Hay casos en los que la pérdida de un ser muy querido, sufrir una enfermedad terminal o padecer otras desgracias grandes pueden empujar al suicidio a una persona, adolescente o no. En otros casos, a menudo durante la época difícil de la adolescencia, las ganas de suicidarse no responden a problemas demasiado graves. ¿Se trata de un problema meramente psicológico o, por el contrario, existe una causa neurológica reconocible en la estructura del cerebro aunque sea sutil? Una investigación reciente ha explorado a fondo esta cuestión.
En países como Estados Unidos, el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 10 a 33 años, es decir, preadolescentes, adolescentes y jóvenes. Trágicamente, el número de intentos de suicidio entre niños y adolescentes viene incrementándose en los últimos años a pesar de los esfuerzos nacionales e internacionales de prevención. Urge conocer las causas del fenómeno y aplicar medidas para revertir esta tendencia al alza.
Un nuevo estudio realizado por un equipo internacional que incluye, entre otros, a Laura van Velzen, de la Universidad de Melbourne en Australia, y Neda Jahanshad, de la Universidad del Sur de California (USC) en Estados Unidos, ha revelado sutiles alteraciones en el tamaño de una estructura de la zona prefrontal del cerebro en jóvenes con trastornos del estado de ánimo y pensamientos y conductas suicidas.
Los resultados del estudio muestran concretamente sutiles alteraciones en el tamaño del polo frontal.
A la vista de este hallazgo, el equipo de investigación hace un llamamiento sobre la necesidad urgente de realizar más estudios de este tipo. La línea de investigación que sigue el equipo de Van Velzen y Jahanshad incluirá un análisis más amplio, con el objetivo de incluir a otros grupos de edad y explorar otras características, como la conectividad cerebral.
Identificar las variaciones neurobiológicas asociadas a los pensamientos suicidas y a la conducta suicida, y combinar esta información con los conocimientos sobre la función de cada estructura cerebral y con factores clínicos y demográficos, puede ser de gran ayuda en la prevención del suicidio.
El estudio se titula “Structural brain alterations associated with suicidal thouhts and behaviors in young people: results from 21 international studies from the ENIGMA Suicidal Thoughts and Behaviours consortium”. Y se ha publicado en la revista académica Molecular Psychiatry.