La misión de Estados Unidos en Afganistán acaba el 31 de agosto. Así lo ha decidido el presidente Joe Biden, según avanzó la CNN, después de muchas presiones tanto dentro como fuera de Estados Unidos para que alargara ese plazo y ampliara el periodo de evacuación.
Biden se ha mostrado siempre reticente a cambiar el calendario. Sus asesores sostienen que el presidente ve ese incumplimiento como un motivo más para que los republicanos echen más leña al fuego de la crítica, una hoguera ya con mucha combustión. Además, mantener el calendario implica que la operación se acelere.
Hace unos días, el propio presidente comunicó que había planteado al Pentágono que estudiasen la posibilidad de postergar la retirada. Por lo visto, no los ha convencido.
Los aliados de Estados Unidos, en particular Reino Unido y Alemania ya habían anticipado que el aplazamiento de la fecha no era posible, pese a que les obliga a trabajar contra reloj. Francia había anunciado también que interrumpe el puente aéreo con Kabul el jueves. Y España, a través de la ministra de Defensa, Margarita Robles, que «no podremos sacar a todos». Había pues convencimiento de que Estados Unidos no se iba a mover de lo pactado en su día por representantes de Donald Trump en Doha (Catar).
A mediodía, un portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujadih, había explicado que no habría extensión, pese a que se había especulado a lo largo de toda la mañana con la visita del director de la CIA, William J. Burns, al líder político de los talibanes, Abdul Ghani Baradar el pasado lunes.
El portavoz talibán fue incluso más allá. Aseguró que no había ningún problema en evacuar a los ciudadanos extranjeros. Y que lo que no quería el movimiento islamista era la marcha de afganos formados, en referencia a aquellos ciudadanos que había colaborado con las fuerzas occidentales. Zabihullah Mujadih fue incluso más drástico: los talibanes no desean que ningún afgano se acerque al aeropuerto. «Está prohibido que lo hagan».
En la rueda de prensa en el Pentágono, su portavoz, John Kirby, ensalzó en cambio el gran impulso que se ha dado a la evacuación, con 21.000 personas que han abandonado el aeropuerto de Kabul en las últimas 24 horas. Según los cálculos estadounidenses, en esas instalaciones quedan unas 4.500 personas, aunque todavía no ofrecen un número de los que faltan por sacar de otras partes de Kabul.