Batallan en la ONU por un tratado que proteja la biodiversidad en altamar

Dos semanas de negociaciones sobre un tratado de protección de la biodiversidad en altamar concluyen este viernes con observadores de la ONU conteniendo la respiración para lograr un acuerdo in extremis.

Después de 15 años, incluyendo cuatro sesiones formales previas, los negociadores aún no alcanzaron un acuerdo jurídicamente vinculante sobre los crecientes retos medioambientales y económicos de altamar, también conocida como aguas internacionales, una zona que abarca casi la mitad del planeta.

Muchos esperaban que esta quinta sesión, que comenzó el 15 de agosto en la sede de la ONU, fuera la última y elaborase un texto final sobre «la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina fuera de la jurisdicción nacional» (BBNJ).

Pero una nueva versión del tratado, distribuida a los delegados el viernes por la mañana, pocas horas antes del final oficial de las negociaciones ,y vista por AFP, aún incluía muchos párrafos abiertos a negociaciones.

Una reunión programada para el mediodía local (16H00 GMT) para permitir que continuaran las consultas fue cancelada.

Una de las cuestiones más delicadas es el reparto de los posibles beneficios obtenidos del desarrollo de recursos genéticos en aguas internacionales, donde las empresas farmacéuticas, químicas y cosméticas esperan encontrar medicamentos, productos o curas.

Esta costosa investigación marítima es en gran medida una prerrogativa de las naciones ricas, pero los países en desarrollo no quieren quedarse al margen de los posibles beneficios extraídos de recursos marinos que no pertenecen a nadie.

El nuevo proyecto de texto parece seguir estando del lado de los países en desarrollo, al proponer la exigencia de redistribuir el 2% de todas las ventas futuras y eventualmente podría llegar a 8%.

Will McCallum, de la organización ambientalista internacional Greenpeace, acusa a la UE, Estados Unidos y Canadá de rechazar la propuesta.

«Ni siquiera es dinero real. Es sólo dinero hipotético, algún día. Por eso es realmente frustrante», dijo a la AFP.

La UE rechaza esta descripción. «Estamos dispuestos a contribuir al acuerdo de la BBNJ con varias fuentes de financiación, que en nuestra opinión incluirán un reparto justo de los beneficios de los recursos genéticos marinos mundiales», dijo a la AFP un negociador europeo.

Cuestiones similares entre el norte y el sur se plantean en otras negociaciones internacionales, como las relativas al cambio climático, en las que los países en desarrollo se sienten más perjudicados por el calentamiento global e intentan en vano que los países más ricos los ayuden a compensar los perjuicios.

«Es lento, pero todavía hay mucha voluntad dentro de la sala para hacerlo», dijo Liz Karan, de la ONG Pew Charitable Trusts.

«Todavía no lo llamaría un fracaso, pero el tiempo corre», agregó.

Jihyun Lee, una joven integrante del grupo conservacionista High Seas Alliance, dijo que es posible un acuerdo, pero agregó que sería necesario que los países, «especialmente aquellos que se proclaman campeones de la defensa de los océanos, muestren más ambiciones y flexibilidad para llegar a un acuerdo».

«No podemos darnos el lujo de diluir el tratado de alta mar y no tenemos tiempo que perder», dijo en una conferencia de prensa. «Estamos demasiado cerca para fallar».

La alta mar comienza en la frontera de las zonas económicas exclusivas (ZEE) de las naciones, que según el derecho internacional llegan hasta las 200 millas náuticas (370 kilómetros) de la costa de cada país, y no están bajo la jurisdicción de ningún Estado.

El 60% de los océanos del mundo entran en esta categoría.

Y si bien los ecosistemas marinos saludables son cruciales para el futuro de la humanidad, particularmente para limitar el calentamiento global, solo el 1% de las aguas internacionales están protegidas.

Uno de los pilares clave de un eventual tratado es permitir la creación de áreas marinas protegidas, que numerosas naciones esperan cubran el 30% de los océanos hacia 2030.

«Sin establecer protecciones en esta vasta área, no podremos cumplir con nuestra ambiciosa y necesaria meta de 30 por 30», dijo la funcionaria del Departamento de Estado de Estados Unidos Maxine Burkett.

Pero las delegaciones todavía no están de acuerdo sobre el proceso para crear estas áreas protegidas, así como sobre cómo implementar un requisito para las evaluaciones de impacto ambiental antes de nuevas actividades en alta mar.

«Creo que se ha progresado mucho en las últimas dos semanas en temas que fueron muy controvertidos», dijo Klaudija Cremers, investigadora del grupo de expertos IDDRI, que al igual que muchas otras ONG tiene un asiento con estatus de observador en las negociaciones.

Cremers declaró a la AFP que las conversaciones finales del viernes «podrían ser el impulso para llegar a un acuerdo».