El silencio es un concepto fenomenológico difícil de definir. ¿Es la ausencia de cualquier expresión acústica? ¿Es una experiencia interior o exterior a nosotros? Son muchos los estudios realizados en torno a la percepción del sonido o la ausencia de él, pero muy pocas las investigaciones centradas directamente en el silencio.
En un estudio (Zhe Goh, R., Phillips, I., Firestone, C. 2023), los participantes fueron engañados por «ilusiones de silencio» del mismo modo que las ilusiones con sonido engañan al cerebro. El ruido que hace una tormenta y el silencio que se produce entre un trueno y otro, el bullicio de una actuación musical y la quietud que acontece nada más acabar esta… ¿escuchamos el silencio o simplemente no oímos nada y nos limitamos a deducir que hay silencio? Es esta una cuestión que sigue provocando controversia tanto en la filosofía como en la ciencia de la percepción.
Algunas teorías importantes afirman que los sonidos son los únicos objetos de la experiencia auditiva y que, por tanto, nuestro encuentro con el silencio es cognitivo, no perceptivo. Sin embargo, este debate ha seguido siendo en gran medida teórico, sin una prueba empírica clave. Precisamente eso, hacer pruebas empíricas para tratar de resolver el dilema, es lo que ha realizado un equipo de investigadores en un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences. Su conclusión es que el silencio puede percibirse realmente, no solo inferirse de manera cognitiva, como explica uno de sus autores, Rui Zhe Goh: “El mismo procesamiento cognitivo que se produce con el sonido también se desencadena en los momentos de silencio. Y dado que el sistema auditivo trata estos momentos de silencio igual que un sonido, esto sugiere que podemos tener experiencias auditivas del silencio”.
Lo que hicieron los investigadores fue examinar cómo las personas experimentamos el silencio utilizando ilusiones auditivas. Las ilusiones están pensadas para comprobar la percepción del ruido, pero, para el estudio, el equipo las adaptó para medir nuestra respuesta al silencio.
«Si con los silencios se obtienen las mismas ilusiones que con los sonidos, entonces puede ser una prueba de que, después de todo, oímos literalmente el silencio», afirma en un comunicado Chaz Firestone, coautor del estudio y científico cognitivo de la Universidad Johns Hopkins.
En el estudio, los participantes fueron engañados por estas «ilusiones de silencio» de forma similar a como se suele engañar a la gente con las versiones sonoras de los experimentos.
Los seres humanos percibimos el sonido cuando las ondas sonoras viajan desde el oídoexterno a través del conducto auditivo y hacen vibrar el tímpano. Los silencios, sin embargo, no hacen esto. Pero tanto filósofos como científicos cognitivos se han preguntado si realmente percibimos el silencio o simplemente notamos la ausencia de ruido.
Experimentando con el silencio
En el estudio, los científicos prepararon siete experimentos con tres ilusiones diferentes y los probaron con 1.000 participantes.
En una de las pruebas se reprodujo una grabación que sonaba como ruido ambiente en un lugar lleno de gente. En la primera mitad de la grabación, el ruido de fondo se interrumpe con dos momentos de silencio. En la segunda mitad se interrumpe un periodo continuo de silencio. Tras oír la grabación, se preguntó a los participantes qué silencio les parecía más largo: la combinación de los dos primeros periodos de silencio o el más largo e ininterrumpido. La mayoría de los participantes dijo que el silencio continuo era más largo, pero en realidad tenía la misma duración que los dos silencios más cortos combinados.
Estos resultados coinciden con los de investigaciones anteriores que examinaron una ilusión similar, en la que se utilizaron dos pitidos cortos y uno continuo en lugar de periodos de silencio, según el comunicado. Con esa ilusión, los participantes también percibían el intervalo continuo como más largo que los dos cortos juntos.
Volviendo al estudio del silencio, otro de los experimentos consistió en escuchar una grabación que contenía dos sonidos, como un órgano agudo y el estruendo grave de un motor. En los cuatro primeros ensayos se silenciaba uno de los dos sonidos, por ejemplo, el órgano dejaba de sonar y solo se oía el motor. En el quinto ensayo se hacía lo contrario y se silenciaba el sonido que antes se había oído. En este caso, el motor se apagaba y se dejaba oír solo el órgano. Los participantes tenían que decidir si el periodo de tiempo en el que solo sonaba un sonido era más largo o más corto en la quinta prueba en comparación con las otras cuatro.
De nuevo, los periodos de tiempo duraban lo mismo, pero los participantes percibían el periodo del quinto ensayo como más largo.
Los resultados que obtuvieron los científicos en los siete experimentos que realizaron fueron similares, lo cual sugiere que los seres humanos experimentamos el silencio de forma similar a como experimentamos el sonido, y no como un espacio entre ruidos, y el sonido de forma muy parecida y que tanto el sonido como el silencio pueden distorsionar nuestra percepción del tiempo. Lo que aún no sabemos es cómo procesa el cerebro el fenómeno del silencio.