Organizaciones sociales de la provincia localizada en el Norte de la Patagonia mantienen una lucha para echar atrás el proyecto auspiciado por Washington.
El 8 de agosto del año pasado, a las afueras de un moderno hotel en Neuquén, decenas de personas, pancartas en mano, repudiaban la presencia del embajador de EE.UU. en Argentina, Marc R. Stanley.
El diplomático asistía a una cumbre inédita en la nación suramericana: una reunión con representantes de las corporaciones petroleras más poderosas del mundo en una provincia que se había convertido en promesa de ganancias multimillonarias.
En esa misma provincia se anunció en 2018 la construcción de instalaciones diversas, en un predio fiscal localizado dentro del Lote Z1, sobre la margen sur de la Autovía Norte, muy cerca del Aeropuerto Internacional Juan D. Perón, bajo la dirección y el financiamiento del Comando Sur de EE.UU. (‘US Southern Command’).
Mientras que Washington asegura que las obras son parte de un proyecto de ‘ayuda humanitaria’, cuyo objetivo es mejorar la capacidad de respuesta de Neuquén frente a desastres naturales, los vecinos se mantienen desconfiados y en alerta.
Es que no es solo que los Gobiernos provincial y nacional se han negado a ofrecer información detallada sobre la obra, sino que tampoco se conoce a cambio de qué se avaló que EE.UU. mantenga una posición en una zona considerada de alto valor estratégico.
De cara a la inercia gubernamental, los vecinos de la provincia se han organizado para oponerse a la presencia norteamericana. Así es como nació la ‘Multisectorial NO a la base yanqui en Neuquén’.
La organización está integrada por sectores diversos de la sociedad argentina: el pueblo mapuche, vecinos de la provincia, partidos políticos, sindicatos y colectivos como las Madres de Plaza de Mayo y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
Mientras que Washington asegura que las obras son parte de un proyecto de ‘ayuda humanitaria’, cuyo objetivo es mejorar la capacidad de respuesta de Neuquén frente a desastres naturales, los vecinos se mantienen desconfiados (y en alerta).
En entrevista con RT, quienes forman parte de la ‘Multisectorial’ aseguran que, si no se da marcha atrás, sería la primera vez que EE.UU. instale una base militar en el país.
Las claves del proyecto
Desde junio de 2018, a solicitud del Gobierno de Neuquén, la Embajada norteamericana anunció la construcción de una obra que los habitantes de esta provincia han calificado como una «base militar camuflada».
Se trata de un proyecto de infraestructura que forma parte de una estrategia de alcance continental: de ‘Asistencia Humanitaria y Respuestas a Desastres Naturales’, auspiciado por el Comando Sur de EE.UU. (‘US Southern Command’).
De acuerdo con los términos utilizados por Washington, se trata de un ‘Centro de Operación y Coordinación ante Emergencias’, un conjunto de obras que tiene por objetivo socorrer a los habitantes de la provincia en caso de catástrofes naturales.
La Embajada estadounidense informó que los costos serían de 1,3 millones de dólares y su construcción estaría a cargo de una empresa privada.
Entre sus componentes el comunicado destacaba:
- Una superficie de 600 metros cuadrados.
- Una sala de coordinación.
- Un conjunto de oficinas para realizar monitoreo y planeación frente a contingencias.
- Una bodega para guardar material y equipo de ‘ayuda humanitaria’ donado por EE.UU. en 2009 y 2017.
Ante la opinión pública, el proyecto se presenta como un acto de solidaridad internacional, como una muestra del compromiso de EE.UU. a la hora de apoyar a poblaciones vulnerables ante desastres naturales.
Tan pronto se concluya la obra, Washington pretende donarla a la Defensa Civil de la provincia. En una de sus visitas a Neuquén, en agosto del año pasado, el embajador Marc R. Stanley a la prensa local que no había nada que temer.
El Gobierno de EE.UU., según el diplomático, no desplegaría en ningún momento a sus Fuerzas Armadas, haría solo una «entrega de llave» de las instalaciones. «Es un regalo para la gente de Neuquén», atajó.
«Es un centro de emergencias, que es como un depósito de herramientas que tendrá palas, equipo de combate del fuego, abrigos (…) digamos que las personas pierden su casa por una inundación o un incendio, o algo así, y necesitan un lugar para quedarse».
Según sus palabras, quienes protestan contra la obra, no solo terminarán arrepintiéndose, sino que hasta ofrecerán disculpas a la Administración norteamericana cuando se vean necesitados de ayuda.
A contrapelo de la narrativa del embajador, Laura Goitisolo, psicóloga de formación, y quien ha venido acompañando las actividades organizadas por la ‘Multisectorial NO a la base yanqui en Neuquén’, asegura que se trata de una trampa. La obra es, en realidad, una «base militar camuflada».
«No vas a observar en el predio a soldados, o la bandera de EE.UU. misma, sin embargo, en el momento en que ellos lo consideren necesario –en caso de un conflicto en la región, por ejemplo–, podrán convertir estas instalaciones en una base militar en apenas unas horas, así es como funcionan este tipo de proyectos».
Por otro lado, sobre las razones que pretenden su justificación, los integrantes de la ‘Multisectorial’ sostienen que las contingencias ambientales no son sino un pretexto para convalidar la injerencia de EE.UU. en la zona Norte de la Patagonia.
El docente Juan Carlos Pereyra, quien forma parte de este colectivo en resistencia, explica que Neuquén, contrariamente a lo que sostiene el personal diplomático estadounidense, no se caracteriza por ser una provincia que padezca desastres naturales de forma frecuente.
A lo sumo, comenta, en los últimos años se han presentado unas cuantas lluvias intensas, producto de un aumento exponencial de la urbanización, cuyos efectos se han hecho sentir a través de cambios en el clima.
Los integrantes de la ‘Multisectorial’ sostienen que las contingencias ambientales no son sino un pretexto para convalidar la injerencia de EE.UU. en la zona Norte de la Patagonia.
En ningún momento, no obstante, estas precipitaciones han representado una seria amenaza para los neuquinos como para que el Gobierno se haya visto rebasado y, por lo tanto, obligado, a solicitar apoyo de una potencia extranjera.
Haciendo memoria, los integrantes de la ‘Multisectorial’ recuerdan que la última contingencia ambiental tuvo lugar en 2011, cuando un volcán cercano a la cordillera hizo erupción.
Muchas casas se cubrieron de ceniza, sin embargo, no pasó a mayores: nadie perdió su casa ni sufrió graves daños. «Un evento como ese sucede cada 100 años, es muy poco común acá», aseguran.
Además, comentan, presentando la obra como una donación o ‘ayuda humanitaria’ de parte de un Gobierno extranjero, a la vez que evitan el debate público, le quitan relevancia al proyecto y ocultan el trasfondo de la base militar.
Hasta la fecha, ni el Congreso nacional ni el Parlamento local han discutido el asunto; tampoco cuentan con información detallada sobre los términos del acuerdo con la Unión Americana. La población, evidentemente, no ha sido informada ni consultada.
Mara Ortega, ingeniera en sistemas, e integrante de la Casa de la Amistad Argentino-Cubana, llama la atención sobre el hecho de que el Gobierno provincial tiene a su disposición grandes sumas de dinero.
A diferencia de otras provincias de Argentina, detalla, el presupuesto de Neuquén es bastante robusto, pues se nutre de las regalías que se obtienen de la explotación de hidrocarburos: «Nuestra provincia es de las más ricas de la Nación».
Por lo tanto, la también integrante de la ‘Multisectorial’ sostiene que resulta inconcebible que el Gobierno haya tenido que solicitar el apoyo de EE.UU. para llevar a cabo una construcción que no implica grandes costos.
En 2018, año en que se anunció la obra, el presupuesto anual de la provincia superó los 60.000 millones de pesos argentinos (unos 313 millones de dólares al tipo de cambio actual).
En definitiva, había recursos económicos en las arcas del Gobierno, y de sobra, para financiar un proyecto de infraestructura de este tipo: nunca fue un problema de falta de dinero.
«Lo que refleja esta obra, en realidad, es que la relación que mantiene Argentina con EE.UU. no es de cooperación, sino de sumisión», lamenta Laura Goitisolo.
El verdadero objetivo de EE.UU. en el Norte de la Patagonia no es brindar ‘ayuda humanitaria’, sentencia, sino ganar posiciones en una región que para ellos resulta estratégica, tanto por su localización geográfica, como por sus vastos recursos naturales.
A la hora de legitimar este tipo de proyectos, explica Goitisolo, EE.UU. acostumbra presentar ante la opinión pública un ‘enemigo común’, bien sea el narcotráfico, bien sea el terrorismo internacional, bien sea una contingencia ambiental, etc.
En 2009 ya se había intentado imponer un proyecto con las mismas características en El Chaco, utilizando una narrativa idéntica: para ayudar a la provincia a enfrentar mejor las catástrofes naturales, EE.UU. proponía instalar un ‘Centro de Operación y Coordinación de Emergencias’.
Por fortuna, se logró dar marcha atrás a la obra. Lucas Arias, miembro del Partido Socialista Auténtico, recuerda que en aquel momento el pueblo de esa provincia descubrió y repudió la presencia de soldados norteamericanos.
En amplios sectores de la sociedad argentina, de acuerdo con Arias, la presencia militar de EE.UU. continúa siendo un tema muy sensible.
«En cada uno de los golpes de Estado que han tenido lugar en Argentina ha habido injerencia de EE.UU. Para nosotros la presencia norteamericana nos transporta a los momentos más tristes y oscuros de nuestra historia (…) ellos lo mismo apoyaron a las dictaduras militares que a Gran Bretaña en la Guerra de las Malvinas».
El ‘telón’ de fondo: control geopolítico del territorio (y sus recursos)
Es en Neuquén donde se localiza ‘Vaca Muerta’, un vasto yacimiento de gas y petróleo no convencionales que, de acuerdo con el Gobierno, posee el potencial de catapultar el desarrollo económico de la Nación.
‘Vaca Muerta’ es el segundo yacimiento más grande del mundo de gas no convencional, y el cuarto de petróleo no convencional.
De acuerdo con datos oficiales, hasta el momento son 31 las empresas que han realizado inversiones y que, hasta el cierre de 2022, según los cálculos de una consultora especializada en el sector energético, alcanzaron los 30.000 millones de dólares.
Sin embargo, las regalías que obtiene el Gobierno a partir de la explotación de los recursos naturales llevada a cabo por empresas multinacionales no se ha traducido en una mejora sustantiva de las condiciones de vida de la población local.
Neuquén es una provincia de contrastes. Mientras que en el centro de la ciudad se han construido edificios que albergan oficinas de grandes corporaciones, así como hoteles de lujo, cientos de familias carecen hasta de lo más indispensable. No tienen servicio eléctrico ni suministro de agua potable.
En la provincia de Neuquén no solamente están en juego el gas y el petróleo, sino también el agua, un recurso que será cada vez más disputado en este siglo.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), durante el primer semestre de 2022 la pobreza en el conglomerado Neuquén-Plottier subió hasta un 37,2 %, incluso por encima de la media nacional.
Para los altos funcionarios del Gobierno de EE.UU., aseguran los integrantes de la ‘Multisectorial’, el principal objetivo en la provincia no es «venir a ayudar», sino garantizarles a las empresas de su país el control geopolítico del territorio y sus recursos.
En la provincia de Neuquén no solamente están en juego el gas y el petróleo, sino también el agua, un recurso que será cada vez más disputado en este siglo.
Para la explotación de ‘Vaca Muerta’ se utiliza el método de fractura hidráulica (‘fracking’), que además de requerir grandes cantidades de agua, provoca contaminación de aire, tierra y agua.
Juan Carlos Pereyra, integrante de la ‘Multisectorial’, explica que en el Norte de la Patagonia se localizan dos de los ríos más caudalosos de Argentina, el Río Limay y el Río Neuquén que, juntos, forman el Río Negro.
Desde hace años el Comando Sur de EE.UU. ha buscado posicionarse en el país para asegurar el acceso a fuentes de agua, comenta Pereyra.
No es casualidad, explica Pereyra, que en la zona de la Triple Frontera —cerca del Acuífero Guaraní— hayan intentado instalar una base militar, justo para tener el control sobre el Río Paraná, el de mayor caudal de todo el país. Ahora tienen la mira puesta en Neuquén.
La lucha sigue
Ante la negativa del Gobierno de la provincia de dar marcha atrás a la obra e informar todos los detalles de la misma, la ‘Multisectorial’ ya prepara una estrategia para escalar la batalla en el plano nacional.
Es que no es solo la Administración provincial la involucrada, sino también el Gobierno nacional que, aseguran, tendría que estar al tanto de los términos del acuerdo, así como de los alcances de la obra.
Desde que se conformó, la ‘Multisectorial’ ha desarrollado su lucha en dos frentes. En primer lugar, la acción directa, a través de caravanas por los barrios de la provincia, marchas y campañas de difusión.
En segundo lugar, una estrategia en el ámbito judicial, dirigida a solicitar información sobre el acuerdo con el Gobierno de EE.UU. (y el contrato que dio pie a la obra), sus alcances y que, en última instancia, busca revocar el proyecto.
La estrategia judicial forma parte de una histórica batalla de la ‘Multisectorial’ para divulgar un asunto que es de interés público.
Buscan dar a conocer los entretelones de la negociación entre un Gobierno local y una potencia extranjera para construir un proyecto de infraestructura enclavado en la Patagonia del que, hasta ahora, las autoridades se han resistido a proporcionar información.
En un principio, los datos sobre el proyecto se difundieron a través de la prensa local (el diario gráfico ‘Río Negro’) y la Embajada norteamericana. Entre tanto, el Gobierno de la provincia guardó silencio frente a los cuestionamientos de los vecinos.
No fue hasta que la jueza Adriana Saralegui emitió una resolución a favor de la ‘Multisectorial’, que ingresó un recurso de amparo en septiembre de 2021, que el Gobierno local se vio obligado a brindar datos adicionales sobre el proyecto, aunque ‘a cuenta a gotas’.
Así, fue a través de instancias judiciales como se dio a conocer una relación epistolar entre el Gobierno de Neuquén y la Embajada de EE.UU. —que la ‘Multisectorial’ entregó a este medio—, en el que el primero solicita apoyo para hacer frente a desastres naturales.
Sin embargo, el Gobierno de la provincia no hizo pública toda la información solicitada en el fallo judicial emitido y se limitó a señalar ante la Cámara de Apelación que no contaba con más datos.
Frente a la respuesta del Gobierno de la provincia, la ‘Multisectorial’ envío tres cartas al Ministerio de Defensa, a cargo de Jorge Taiana, para solicitar información sobre el proyecto de infraestructura.
En diciembre de 2021, el Ministerio de Defensa respondió que no contaba con documentación alguna ni había participado en los acuerdos para llevar a cabo la obra denunciada por la ‘Multisectorial’, y que «transmitiría la inquietud» a las áreas competentes del Estado nacional y el Gobierno de la provincia.
No obstante, llama la atención que, una carta enviada por la Embajada de EE.UU. al Gobierno de la provincia, fechada el 24 de abril de 2014, da cuenta de cómo Washington fijó como condición ‘sine qua non’ que el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, el Ministerio de Seguridad y el Ministerio de Defensa estuvieran enterados.
«Nadie desde el Gobierno ha puesto un palo en la rueda para decir ‘esto no lo podemos construir’, sabemos que hay muchos negocios de por medio», asevera Juan Carlos Pereyra, uno de los miembros de la ‘Multisectorial’.
Con todo, los integrantes de este movimiento social en resistencia no están dispuestos a dar marcha atrás a sus demandas. No es una lucha cualquiera, aseguran, en Neuquén se está disputando el futuro del país. RT EN ESPAÑOL