Los funerales espaciales son una realidad y se llevan practicando desde 1992, aunque difieren bastante de los tradicionalmente terrestres. En un funeral espacial parte de los restos de la persona homenajeada, normalmente parte de sus cenizas, se introduce en una cápsula perfectamente hermética y sellada y se lleva más allá de la línea de Karman, el límite que marca dónde empieza el espacio exterior. Según dónde lleguen estos restos, la misión será más costosa. La mayoría de funerales espaciales han llevado restos humanos a la baja órbita terrestre o han permanecido brevemente ahí arriba, a bordo de un vuelo suborbital. En los vuelos orbitales, los restos permanecen durante un tiempo en la baja órbita terrestre y arden en su reentrada, consumiéndose. En los vuelos suborbitales sin embargo no se alcanzan velocidades suficientes como para que la fricción haga arder la cápsula, por lo que estos restos pueden ser recuperados tras el acto.
Pero existen otros actos más ambiciosos. Por un presupuesto mayor, existe la posibilidad de llevar estas cenizas hasta la Luna o incluso más allá. El astrónomo Eugene Merle Shoemaker descansa hoy en nuestro satélite, y Clyde Tombaugh, el descubridor de Plutón, se dirige hacia el espacio interestelar, más allá del planeta enano. La idea de los funerales espaciales tiene cerca de un siglo de antigüedad. El autor de ciencia ficción Neil Jones ya lo mencionó en una novela publicada en 1931 y en la película “The loved one” de 1965, donde es una parte fundamental de la trama. El primero tuvo que esperar hasta 1992, cuando los restos de Gene Roddenberry, uno de los creadores, guionistas y productores de la mítica serie Star Trek. Las cenizas de Roddenberry volaron a bordo del transbordador Columbia durante la misión STS-52 durante los casi 10 días que duró la misión, completando 159 órbitas alrededor del planeta en el proceso. Tras la misión los restos fueron devueltos a sus familiares.
Sin embargo la mayoría de funerales espaciales ocurren a través de empresas privadas, pues la NASA tiene otros objetivos en mente y solo ofrece estos servicios ocasionalmente, como homenaje a personajes ilustres. El primer funeral espacial privado lo desempeñó la empresa estadounidense Celestis, con su vuelo Earthview 1, que despegó en abril de 1997. Un avión que llevaba anclado un cohete Pegasus despegó desde las Islas Canarias y llevó al cohete a unos 11 kilómetros de altura, donde lo soltó. El cohete despegó entonces llevando los restos de 24 personas a una órbita elíptica de más de 500 kilómetros de altura. Cada aproximadamente 96 minutos completaban una órbita hasta que, más de 5 años después, en mayo de 2002, se produjo la reentrada, en la que se quemaron tanto el cohete como los restos humanos que contenía. En este vuelo se incluían los restos mortales del propio Gene Roddenberry y los del psicólogo y escritor estadounidense Timothy Leary, entre otros.
Poco después tuvo lugar otro funeral espacial por parte de la NASA, este mucho más especial. Eugene Shoemaker fue un astrónomo y geólogo estadounidense, codescubridor del cometa Shoemaker-Levy 9 junto a su mujer Carolyn Shoemaker y David Levy. En julio de 1997 falleció en una accidente de tráfico y su compañera Carolyn Porco propuso rendirle homenaje incluyendo las cenizas de Eugene en la misión Lunar Prospector de la NASA. Esta misión orbitaría la Luna durante más de un año para estudiar su composición superficial, su campo gravitatorio y magnético y para estudiar la posible presencia de gases. Porco reunió las cenizas de Shoemaker, que fueron entregadas al director de la misión. Además de los restos del astrónomo, también se incluyó una imagen del cometa Hale-Bopp, otra de un cráter de meteorito en el estado de Arizona y un texto que contenía un pasaje de Romeo y Julieta. La misión despegó en enero de 1998 e impactó contra el polo sur de la Luna en julio de 1999.
A día de hoy, el funeral espacial más impresionante es el del astrónomo Clyde Tombaugh. Él descubrió Plutón en 1930, el primer objeto de lo que hoy conocemos como cinturón de Kuiper. Parte de sus cenizas viajan a bordo de la nave New Horizons, de la NASA, que sobrevoló Plutón en 2015, sobrevoló el objeto transneptuniano Arrokoth y a día de hoy sigue alejándose del Sol, camino al espacio interestelar. Tombaugh es por tanto el primer humano cuyos restos saldrán del sistema solar. El primero y no el único, porque existen varias empresas que ofrecen este tipo de servicios. La más longeva y activa de ellas es Celestis, la que llevó a cabo ese primer funeral espacial privado. A día de hoy alrededor de mil personas han visitado el espacio tras su muerte. La grandísima mayoría de ellas no ha salido de la órbita terrestre, pero Celestis tiene planificadas misiones a la Luna y más allá para el futuro próximo.
Si te estás planteando contratar uno de sus servicios, esperemos que hayas ahorrado bastante antes de hacerlo. Los funerales suborbitales empiezan por alrededor de 3000$, mientras que los que llevan los restos de tus seres queridos a la Luna o más lejos todavía se sitúan alrededor de los 12000$. Claramente esta práctica no está al alcance de la mayoría de nosotros.