Comprar cuando nos sentimos mal no es solo un capricho, sino que tiene bases científicas: la «terapia de compras» puede mejorar el estado de ánimo al estimular la liberación de dopamina y serotonina, neurotransmisores que generan placer y bienestar.
Los estudios muestran que una compra ocasional puede aliviar el estrés y la ansiedad, ya que nos brinda una sensación de control y satisfacción. Además, elegir artículos que reflejen nuestra personalidad fortalece la autoestima y el sentido de identidad.
Sin embargo, cuando esta práctica se vuelve un hábito impulsivo, puede traer consecuencias negativas como culpa, problemas financieros y estrés, anulando sus beneficios.
Los expertos aconsejan disfrutar de las compras con moderación, optando por pequeñas recompensas en lugar de gastos excesivos y asegurándose de que realmente contribuyan al bienestar sin convertirse en un problema.