Cuatro ideas para regalarles libros a los que dicen que no les gusta leer (y que lo agradezcan)

Frente a la afirmación “no me gusta leer”, usualmente respondemos con condescendencia en lugar de preguntar: ¿qué no te gusta leer? Es realmente improbable que la pasión, así como el rechazo, por la literatura sea por ella en su totalidad ya que la literatura es en sí y por fortuna, inabarcable.

Nuestros gustos y preferencias varían como nuestras vidas y a medida que nuestra identidad muta el deseo por lo que leemos debería ser un proceso que nos acompañe o nos desafíe, que dé respuestas o genere más preguntas, que haga temblar las estructuras o cree nuevas que nos sostengan, aunque sea por un rato.

Por más que tratemos de corrernos de las lógicas consumistas de las fiestas, a veces se espera, o deseamos, regalar algo. Un libro siempre puede ser una buena idea pero no solamente por su practicidad sino porque puede ser una manera de demostrarle a la persona que queremos que somos conscientes de quién es, de sus gustos, de su crecimiento y su curiosidad. A continuación, algunas opciones que se corren de lo que típicamente esperamos de un regalo navideño.

1) Para quienes aman la música y buscan algo distinto
Hay muchísimos libros sobre música, pero ¿cuántos realmente buscan (y logran) visibilizar las voces invisibles de la historia? Barbi Recanati y Power Paola en Mostras del rock, libro que nace de un podcast de Futurock, construyen un híbrido entre novela gráfica (con las maravillosas ilustraciones de la artista), libro biográfico, archivo feminista y material histórico.

El libro busca repensar, y por qué no reescribir, la historia del rock como la conocemos. ¿Por qué todos escuchamos ciertos nombres de figuras masculinas del rock y no sabemos quiénes son Rosetta Tharpe, Cordell Jackson y Memphis Minnie? Barbi, desde su posición de música y con una voz familiar, entretenida y entusiasta, nos pregunta: ¿cuánto sabés de Aretha Franklin o Carole King? Si el rock es un ámbito históricamente masculino, este libro viene a incomodar y reivindicar, casi en una reparación histórica, los vacíos del rock de mujeres.

Una mención especial a Brilla la luz para ellas, de Romina Zanellato, que en un formato distinto, tal vez más clásico y más extenso, se propone el mismo objetivo desde una mirada nacional: reivindicar el lugar de nuestras rockeras argentinas desde los años 60 hasta nuestros días.

2) Para quienes afirman: “yo ficción, no leo”
No es fácil convencer a los amantes de los papers y los libros teóricos de la magia de la ficción, es por eso que cuando aparece un libro como Huaco retrato, su lectura se vuelve indispensable. Gabriela Wiener es esencialmente periodista, cronista si nos ponemos específicos, y construyó un relato de no-ficción (ese género tán híbrido y polémico que nos invita a debatir sobre sí mismo), que se lee como una novela. Lo que problematiza allí es su propia identidad: la contradicción entre su origen peruano (Gabriela) y su descendencia alemana (Wiener), esa tensión constante y viva entre lo latinoamericano y el imperialismo europeo.

En su caso todo esto está exacerbado porque Charles Wiener, viajero y explorador del siglo XIX y su tatarabuelo, fue quien expropió el arte prehispánico que hoy en día se exhibe en una colección parisina que la autora recorre. En esta mezcla perfecta entre el ensayo, la reflexión y el testimonio, Huaco retrato plasma y reflexiona magistralmente en torno al desarraigo, a lo latinoamreicano, el poliamor y el duelo.

3) Para quienes agotaron las guías turísticas
¿Se puede viajar leyendo? María Luque, ilustradora y narradora, publicó su primera pieza narrativa este año. Corazón geométrico sigue la estadía de su protagonista, una musicóloga argentina que gana una beca para estudiar por un breve período a Roma. El relato es clásico a nivel formal (es cronológicamente lineal, con personajes que se presentan al principio y se van desarrollando) y extremadamente disfrutable.

La narradora nos permite viajar con ella durante unos días y descubrir la ciudad y el mundo de la ópera italiana al construir imágenes que retratan la belleza de las pequeñas cosas: los paseos diarios, las edificaciones, la comida y la música. Luque, al ser también una artista gráfica, puede construir estas imágenes a la perfección, casi como ilustrando una pintura en cada capítulo.

Otra novela que pone en su centro la figura del viaje es A contraluz de la escritora canadiense Rachel Cusk. En la novela, una escritora llega a una universidad en Atenas para dictar un seminario sobre escritura a un heterogéneo grupo de alumnos durante unos días. El acierto de Cusk no es tanto proponernos un recorrido turístico por la ciudad griega sino poder construir una atmósfera, una energía de viaje, el entusiasmo de llegar a una ciudad desconocida con un ojo analítico.

Mezclado con reflexiones sobre la maternidad, el oficio del escritor, el lugar de la mujer y la soledad, aquí el viaje es más una excusa para hablar de otros temas que no son la ciudad en sí, sino más bien cómo no volveremos a ser los mismos cuando regresemos a casa. Con una escritura precisa y entrañable y personajes perfectamente construidos, la novela se vuelve un recorrido por una ciudad y por uno mismo.

4) Historias detrás de las imágenes
Podríamos recomendar El cine según Hitchcock y devorar la entrevista magistral que le hace el cineasta François Truffaut a Hitchcock, o proponer La cámara lúcida de Roland Barthes y deleitarnos con las reflexiones del autor francés sobre la fotografía y el duelo, pero como seguramente todo amante del cine ya tenga esos libro en su biblioteca, la propuesta es pensar en otras opciones que se corren del típico libro teórico y se atreven a habitar una zona híbrida desde una lectura nacional.

En este caso, Las fotos de Inés Ulanovsky nos invita a pensar en las historias que se ocultan en las imágenes. Tomando su propio archivo personal, la autora que ha trabajado en el Archivo Biográfico de Abuelas de Plaza de Mayo y en la Fototeca de ARGRA, se sumerge en el cruce entre la palabra y las fotografías cuando construye relatos que incorporan, o se basan en, sus fotografías.

El libro puede leerse como un libro de cuentos, como un archivo o un diario íntimo, un anecdotario o por qué no, como todas a la vez. Las fotos no solo nos inspira a seguir leyendo o escribiendo sino que puede llevarnos al deseo de fotografiar lo cotidiano, a centrarnos en lo que puede parecer efímero en una época que rebalsa de contenido audiovisual, a detenernos en la materialidad del papel, en las expresiones faciales, en todo eso que cuentan las historias capturadas en el tiempo.

Una de esas crónicas se puede leer gratuitamente clickeando acá.