Tres perros de raza rottweiler, que eran parte de la familia, atacaron a un niño de 11 años en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca. Por las heridas, el chico fue trasladado, este domingo, en un avión sanitario hacia la localidad balnearia de Mar del Plata, donde permanece internado en terapia intensiva por las lesiones que sufrió en la espalda, uno de sus brazos y el rostro. Sin embargo, no existe marcaje genético con respecto a razas potencialmente peligrosas o agresivas, sino que la peligrosidad de un animal está dada por la potencia de mordida y su tamaño. Además, de comportamientos inadecuados del ser humano con respecto al lenguaje de los perros.
Los episodios de agresión por parte de perros a seres humanos son, desgraciadamente, muy frecuentes. Y el hecho de que sean los perros de la misma familia tiene que ver con que el 85% de los incidentes con perros, y no dije accidente porque los incidentes se pueden evitar y los accidentes no; ocurren con perros de la familia o con perros que la víctima conoce. Esto tiene que ver con comportamientos inadecuados del ser humano con respecto al lenguaje de los perros, que siempre advierten frente a una situación que les puede resultar conflictiva.
La agresión en perros es uno de los problemas de comportamientomás importantes con el que tienen que lidiar los tutores de animales de compañía. Para allanar un camino que arroje una solución, los tutores deben comprenden el idioma de los perros y atender sus periodos de desarrollo, tanto como estar atentos a diferentes aspectos que pueden afectar el comportamiento agresivo canino.
Es por eso que es importante advertir que, como ya dije, no existe marcaje genético con respecto a razas potencialmente peligrosas o agresivas. La peligrosidad de un animal está dada por la potencia de mordida y su tamaño. En la mayoría de los incidentes de mordida, el 63% se da con animales de mediano porte que, por supuesto, no tienen consecuencias fatales.
No es una cuestión genética racial, no hay perros que nacen agresivos. Konrad Lorenz, Premio Nobel de Medicina en 1973, demostró que el comportamiento genético final de una especie gregaria, el perro lo es y el ser humano también, depende de lo genético, pero que el 70 u 80% depende de lo ambiental. Es decir, de la educación, la crianza y entre otros aspectos.
En el caso del perro, se lo desmadra, es decir se lo quita del ambiente de la madre, muy tempranamente y esto hace que no inhiba normalmente la mordida. Además, se los socializa inadecuadamente a través de lo que se llama encierro sanitario, que es que no salga a la calle y no pise la vereda hasta los cuatro meses de edad, hasta que tenga su vacunas completas, pero esto debe ser tomado con pinzas.
Es cierto que no debe pisar la vereda, pero sí puede ser adecuadamente sociabilizado llevándolo en auto, en un carrito, en una bicicleta, en una moto o en una mochila o llevándolo a casas donde sea confiable la presencia de otros perros. Los cachorros tienen un periodo crítico de socialización que se ubica, con algunas diferencias según distintos autores, razas e individuos, comenzando en la tercera semana de vida y concluyendo entre la semana 12 y la 16 de edad.
Lo que ocurra durante ese período, conocido como etapa sensible o imprinting, troquelado o impresión, marcará al individuo para el resto de su vida y será muy difícil de modificar en el futuro. Si un cachorro no fue adecuadamente socializado en ese período sensible, puede ser que nunca se sienta plenamente confiado de convivir con gente u otros perros.
Por otra parte, idealmente los cachorros se deben adoptar (ya sea por compra o adopción plena) a partir de la semana ocho, o sea a partir de los sesenta días de edad para una buena adaptación al nuevo hogar. Dentro de este lapso discurre el llamado periodo del miedo que se sitúa entre la octava y décima semana de vida, durante las cuales el cachorro no debe ser castigado bajo ninguna circunstancia.
Tras evaluar todos estos aspectos, queda advertido que no es la raza, sino el tamaño lo que determina la peligrosidad potencial. Pero que, además, estos incidentes ocurre por no comprender el lenguaje de los perros y haber transgredido normas explícitas de crianza y educación.
En cuanto a este caso de Bahía Blanca, lo cierto es que la cantidad de animales que atacaron al niño se debió a que, sin dudas, uno empezó a atacar por alguna razón y los otros complementaron. Son los perros de la familia y ya constituían una manada. Y en esa manada, hay jerarquías y hay comportamientos consecutivos. Es decir, alguien toma el liderazgo del ataque y después se continúan. Eso es así inexorablemente.
Por último, la gravedad de las heridas tiene que ver con la contextura de los perros y la capacidad de mordida. Pensemos que un Rottweiler tiene una capacidad de mordida de 350 kilos fuerzas sobre centímetro cuadrado, además tiene una contextura que, si son machos, es de 45 o 50 kilos de peso y en consecuencia a estos aspectos puede generar lesiones.
Qué hacer frente a un perro agresivo
Los perros en actitud de agresión, como en cualquier especie que se precie, quieren parecer más grandes de lo que son como una respuesta lógica ante lo que perciben como una amenaza. Por eso, su cuerpo va a estar rígido, estirado e inclinado hacia adelante, escondiendo y moviendo la cola de una manera rápida y frenética. El pelo del lomo erizado lo hará tener una apariencia mayor a la real y amenazadora.
Un perro en actitud de agresión está listo para abalanzarse hacia lo que lo perturba, mostrando actitud y presencia lo más grande (o agrandada) e intimidante posible. Los dientes quedarán descubiertos, con la nariz arrugada, las orejas para atrás y el acompañamiento de gruñidos o ladridos cortos. La boca, vista de costado, tiene la forma de una letra C invertida.
Esto es una señal agresiva asertiva, o sea clara, en sus intenciones de comunicar pero sin consecuencias por ahora. Una real advertencia. En cambio, cuando el gruñido y los colmillos al descubierto se acompañan con el cuerpo hacia atrás y las orejas caídas son una señal de agresión pero defensiva. En ambos casos suele haber una mirada fija y penetrante dirigida a la amenaza latente.
A veces la mirada fija con los ojos bien abiertos puede ser el despertar de una inclinación predadora lo que es muy importante de advertir sobre todo cuando conviven en el mismo lugar perros más chicos, gatos o niños pequeños.
Si el perro es agresivo con las personas cuando está afuera, o con otros perros que caminan, conviene que esté siempre con la correa
Si se acerca un perro a atacar se recomienda alejar las extremidades, poner un brazo por delante para hacer un bloqueo, mientras que el otro brazo queda escondido detrás de la espalda. Esto repelerá al perro y le hará no colgarse del brazo, o descolgarse si ya te había mordido.