“Estoy agotado, no puedo más”. “Voy a estallar”. “Siento que llegué al límite y me va a dar un infarto”. Estas frases, que todos podemos haber escuchado alguna vez, son un preaviso que indica que la mente puede colapsar. Llegar al límite de nuestras fuerzas, con las energías totalmente agotadas. Expresan algo más que cansancio y son un síntoma evidente de que algo grave está ocurriendo.
De acuerdo a la Clínica Mayo, “algunas personas utilizan el término ‘colapso nervioso’ para describir una situación estresante en la que las exigencias de la vida resultan física y emocionalmente abrumadoras”, aspectos que afectan “la capacidad de una persona para satisfacer sus propias necesidades y realizar tareas y actividades cotidianas. El término se utilizaba con frecuencia en el pasado, pero los profesionales de la salud mental ya no lo usan”.
De acuerdo con esto, la doctora María Teresa Calabrese, endocrinóloga, psiquiatra y psicoanalista especializada en enfermedades psicosomáticas, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) y docente de la Universidad de Buenos Aires aclaró a Infobae que estas son denominaciones que van cambiando con la época.
“Antes se le decía surmenage. Ahora, colapso o mental breakdown, y tiene que ver con un estado de decaimiento, abatimiento, estrés, que deja de ser agudo para hacerse crónico y con sensaciones físicas. Es una enfermedad psicosomática, como todas las enfermedades. Hoy en día ya no se considera que hay enfermedades orgánicas y emocionales. Todo tiene su repercusión, cualquier enfermedad orgánica tiene una repercusión en nuestra mente y cualquier desequilibrio emocional va a impactar en nuestro cuerpo, va a tener descargas de neurotransmisores, de hormonas que nos van a traer determinados síntomas”, manifestó la experta.
Por su parte, la licenciada Gabriela Martínez Castro, psicóloga especialista en trastornos de ansiedad y directora de Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), explicó a Infobae que “se llama más bien colapso nervioso y tiene que ver con una situación que vive la persona a nivel mental, producto de una o varias situaciones muy estresantes. Esto provoca mucha sensación de nerviosismo, de desamparo, de estar sumamente vulnerable. La persona siente que no está pudiendo cumplir con sus tareas cotidianas”.
El mental breakdown está muy ligado a síntomas de ansiedad y de depresión. “Tiene síntomas físicos como angustia, malestar, nerviosismo, malestares gastrointestinales, insomnio o problemas para tener un sueño reposado, dormir demasiado, dificultades en el apetito, ya sea por tener mucho o poco”, describió Martínez Castro.
También existen otros síntomas de comportamientos, como “dificultades para mantenerse limpio, no acudir a citas, no concurrir al trabajo, no poder estudiar, no querer socializar, aislarse y, en el peor de los casos, la persona podría padecer ataques de pánico. El riesgo que conlleva este tipo de colapsos es que la persona se siente tan abrumada y deprimida que muchas veces piensa en quitarse la vida, en el suicidio. Este es un riesgo importante”, señaló la psicóloga.
El doctor Claudio G. Waisburg, médico (MN 98128), neurocientífico, speaker y director del Instituto SOMA, explicó a Infobae las diferencias entre el cansancio y el colapso mental: “El cansancio mental puede tener un origen netamente emocional. Es como una combinación tóxica de las angustias y preocupaciones, que mantiene a una persona alerta. El colapso mental no deja de ser una respuesta ante el estrés mantenido y multiplicado, o exponenciado en el tiempo. Es como un cortocircuito psicofisiológico desde el que sentimos que no podemos dar más de nosotros mismos”.
“Hemos llegado a un punto en que el agotamiento físico es inmenso y el desgaste mental absoluto, lo que afecta toda nuestra vida diaria y cotidiana: alimentación y sueño, que además impacta en que nuestro día siguiente sea aún peor al previo creando un círculo vicioso creciente”, agregó el experto.
Quien, además, destacó: “Esa sensación de estar exhausto se debe, en la mayor parte de los casos, al hecho de haber realizado un esfuerzo físico prolongado en el tiempo. O por lo menos que el sistema de estrés y respuesta simpática de huida siga cuando la amenaza se ha ido. Es como que un animal siga con la sensación de la amenaza una vez que el peligro ya desapareció”.
“Lo más complejo es que este estado no se alivia durmiendo 20 horas seguidas. Porque lo que se entremezcla con el colapso mental es el nerviosismo y la inquietud persistente. Así, estudios como el llevado a cabo en el Laboratorio de Neuroendocrinología de la Universidad Rockefeller, en Nueva York, nos recuerdan que los efectos del estrés sobre el cerebro son más serios de lo que podamos pensar. Y además, se perpetúan en el tiempo”, agregó Waisburg.
Cuáles son sus causas y factores de riesgo
La doctora Calabrese explicó que las vicisitudes de la vida moderna llevan a esta situación de agotamiento: “Sobre todo por el uso de las tecnologías, las redes sociales, todo esto hace que nuestra atención esté muy dispersa y que nuestra mente y cuerpo se sobrecarguen. Existe la ilusión de que uno puede hacer muchas cosas al mismo tiempo, pero el cerebro puede hacer una sola cosa a la vez. Y todo lo demás sobrecarga cuerpo y mente”.
Además, señaló las consecuencias de la pandemia como un factor para tener en cuenta: “Todo lo que hemos vivido en la pandemia, esas experiencias dolorosas, tienen un impacto sobre todo en la post pandemia. Cuando uno cree que ya está bien, ahí empiezan a flaquear nuestras fuerzas”.
Qué ocurre en el cerebro
El doctor Waisburg explicó cómo este órgano se ve afectado ante un pico de estrés: “Esa sensación de alerta, presión y preocupación constante genera una liberación de neuroquímicos como el cortisol que acaban afectando al funcionamiento del hipocampo, la amígdala y la corteza cerebral. Hay una hiperactividad que no desaparece así como así”.
“Todos estos factores pueden actuar como un torbellino fatal donde aumenta, además del cortisol, la adrenalina. Así como nos activan, al pasar su efecto, suelen pasar factura a la mente y al cuerpo. En esta circunstancia, la tensión nerviosa aparecerá pronto y con ella el colapso mental, una respuesta psicofisiológica ante el estrés que se ha soportado por un largo tiempo. Llegamos al punto donde hay un desgaste mental total y un agotamiento físico extremo”, describió.
Y completó: “El cansancio suele ser la combinación tóxica de la preocupación, de estar permanentemente alerta, focalizados sobre un objetivo determinado, de alimentar la autoexigencia y de sentir angustia por la incertidumbre, por no saber qué va a pasar, por ejemplo, como ocurrió en la pandemia”.
Las distintas reacciones al estrés
La licenciada Martínez Castro señaló que la forma como las personas viven el estrés es algo muy subjetivo. “Lo que para alguien es estresante para otro puede no serlo, porque disponemos de diferentes recursos y no somos todos iguales”, indicó.
En coincidencia, la doctora Calabrese señaló: “La forma como reaccionamos a las situaciones depende de nuestra modalidad de funcionamiento emocional. Algunas personas tienden a quejarse constantemente. Se levantan a la mañana y empiezan, ‘uy, qué calor, va a ser un día terrible, qué nos espera para el verano’ y todo eso nos impacta negativamente”.
“¿Por qué nos constituimos tan quejosos? Tiene que ver mucho con el medio familiar y social, y hay que verlo en tratamientos psicológicos, de orientación psicoanalítica, para ir a buscar las causas. Los argentinos somos especialistas en creer que nos pasa todo lo peor, y eso puede llevar a la profecía autocumplida, donde creemos que todo será un desastre y, por lo tanto, contribuimos a que eso suceda”, indicó.
Estar atentos para prevenirlo
Según la licenciada Martínez Castro, la forma de evitar un colapso mental es justamente realizando una psicoterapia: “Apenas notemos que estamos pasando por una situación que nos abruma, como una situación financiera, económica o de salud, es importante pedir ayuda y, además, tener buenos lazos sociales. Estos permiten que la persona pueda pasar por situaciones de estrés en forma más suave o las maneje mejor”.
Para Calabrese la clave de la prevención radica en estar atentos. “Tener registro: si no estamos concentrados, si todo nos resulta muy pesado, si nos sentimos muy cansados y fatigados. Generalmente, es el entorno también el que nos dice y nos alerta si no nos ven bien. Si no podemos solos, hay que pedir ayuda psicológica para ver las causas, por qué nos constituimos de esta manera y luego tratar de modificarlas”, afirmó la experta.
La médica agregó que el estrés crónico debilita el sistema inmune, lo que nos hace más susceptibles a enfermedades. ¿Y cómo manejar el estrés? “Sabiendo de dónde viene. Por eso es importante la consulta precoz y no esperar a que los síntomas hagan estragos, que mi sistema inmune esté bloqueado y que no esté bien protegido contra las enfermedades. Por eso, en un ambiente donde hay alguien enfermo, se contagia una persona y no todas. Bueno, se contagia el que tiene las defensas más bajas y el estrés es un gran inhibidor de ellas, por el aumento del cortisol”.
Una de las patologías que se suelen ver cuando las personas colapsan mentalmente es el trastorno por ansiedad generalizada, explicó Martínez Castro. “Esta forma de ansiedad está caracterizada por preocupaciones excesivas sobre la vida cotidiana o situaciones estresantes – detalló la experta-. La persona es consciente de que estas preocupaciones son excesivas y trata de controlarlas sin éxito. Con el tiempo, pueden surgir síntomas físicos y emocionales, como taquicardia, sudoración, temblores, mareos, sensación de presión baja, problemas gastrointestinales, insomnio o hipersomnia, cambios en el apetito, dificultades de atención, memoria y concentración, y en casos más graves: ataques de pánico”.
La terapia más recomendada para abordar este problema, de acuerdo a la especialista, es la psicoterapia cognitivo-conductual, que “puede resolverlo de manera breve, focalizada y rápida”.
Mientras que para Waisburg, “los dos tratamientos principales para los trastornos de ansiedad son la psicoterapia y los medicamentos. Es posible obtener los mayores beneficios con una combinación de ambos”.
Es por esto que Martínez Castro agregó que es importante actuar para la prevención: “Tratar de no pasar por situaciones muy estresantes y en el caso de no poder evitarlo, manejar y trabajar con los pensamientos negativos y proponernos metas pequeñas, para poder solucionar los problemas. También hay que evitar pensamientos de tipo catastrófico, ya que en el 98% de los casos las personas que se anticipan negativamente a algún evento por suceder se equivocan, por suerte”. “Otras cosas importantes son hacer ejercicio y tener una alimentación saludable. Si se necesita medicación, recibirla; porque hoy en día hay medicamentos muy seguros, de vanguardia, que ayudan muchísimo a la depresión y la ansiedad en forma conjunta y así poder prevenir situaciones de colapso”, recomendó.
Otros consejos de los expertos son:
– Confiar en la fortaleza y capacidad de superación personales.
– Establecer límites.
– Potenciar las cualidades positivas.
– Parar la rutina y dedicarse tiempo a uno mismo, escucharse y reflexionar sobre aquellos temas que no van del todo bien para solucionarlos.
– Aprender alguna técnica de relajación. Practicar la respiración consciente, el mindfulness o la meditación.
– Alimentarse saludablemente y de un modo consciente (evitar el exceso de cafeína, alcohol o grasas).