Los romanos dejaron muchas construcciones repartidas por el Viejo Mundo que hoy día son algunos de los monumentos más importantes de Europa. Uno de los más imponentes y atractivos para el gran público es el Muro de Adriano. La idea de trazar una línea de piedra que corte en dos a toda una isla como Gran Bretaña sigue teniendo en la actualidad el mismo matiz megalómano que hace dos mil años. Más allá de su función como frontera, la muralla más larga construida por los romanos es un símbolo del poder, la ingeniería y la capacidad del Imperio romano. ¿Cuándo se levantó esta defensa? ¿Para qué se construyó? ¿Cuáles son sus características y cuánto tardaron en terminar el Muro de Adriano?
“Tras haber transformado a los soldados de arriba abajo como lo habría hecho un rey, se dirigió a Britania, donde corrigió muchas cosas y levantó una muralla de 80 millas –fue el primero en hacerlo– para separar a los bárbaros de los romanos”.
Así hacía referencia a la construcción del muro la Historia Augusta, un texto que recoge las biografías de varios emperadores romanos, Adriano entre ellos. Se trata de uno de los emperadores que vivieron la etapa de mayor expansión romana y recorrió gran parte de las fronteras del imperio para reforzarlas, mandar construir nuevas defensas y, en definitiva, mantenerlas bajo control. En el caso del Muro de Adriano, se edificó en la frontera norte de Britania, las obras empezaron en el año 122 d. C. y se extendía de costa a costa de la isla a lo largo de unos 120 kilómetros. Ya en la Antigüedad fue conocido por el nombre del emperador que mandó construirlo: Vallum Hadriani o Vallum Aelian (del nombre completo Publius Aelius Hadrianus).
¿Cómo era el Muro de Adriano?
“Como había hecho en Germania, [Adriano] decidió señalar los límites de la provincia mediante una barrera artificial. Hemos de suponer que antes de su llegada se habrían llevado a cabo amplios preparativos. Es posible que el propio Adriano decidiera de antemano que la obra de la frontera britania debía ser un muro de piedra, con puestos de guardia a distancias regulares de una milla romana (1480 metros) y dos torres entre puestos, y no, como en Germania, una simple empalizada. El motivo fundamental debió de haber sido la falta de bosques idóneos para suministrar los postes para el vallado”.
Así explica los momentos iniciales de la construcción Anthony Birley, experto en Historia Antigua que publicó una de las biografías más rigurosas del emperador Adriano. Además de la Historia Augusta, varias monedas también documentan el paso de Adriano por Britania. Él mismo supervisó y aprobó el inicio de las obras hasta ver en pie un sector del muro. Los trabajos empezaron en la orilla del río Tyne y la muralla se dispuso casi en línea recta hacia el oeste hasta el fiordo de Solway, en una construcción que tardó una década en finalizarse.
El largo recorrido de la frontera era irregular, por lo que su construcción no fue homogénea en sus características. Pero en el inicio se había diseñado con 3 metros de anchura y 4,2 de altura y es probable que tuviera almenas en la parte superior. En dirección oeste se iría adosando al muro un castillo militar a cada kilómetro y medio. Y entre cada uno de estos puestos de guardia se levantarían dos torres. Estas dos estructuras pudieron ser utilizadas para señales entre soldados, se levantaban en primer lugar y luego se unían por un paño de muro de unos trescientos pasos. La construcción tenía un núcleo de arcilla revestido con piedras. Sólo los castillos se edificaron utilizando el famoso y eficaz mortero de los romanos. Todo se cubría con un revoque de yeso encalado, lo que debió de darle un brillo fastuoso a la luz del sol. Sin embargo, a pesar de ser una construcción romana muy famosa y espectacular, no sabemos cuál fue el motivo real de su construcción.
¿Para qué se construyó el Muro de Adriano?
No hay una respuesta exacta. Los especialistas no se ponen de acuerdo y lo más probable es que cumpliera con varios propósitos complementarios. Está claro que toda muralla tiene un carácter defensivo, pero muchos historiadores dudan de las capacidades militares de esta edificación, pues resulta difícil pensar en el despliegue de soldados que procuraran una defensa efectiva a lo largo de toda su extensión. Si nos atenemos a la información oficial, el Muro de Adriano se levantó “para separar a los bárbaros de los romanos”, función compartida con todo el perímetro fronterizo del Imperio. Sin embargo, varias teorías apuntan a diferentes propósitos relacionados con la simbología y la propaganda, prácticas muy extendidas y de celoso cuidado entre los emperadores romanos (y cualquier mandamás con ambición por legitimarse como el mejor, vaya). Según C. Scarre y B. M. Fagan:
“Arqueólogos e historiadores han debatido largamente sobre si el Muro de Adriano fue una barrera militar eficaz… Cualquiera que sea su efectividad militar, sin embargo, está claro que fue un poderoso símbolo de la potencia militar romana. El biógrafo de Adriano remarca que el emperador construyó el muro para separar a los romanos de los bárbaros. De la misma manera, los emperadores chinos construyeron La Gran Muralla para separar China de los bárbaros de las estepas al norte. En ambos casos, adicionalmente a cualquier función militar, estas barreras físicas sirvieron, a los ojos de sus constructores, para reforzar la división conceptual de lo civilizado y lo no civilizado. Fueron parte de la ideología del imperio”.
Birley apunta que “con la construcción de aquella barrera monumental, Adriano volvía a indicar, como en Germania, que había concluido la época expansionista”. El profesor Joshua J. Mark indica que “la sugerencia que el Muro de Adriano, por tanto, fue construido para contener o de alguna manera controlar a la gente del norte no parece ser tan probable como que fue construido como una muestra de fuerza”.
Es decir, un proyecto colosal por parte del hombre más poderoso del momento cuya política exterior procuró mantener las fronteras bajo control y asegurar la paz del Imperio romano a base de imponer su poder. Por tanto, además de la función defensiva y de control de la frontera, el Muro de Adriano también gritaba: “aquí manda Roma y mira de lo que somos capaces”. Un mensaje marcado en piedra a lo largo de 120 kilómetros que casi veinte siglos después sigue recordando la magnitud y capacidades desplegadas por el Imperio romano en el mundo antiguo.