Para nosotros, la vista es fundamental. Si una persona queda ciega, nos conmueve profundamente y nos genera compasión, porque nos damos cuenta de las limitaciones que tiene. Es que, a priori los seres humanos somos casi “analfabetos olfativos”, sobre todo si comparamos nuestro pobre olfato con el canino. Es que, los perros ven por la nariz.
¿Cómo es esto? o ¿cómo se explica? Se explica a través del concepto “imagen olfativa”. Los perros tienen una capacidad olfativa un millón de veces superior a la del ser humano. Un millón, no dos veces, no tres, no cinco.
¿Por qué? Porque su superficie olfativa, la que está dentro del hocico, es igual a la superficie corporal. Pero, además, por cada centímetro cuadrado, tienen cuatro veces más células que nosotros los seres humanos. Y, por cada célula, seis veces más cilios o pelitos que son los receptores olfativos.
Pero, además, tienen una cualidad muy especial: discriminan el olor. Es decir que, si un perro pasa por una casa donde están haciendo puchero no huele puchero solamente, huele choclo, huele chorizo colorado, carne, puerro, lo junta de a dos, lo junta de a tres, lo junta de a cuatro, huele puchero si quiere, lo guarda en una biblioteca y lo saca de esa biblioteca cuando quiere.
Hacé la prueba de recordar un olor y vas a ver que no lo podés recordar. Entonces, los perros ven por el olfato. Por eso, cuando son cachorros, además de amarlos en esta etapa, a veces nos resulta muy difícil seguirles el ritmo. Es que los cachorros destrozan, aniquilan objetos, se comen nuestras medias, zapatos y gorras y por ello nos agotan.
El motivo por el cual un perro prefiere estas piezas de nuestro atuendo radica en la fineza de su olfato, en su capacidad discriminatoria de olores y en la prodigiosa memoria que, previa clasificación, ejecuta sobre los aromas del entorno y sus afectos.
Muchos cachorros roban zapatos o zapatillas y se las llevan a sus cuchas para mordisquearlas tranquila y concienzudamente. Ese robo no es una acción simplemente lúdica, sino que tiene un significado muy profundo que no debe ser subestimado.
Todas las opiniones coinciden en que se trata de un gesto de amor, que debido al sentido del olfato tan desarrollado de los perros los lleva a “apropiarse” de aquellas piezas que más concentran el olor de su tutor humano para tenerlo, de esa forma, lo más cerca posible. Es por eso que roba estas prendas que le permiten establecer una conexión especial, muy cercana, con nosotros y a través del olfato.
Por medio del acercamiento físico a cualquier prenda nuestra, el perro, y sobre todo el cachorro, nos está diciendo que quiere estar con nosotros y nuestro olor, estableciendo un puente vigoroso, duradero y estable.
En toda mi vida profesional no he visto un solo perro que haya perdido el olfato, es una fantasía. La anosmia o la hiposmia en el perro es altamente infrecuente.
Sin embargo, el ser humano la tiene y no te das cuenta prácticamente. El COVID o la COVID nos ha dado la pauta de una enfermedad con pérdida del olfato, que a su vez conlleva la pérdida del gusto.
Pero, en el caso del perro, primero que no sufre la COVID como la sufrimos nosotros, no se puede contagiar de esa enfermedad, pero además no la puede perder naturalmente. ¿Por qué? Porque si la perdiera sería prácticamente la vulnerabilidad absoluta.