar proveedores más lejos, lo que aumentaría los costos y haría que los alimentos fueran menos asequibles. En un contexto en el que algunas economías ya están debilitadas y con altos niveles de deuda, el aumento de los costos de los alimentos sería especialmente problemático.
En resumen, el posible fin del acuerdo de exportación de grano entre Rusia y Ucrania representaría un importante revés diplomático para Rusia y tendría consecuencias negativas en los precios de los alimentos y la disponibilidad de alimentos para países en desarrollo. También afectaría a los países que dependen de la importación de alimentos de la región del Mar Negro, aumentando los costos y dificultando el acceso a los alimentos para las personas de bajos ingresos.